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La remontada de Andriy Lunin, el portero que vino del Este

El meta ucranio, después de tres cursos sin generar confianza, muestra un sorprendente crecimiento y llega a este tramo clave por delante de Kepa

Lorenzo Calonge
Real Madrid Lunin
Andriy Lunin atrapa un balón el pasado domingo contra el Atlético.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

No había en otoño un jugador en la plantilla del Madrid que partiera desde tan abajo en su posición como Andriy Lunin (Krasnograd, Ucrania; 24 años). Se había lesionado Courtois en agosto y el club ató un recambio (Kepa) en 48 horas. En 10 días, el meta vasco ya era titular. Y cuando el ex del Chelsea se lesionó a principios de noviembre, Ancelotti anunció con normalidad, dándolo casi por descontado, que volvería al once en cuanto se recuperara. La titularidad del ucranio era, en esos momentos, algo circunstancial a ojos del italiano. Desde ahí, desde tan atrás, y después de tres años de trabajo sin ganarse la confianza de los técnicos de Valdebebas, remontó Lunin en el último trimestre para hacerse con la portería blanca en el vacío que quedó sin el belga.

Su rendimiento ha sorprendido al cuerpo técnico, que hasta esta inesperada crecida nunca lo había visto como alguien de plenas garantías para un puesto tan delicado. El carácter frío e impasible de este chico del Este tampoco le había ayudado. Hasta la lesión de Kepa, apenas había dejado rastro en los 17 encuentros disputados con el Madrid desde aquel estreno funesto en el Alcoyanazo de Copa de 2021, con Zinedine Zidane, que solo le concedió esa noche. Pero hace tres meses se le abrió una rendija y se coló. Después de tres titularidades seguidas —la primera vez que el ucranio o el vasco lo consiguen desde que se instauraron las rotaciones—, en Valdebebas esperan, siempre dentro de la prudencia, que las siguientes citas le sirvan para consolidarse.

A Kepa, sin embargo, no le ha quedado otra que apelar a la resiliencia. Mientras los técnicos han ido descubriendo con agrado la respuesta de Lunin, con el de Ondarroa han asistido a uno de sus puntos débiles: su dificultad para mantener la regularidad y seguridad a lo largo de una campaña, sobre todo, en cuanto el camino se le tuerce. Cedido hasta junio desde el Chelsea, el periodo de rotaciones abierto a principios de diciembre, a la vista de las primeras buenas actuaciones del ucranio, lo ha ido debilitando.

La estadística refuerza el repunte de Lunin. Es el tercer guardameta de la Liga con mejor porcentaje de paradas teniendo en cuenta todas las competiciones (77,6%), por detrás de Álvaro Vallés (79,8%) y Álex Remiro (78,1%). Kepa, por su parte, es 12º, con un 69,5%. Y mientras él tiene una cifra de siete goles evitados en 15 encuentros, Kepa se encuentra en cero en 18 duelos. Desde el choque ante el Betis, en el que Ancelotti anunció que habría alternancia, el ucranio suma 25 paradas en ocho partidos y Kepa, 10 en cinco.

Pese a la insuficiente confianza que logró transmitir en las tres campañas previas en Valdebebas, siempre llamó la atención su inagotable capacidad de trabajo. Hasta excesiva. “[Luis] Llopis [entrenador de porteros] se mantiene en forma gracias a Lunin, y no al revés. Si volvemos de un partido a las cuatro de la madrugada, él avisa de que vendrá a entrenarse a las 10″, comentaba una fuente de la ciudad deportiva con acceso al vestuario hace un año, cuando el ucranio seguía a la sombra.

Antes de instalarse en 2020 en la primera plantilla (estuvo a préstamo en el Leganés –siete partidos–, Valladolid –dos– y Oviedo –20–), más de un preparador de guardametas trató de hacerle ver que cantidad no siempre es calidad. Incluso, algún entrenador principal no se mostró muy de acuerdo con que Lunin fuera casi todos los días a ejercitarse y que eso afectara a las jornadas libres de su ayudante. Y todavía se recuerda cómo en las semanas anteriores a incorporarse al Madrid en el verano de 2020, se empeñó en entrenarse varios días en el jardín de su casa pese a no estar acondicionado (en cuesta y con pequeñas piedras) ni tener el material adecuado (los balones eran de diferentes marcas). Una mentalidad que muchos han atribuido a su origen del Este.

A su procedencia también achacaron en sus inicios en España su entonces mejorable el juego de pies. “Le costaba pensar rápido para buscar el hombre libre. Se notaba en los partidos que organizábamos en campo reducido. Pero ahora veo que ha progresado en corto y en largo. Y también en el juego aéreo”, analiza uno de sus primeros técnicos, que siempre valoró su potencia.

Con contrato hasta 2025, pudo salir el pasado verano después de tres cursos sin apenas huella en el Bernabéu, pero este joven poco expresivo (también en los peores momentos de la invasión rusa de Ucrania) se ha agarrado casi al último tren. A Courtois se le espera antes de que acabe la temporada, aunque no hay fechas ni plazos marcados. Por delante, el tramo definitivo, al que Lunin llega con ventaja respecto a Kepa.

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