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El Palma desnaturaliza al Barcelona y sigue siendo el rey de la Champions

El equipo de Mallorca logra maniatar a los azulgrana (1-5) y revalida el laurel europeo de fútbol sala

Jugadores del Palma Futsal
Los jugadores del Palma Futsal festejan uno de los goles al Barça en la final de la Champions.UEFA.COM
Jordi Quixano

El trono tiene dueño y no se toca. Eso aclaró el Palma Futsal, capaz de gobernar al Barça y a la Champions, campeón con honores. Todo comenzó con un sensacional espectáculo de luces en el pabellón de Ereván (Armenia) al tiempo que desfilaban uno a uno los jugadores, primero los actuales campeones y después los azulgrana. No había espacio para las sonrisas, apenas para los choques de mano, pues la tensión se vislumbraba con las mandíbulas apretadas, las miradas al vacío, algún grito liberador. No era para menos, era la final de las finales, la créme de la créme, el efervescente Palma -que ya se coronó en el curso anterior- ante el Barcelona, el eterno candidato-favorito. Y la historia dictó que el Palma sigue siendo el rey.

Sucedió que el duelo arrancó torcido, con problemas en el cronómetro porque no descontaba los segundos y a la que se percataron los colegiados, ya con un minuto jugado, decidieron detener el encuentro. Vuelta a calentar, balones para cada equipo para que no se quedaran fríos, aturullamiento. Show dantesco para una final europea. Pero pasajero porque la pelota volvió a rodar y ambos equipos, que se conocen al dedillo –se habían medido tres veces en el curso con victorias locales en la Liga y otra azulgrana en la semifinal de la Copa de España por penaltis- se entregaron a la causa, por más que desde las gradas apenas llegara aliento, cosa lógica si se atiende a la lejanía del escenario, a la dificultad de las aficiones para apoyar a su equipo in situ.

Más y mejor de inicio el Palma, que con su presión y salidas a la contra, que con pocos pases y muchos metros, se apoderaron del 40x20, también de las ocasiones. Pero Vilian, Chaguinha, Bruno y Gordillo no pudieron con Dídac, un gigante con gadjetobrazos y gadjetopies. Tampoco Rivillos, que solicitaba empuje y alimento a la afición, que pedía con éxito que se decantaran por ellos. Eso tanto le daba a Velasco, que soltó una bronca morrocotuda a los azulgrana en un tiempo muerto, que explicó entre berridos –”¡O vamos a por ellos o nos van a entrar! ¡Estamos dormidos, dormidos!”, clamó-, que a falta de fútbol la actitud es innegociable. Exigencia que el mismo Dídac trató de contagiar a los suyos a lo Higuita, pues descontó a un rival y cruzó la medular para probar a su homólogo. Un gesto que animó al Barça, que activó a Adolfo y Catela, a un equipo que le cogió el pulso al envite pero no a la portería rival, también gigante Carlos Barrón bajo los palos.

Se daba más fútbol y más chispas, pues hubo algún rifirrafe (como el de Antonio y Cléber, el de Gordillo y Coelho), hasta que Adolfo zanjó el asunto cuando encontró el hueco y el disparo definitivo, latigazo al poste y a la red, máximo goleador azulgrana (9) en la competición. Un garrote que Palma no acusó, pues a la salida de un córner Cléber cazó una volea para poner las tablas, para devolver la intriga al encuentro. Algo que no descifraron Catela y Ferrão porque erraron los lanzamientos de doble-penalti ante el Muro Barrón, penalidades que explican que los partidos se deciden por detalles... Y eso aclaró Vilian, que sobre la bocina, con una falta, volvió a colarle la pelota bajo las piernas de Dídac y en toda la cara de un Barça desnortado.

En un ejercicio físico encomiable, electricidad pura, negación de espacios y líneas de pase, el Palma desdibujó la voluntad azulgrana, incapaz de desbrozar al rival. Pero en el segundo acto solo había un equipo en la cancha -al menos con intención de atacar-, un Barça que perseguía con denuedo el empate. Negado eso sí, por Luan Muller, que sacaba manos a los disparos de Matheus, Erick, Catela… Y si no, bien le valía el travesaño, que escupió un cañonazo de Lozano. La deficiencia en el remate facilitó la nana mallorquina y propició un Barça grogui, escaso de ingenio y soluciones para resolver en el área contraria. Circunstancia a la que se rebeló Touré, joven francés que pide paso en el primer equipo porque el filial se le quedó pequeño hace tiempo. Sus disparos, sin embargo, no hicieron diana, castigado también por el poste en uno de ellos.

Con el encuentro roto, sobre todo porque el Barça ya no atendía al retrovisor sino que trataba de multiplicarse en campo ajeno, Catela disfrutó de un chut a portería vacía. O eso parecía, porque Luan llegó de la nada, una estirada felina tan rápida como salvadora, una parada de las que valen partidos. En este caso, el título. Sobre todo porque en la siguiente jugada, Neguinho aprovechó un centro para atacar al segundo palo, para enviar la bola a la red. Y se acabó lo que se daba para el Barça, que con urgencias y sobre la bocina recibió dos últimos goles de Chaguinha y de Neguinho, que se quedó con las ganas de quedarse en solitario en lo alto del podio, pues comparte cuatro laureles con el Movistar Inter. Y eso, claro, lo festejó con ganas el Palma, que revalida el éxito, que explica que el trono es suyo y solamente suyo.

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