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Jorge Sampaoli: “Hoy los futbolistas tienen dinero pero no son libres”

Después de 20 años ininterrumpidos en 14 banquillos, el que fuera técnico del Sevilla, ex seleccionador de Argentina y Chile, rompe su silencio tras una temporada en blanco

Jorge Sampaoli, durante su etapa al frente del Flamengo, en 2023.
Jorge Sampaoli, durante su etapa al frente del Flamengo, en 2023.Wagner Meier (Getty Images)
Diego Torres

El rastro de Jorge Sampaoli (Casilda, 1960) se perdió en Río a finales de septiembre de 2023. Su destitución como entrenador del Flamengo cerró un periodo de 20 años de trabajo ininterrumpido en dos selecciones, Chile y Argentina, y 13 clubes de América y Europa, incluyendo el Sevilla y el Marsella. Cuando atiende el teléfono, frente al mar esmeralda de Buzios, se escucha una de las voces más reconocibles y misteriosas del fútbol sudamericano. “Después del desarraigo de Argentina anduve por todos lados”, dice. “El desarraigo fue tomar la decisión de ser un empleado bancario, desconocido del fútbol, a… Tengo un tatuaje de Callejeros que dice: De la nada a la gloria voy. Me fui con un bolso a Perú y de ahí no volví más”. Este jueves comienza la Copa América, el torneo que le dio fama.

Pregunta. ¿Recuerda cómo fue la decisión de dejar su puesto como empleado bancario para buscarse la vida como entrenador de fútbol?

Respuesta. Fue terrible. Estaba casado. Tenía dos hijos. Y tenía que dejar un trabajo estable para intentar ver qué pasaba en un país desconocido. Arriesgué mucho. Y de repente me quedé seis años en Perú. Mi nombre en Argentina no tiene una resonancia. Profesionalmente en mi país soy un desconocido.

P. Los argentinos le conocieron en la experiencia traumática del Mundial de Rusia.

R. Primero sintieron curiosidad por mí cuando le ganamos la Copa América con Chile en 2015, y antes por la Copa Sudamericana que ganamos invictos con la Universidad de Chile en 2011. Ahí se despertó cierta inquietud. Con esa Copa Sudamericana empezó todo. Llamó mucho la atención por lo que manifestó aquel equipo en relación a la forma. En esa época la forma todavía importaba.

P. ¿Ahora la forma de jugar, el estilo, la armonía colectiva, importa menos?

R. Claro, porque ahora hay más clientes que hinchas. Muchas veces pienso que hay que estar loco para ser entrenador de fútbol porque te vuelven loco. Un día en Sevilla dije que vivíamos el momento de mayor estupidez en la historia de la humanidad. De verdad, creo que hoy el mundo es una mierda.

P. ¿Por qué?

R. Lo digo como una denuncia. Es muy difícil alcanzar felicidad en cualquier cosa que hagas porque hay un grado de violencia muy marcado. Y además, convivimos con un mínimo de tres guerras.

R. ¿Quién es Jorge Sampaoli?

R. Soy el que comenzó el viaje. Alguien que ama el juego. Hoy veo partidos, pero fútbol no veo. Cuando hablo de juego hablo de una sincronización de futbolistas que tienen que pensar más en los otros, en el equipo, que en sí mismos. A mí me gusta el juego posicional. Para mí, el fútbol es tiempo. El tiempo se pasa. Y para ganar tiempo hay que tener jugadores dispuestos a fijar rivales en distintas alturas para lograr que la pelota vaya al que tenga más tiempo de todos ellos. Pero en la dinámica de histeria que se vive, a los jugadores les cuesta mucho mantener una posición de espera. Quieren participar porque si no, no están en la estadística: “Hoy no toqué la pelota, di pocos pases”. Tú sin recibir la pelota generas una distracción, un daño en el rival, pero al día siguiente ves que no estás en las estadísticas y tienes un sufrimiento muy grande.

Hoy veo partidos, pero fútbol no veo. Cuando hablo de juego hablo de una sincronización de futbolistas que tienen que pensar más en los otros que en sí mismos

P. ¿No cree que los jugadores hoy tienen más miedo a recibir la pelota?

R. La presión sobre los que tienen el balón es muy alta en todos los lugares, con una intensidad desmedida, porque las intenciones sin balón están cada vez más organizadas y están garantizadas. Pero las intenciones con balón no están garantizadas. El futbolista razona: “menos la tengo, menos me expongo”. Si analizamos el City-Real Madrid, ¿quién ganó? La individualidad. El colectivo del City, fijando y desdoblando a tiempo, atacando 120 minutos, perdió contra un equipo que apelaba a las corridas de dos o tres jugadores. Una individualidad brillante como Rodrygo, a quien dirigí de pequeño en Santos, y un sistema diseñado para la individualidad que funciona brillantemente.

P. ¿Cada vez son menos los jugadores como Kroos o Rodri, que la quieren bajo presión?

R. Terminas el partido y los jugadores van a ver los kilómetros que recorrieron o las asistencias que hicieron. El ego y la autosalvación de aquellos que ese día se destacaron en un partido hace que sientan que ese día están aliviados, nadie los va a condenar y serán adulados. Ahora lo virtual se ha apoderado de la gente. Por eso yo salgo a la calle. No quiero estar encerrado porque gane o pierda. El sistema nos quiere en soledad. Y cuando te aíslas y dejan de importarte los otros, el funcionamiento de un equipo de fútbol se resume a un argumento de autosalvación: ‘ganemos hoy porque aquí nos matan a todos’. Esto al jugador se lo hacen saber todo el tiempo: los medios de comunicación, las redes sociales… Porque, ¿dónde está el futbolista que no está en las redes? Ahí vive en un lugar de juicio constante y artero donde la gente manifiesta todo su rencor y su dolor. La red social es una cloaca social.

P. ¿Se siente un aventurero o un entrenador?

R. Las dos cosas. Un aventurero al que le gusta conquistar lugares y convocar a los futbolistas con mi pasión, con mis propuestas ofensivas de ataque todo el tiempo. Y a su vez, un entrenador que se ha construido para eso. Cuando he ganado partidos sin dominar, al otro día me siento triste. El hecho de no conquistar… Yo salí de la nada y quería la gloria. Para eso tuve que conquistar. No tenía apellido, no era nadie. Y llegué a jugar dos Mundiales.

P. ¿Y si el fútbol que imagina ya no existe?

R. Me lo he planteado. Hoy las carencias no son técnicas. Son emocionales.

La gente que tiene el poder de dirigir el mundo ha generado que desaparezca la risa. Nos dan miedo. En los vestuarios cada uno llega con sus auriculares, con sus teléfonos. A los jugadores los han instalado en un lugar donde la felicidad por jugar a la pelota no existe. Mi deber como entrenador es liberarlos

P. Dijo que no preparaba los partidos. Que desconfiaba de la planificación. ¿Por qué?

R. Somos un cuerpo técnico que planifica de manera exagerada. Armamos ciclos semanales, mensuales, semestrales y anuales. Los proyectos sirven para tranquilizarte a ti como entrenador. Para que te digas: ‘Yo hice todo’. A veces no hay que hacer todo, hay que hacer lo que corresponda. Muchas veces nos miramos a nosotros mismos sin mirar lo que necesitan los futbolistas.

Jorge Sampaoli
Jorge Sampaoli, cuando era entrenador del Sevilla, club al que regresó en 2022 y dirigió hasta 2023.MARISCAL (EFE)

P. En la banda parece fuera de sí. ¿Usted ve los partidos o vive tan emocionado que no ve los problemas que se producen?

R. Es que cuando empieza a moverse la pelota empiezo a sentir situaciones dentro de mi cuerpo que generan un montón de cosas incluso desequilibrio. No puedo estar quieto. Si me contengo siento que no soy yo, que estoy actuando. Muchas veces los jugadores que están sentados en el banco ven esa figura descontrolada y termina siendo gracioso. ¡Se ríen!

P. Hay entrenadores que conquistan al jugador haciéndolo reír.

R. En estos tiempos en los que nadie se ríe, la risa vale mucho. La gente que tiene el poder de dirigir el mundo ha generado que desaparezca la risa. Nos dan miedo. Nos inducen a quedarnos dentro. La pandemia nos encerró. Muchas veces quiero ver cine de comedia y me cuesta encontrarlo: el mercado de la comedia desapareció. Ahora se producen dramas, policiales, documentales... En los vestuarios cada uno llega con sus auriculares, con sus teléfonos. A los jugadores los han instalado en un lugar donde la felicidad por jugar a la pelota no existe. Existe la obligación de ganar para que el negocio avance. Tienen dinero pero no son libres. Viven en prisiones VIP. Están más insertos en lo virtual que en lo real. Mi deber como entrenador es intentar liberarlos.

El fútbol es el único deporte en el que la mayoría de las veces no gana el mejor. ¿Quién fue el mejor? ¿El City o el Madrid? El mejor fue el City

P. ¿Cómo?

R. Haciéndoles entender que el fútbol es un juego. Que si tenemos una forma también tendremos más posibilidades de ganar, disfrutar y abrazarnos. ¿Por qué tenemos que abrazarnos únicamente cuando se hace un gol? El egoísmo hace que muchos acaben jugando para sus datos. Para que las aplicaciones los registren. Eso conduce a que compita contra mi compañero porque si él da más asistencias y hace más goles yo no los haré. La sociedad del rendimiento quiere que todo el mundo sea igual: gambeteadores, goleadores, talentosos… El rendimiento es triste porque esconde la amenaza del juicio cotidiano salvaje y del despido. Esto produce opresión porque todo el mundo intenta que el juicio no le llegue: jugadores, entrenadores, dirigentes, usuarios de la redes… ¡Y el juicio les llega a todos! El fútbol es el único deporte en el que la mayoría de las veces no gana el mejor. Se gana de cualquier forma. Han ganado todos los proyectos y se le da valor a todo, a la trampa, a la especulación…

P. ¿Cree que realmente es así?

R. ¿Quién fue el mejor? ¿El City o el Madrid? El mejor fue el City y sin embargo ganó el Madrid.

P. Ha dirigido a ecuatorianos, peruanos, chilenos, argentinos, brasileños, franceses, españoles, africanos… ¿Cada nacionalidad tiene un carácter futbolístico?

R. En el fútbol europeo te encuentras con todo el mundo. En el Sevilla y en el Marsella el idioma era la pelota. Ahí encontramos un lugar para juntarnos y querernos. Me gustó mucho Marsella: la pasión desmedida. Dije: ‘Este es mi lugar’. Siempre me consideré una persona que manejaba bien en el caos. Llegamos al día después de que los ultras prendieran fuego a la ciudad deportiva y tuve la suerte de hacerlo funcionar. Salimos vicecampeones por detrás del PSG y me fui por un arrebato. Porque entendía que la exigencia era salir campeón: ganarle al PSG o jugar la Champions para ganarla. Pero vi que el club tenía intenciones diferentes y busqué otro horizonte. La ambición me llevó a dar un paso equivocado.

Messi es un genio porque sabe lo que va a pasar. Él sabía que en Rusia no iba a pasar. Y sabía que en Qatar sí iba a pasar. Es una persona extremadamente competitiva. No acepta la derrota. Y cuando la imagina y la ve se transforma. Se enoja mucho. Cuando él la ve venir, la ve antes que todos

P. ¿Se equivocó cuando volvió al Sevilla?

R. En 2017 me dejaron ir a la selección argentina; luego me llamaron porque tenían una necesidad: estaban en descenso. Todo el mundo encuentra ilógico que me fuera de un equipo como el Olympique, que jugaba Champions, para entrenar al último de la Liga, pero me sentía en deuda con la ciudad.

P. Usted lleva a Scaloni como ayudante al Sevilla y luego a la selección. ¿Cómo valora su éxito?

R. Sin duda Scaloni fue mejor seleccionador que ayudante. Fue una sorpresa. El inicio de un entrenador es lo más puro. Muchas veces encontramos mejores entrenadores, más decididos, más claros y sin temores, en el inicio que en los finales.

P. ¿Cuál fue la clave del éxito de Argentina en Qatar?

R. Después de Rusia aparecieron mediocampistas muy fuertes, Paredes, De Paul, Lo Celso… que brindaron la posibilidad de que Messi, Julián y Lautaro tuvieran mucha mayor libertad. Porque además de jugar bien protegían muy bien la última línea de Argentina. Después MacAllister y Enzo dieron mucha frescura al equipo y restaron mucha responsabilidad a los de arriba. Las generaciones de jugadores marcan la fortuna de los seleccionadores. En Chile nos tocó una generación que en muchos momentos nos hizo invencibles. Nosotros llegamos a Argentina en 2017 cuando estaba fuera del Mundial de Rusia en la clasificatoria sudamericana, en una crisis total, con jugadores odiados por la sociedad a los que había que recomponer para llevarlos a un escenario de protagonismo. Me tocó tomar un montón de decisiones en medio de la histeria popular. No creo que haya muchos países tan nacionalistas como Argentina y creo que tomé muchas decisiones equivocadas. Vi que tenía que dar un mensaje que no me nacía: especular más y manejar esos tiempos que eran reales, y que me costó ver por mi ambición, por mi necesidad, por mi adrenalina, porque era mi país. Había jugadores que en ese momento no estaban bien, y creo que pensé más en la idea que en lo que necesitaban ellos.

P. ¿Qué tuvo Messi en Doha que no tuvo en Rusia?

R. Que después de Rusia se descomprimió todo. Messi es un genio porque sabe lo que va a pasar. Él sabía que en Rusia no iba a pasar. Y sabía que en Qatar sí iba a pasar. Y eso le dio un grado de confianza y felicidad que en Rusia no tuvo. Él es una persona extremadamente competitiva. No acepta la derrota. Y cuando la imagina y la ve, se transforma. Se enoja mucho. Cuando él la ve venir, la ve antes que todos. Es un visionario, aparte de hacer cosas con el balón dentro de la cancha. En Qatar él estaba convencido de que sería campeón del mundo.

P. ¿Tiene ganas de entrenar?

R. Mi aventura no terminó. Tengo mucho por hacer. Quiero diagnosticar cosas que sucedieron y ver cómo las puedo resolver. Me paso el día escribiendo, inventando. Tengo que lograr estar en este circo romano caliente viendo cómo puedo sobrevivir. Necesitaré mucho ingenio para convencer a muchos jugadores que vuelvan a vivir el juego como en el amateurismo, que no tengan miedo. Yo he aprendido básicamente de mis fracasos. Del éxito no aprendí nada porque uno cree que del éxito es directamente responsable y pasan muchas cosas que desconoces que hacen que llegues a ese lugar. El fracaso lo asimilo, lo miro, lo estudio, me involucro y aprendo.

Borussia Dortmund - Sevilla
Jorge Sampaoli, en octubre de 2022.SASCHA STEINBACH (EFE)

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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