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invasión de campo
Columna
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La conmovedora historia de Dáire, el niño aficionado del Liverpool: (No) es solo fútbol

El encuentro entre Jürgen Klopp y este joven con síndrome de Crommelin me reconcilia con la idea de que este deporte puede seguir haciendo del mundo un sitio mejor

El entrenador del Liverpool, Jürgen Klopp, con Dáire, un joven aficionado 'red' de 12 años que sufre el Síndrome de Crommelin, una enfermedad rara.
El entrenador del Liverpool, Jürgen Klopp, con Dáire, un joven aficionado 'red' de 12 años que sufre el Síndrome de Crommelin, una enfermedad rara.

“Es solo fútbol”. De vez en cuando escucho a gente soltar esta frase como si se la creyeran de verdad. Puestos a creer, me gusta pensar que lo dicen desde el desconocimiento. Habrán conocido otro tipo de deporte, pero desde luego no lo que el fútbol significa para tantísimas personas.

Entre Nochebuena y Nochevieja pasamos de los mejores deseos a propósitos —buenos o malos, ya depende de cada uno—. Los atracones navideños entre polvorones, turrones y villancicos nos reúnen alrededor de una mesa, si tenemos suerte, junto a la gente que más queremos y más nos quiere. La Navidad es una época extraña, hay quien la ama y hay quien la odia, pero cíclicamente toca vivirla, con mayor o menor pasión, una vez al año. Para algunos pasa demasiado rápido, para otros, demasiado lento. Entre los clásicos de la Navidad no pueden faltar Mariah Carey, Love Actually, el cuñao que hay en cada familia y el Boxing Day. Es como un pack que pica a la puerta cada 24 de diciembre sin el que no se entenderían estos días. En cierta manera, desconectamos del deporte para dejar paso a las sobremesas, los bingos, amigos invisibles y demás, pero no demasiado. Es una época que nos reconcilia con lo más importante de las cosas menos importantes, que diría Johan Cruyff. Estos días me conectan con el fútbol en toda su esencia. Porque, qué es sino este deporte del balompié una excusa para hacer felices a los demás.

”Mi vida es el Liverpool. Significa absolutamente todo. No puedo expresarlo con palabras, es simplemente un escape completo, no hay absolutamente nada que ame más”. De lo más conmovedor que he visto últimamente es la historia de Dáire, un aficionado del Liverpool de 12 años que sufre el síndrome de Crommelin, una enfermedad rara que afecta a ocho personas en el mundo y que le tiene postrado en una silla de ruedas por problemas en las piernas. No puede caminar, le falta el fémur en ambas piernas y no tiene brazos de los codos para abajo. Lo que no le falta nunca es una sonrisa en su rostro. Dáire conmovió a todos cuando visitó Anfield y rompió a llorar al escuchar el You’ll never walk alone. Si no habéis visto el vídeo, os recomiendo que lo hagáis, merece mucho la pena.

El club red ha cumplido el sueño de Dáire y ha tenido un bonito gesto navideño. Coincidiendo con el día de Navidad, Jürgen Klopp lo invitó a las instalaciones, donde conoció a su ídolo, Luis Díaz, además de otros jugadores como Darwin Núñez o Mohamed Salah. La cara de este pequeño hincha red es inexplicable, como aquellas cosas que no tienen un equivalente en palabras. Compararlas con cualquier sentimiento de felicidad sería infravalorarlas o menospreciarlas. Cumplir el sueño de Dáire no puede equipararse a ningún título o gol por muy merecedor del Puskas que sea. A veces nos olvidamos del poder transformador que tiene este deporte y del poder que tienen los jugadores para ser ídolos con todo merecimiento. Los insultos, las broncas, las rivalidades llevadas al extremo extradeportivo y todo ese tipo de cosas, empañan lo que verdaderamente debería ser un partido y todo lo que le rodea.

Historias como la de Dáire me reconcilian con la idea de que el fútbol puede seguir haciendo del mundo un sitio mejor, aportando como buenamente puede su granito de arena. Me reafirma la esperanza de que no cuesta tanto hacer feliz a los demás y no solo en estas fechas tan señaladas, sino todo el año. Así que no, el fútbol no es solo fútbol.

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