João Cancelo y João Félix liberan al Barça contra el Oporto
Los azulgrana alcanzan dos años después los octavos de final de la Champions después de remontar un choque muy tenso contra el conjunto portugués
João Cancelo y João Félix, dos portugueses vinculados al Benfica, derrotaron al Oporto y liberaron al Barcelona de su condena en Europa. Los futbolistas fueron más importantes que el juego en el regreso dos años después a la ronda de octavos de la Champions. El fin justificaba los medios y, por tanto, la clasificación permitió pasar de puntillas por la actuación tan discontinua como mejorada del equipo en un partido muy delicado en Montjuïc. La alternativa era ganar o ganar y el Barça ganó: 2-1. El resultado tiene su mérito porque los azulgrana tuvieron que remontar un gol de Pepê. El susto paralizó al equipo y desencadenó a João Cancelo en una noche muy temida en Barcelona.
La trayectoria azulgrana es tan dramática que se acaba por perder la noción de la importancia de los partidos de la fase previa de la Champions. La cita con el Oporto se convirtió sorprendentemente en un partido endemoniado incluso después de su afortunado triunfo en el Estadio Do Dragão. Tenían que volver a ganar los azulgrana por su fiasco en Hamburgo contra el Shakhtar. El equipo ucranio, vencedor también en la penúltima jornada ante el Amberes (1-0), se metió en la pelea por acceder a los octavos y se dispararon las cábalas con vistas a una ronda esquiva las dos últimas temporadas para el Barça.
El partido quedó preñado de una tensión extrema por la necesidad de los puntos y el recuerdo de mal juego que alcanzó de lleno a Xavi. La formación expresó la gravedad del momento porque no jugaban Yamal ni Balde. Apostó el técnico por los futbolistas expertos y afamados, supuestamente también los más responsabilizados y mejor pagados, como si la jerarquía importara más que los especialistas, futbolistas con callo por delante de los formados en La Masia. Una alineación de nombres que encabezó el portero suplente Peña.
El cambio obligado por la lesión de Ter Stegen podía obligar al equipo a poner el retrovisor y aumentar el miedo a perder la pelota, el partido, la salud y el paso en Europa. El Barça empezó muy nervioso, mejor en ataque que en defensa, demasiado permeable a las transiciones de un equipo tan puñetero y con tanto oficio como el Oporto. A los azulgrana les costaba estabilizar el juego, muy pendientes de las conducciones de De Jong, que igual se retrasaba para intentar dar salida a la pelota desde el área que ejercía de medio centro, a veces junto al versátil Cancelo, mientras Araujo, Koundé e Iñigo Martínez cerraban malamente ante Peña.
Ante las dudas del portero y de Koundé con el balón, la presión era el mejor remedio para mantener a raya al Oporto. Los portugueses se empezaron a manejar mejor poco a poco en un choque cada vez más nervioso y sin ritmo, con pocas llegadas, muchos saques de esquina y sin apenas remates, si se exceptúa un tiro de Raphinha. La línea de pase era más fina y precisa en el Oporto. El Barça se contenía, se reprimía, se asustaba y se encomendaba a Peña. Hasta tres remates se sucedieron en una misma jugada antes de que marcara Pepê. A la cuarta se venció el portero, excelente también en un tiro de Galeno.
Las meritorias intervenciones de Peña se sucedieron porque el área del Barça fue una montonera incluso después de que empatara acto seguido Cancelo. Una excelente jugada individual del portugués por la banda izquierda, excelente en el quiebro y el disparo cruzado, redimió en un momento crítico al Barça de sus disfunciones colectivas, dimitido del partido y a merced del Oporto. No había sentido de equipo sino una nómina de futbolistas que intentaban justificar cada uno por su cuenta su cartel ante la preocupación de la hinchada de Montjuïc. La tirantez era tanta que ni Pedri ni Raphinha aprovecharon un último regalo del Oporto.
El descanso fue reparador para el Barcelona porque João Félix armó dos disparos seguidos —uno al larguero— después de que Cancelo continuara profundizando por el costado izquierdo y encarando a Diogo Costa. La asociación portuguesa cuajó a la tercera cuando João Félix se reencontró con el gol 12 partidos después al coronar una asistencia precisa de Cancelo, definitivamente convertido en el jugador del partido, una pesadilla para el Oporto. El gol serenó al Barça, más concentrado y sincronizado, y sin embargo, igual de torpe en defensa, circunstancia que permitió al Oporto redoblar su ataque con la rueda de cambios de Conceiçao. Los contragolpes del Barça, sin embargo, fueron más lúcidos que las embestidas del Oporto, rendido ante el solvente Peña. Ferran y Raphinha no atinaron a cerrar el choque y permitieron que la incertidumbre se mantuviera hasta el final, ya con Cancelo lesionado, sustituido y aclamado por Montjuïc.
El barcelonismo respira y gana tiempo para afrontar con mayor serenidad las visitas del Atlético y el Girona en la Liga. A falta de equipo, Xavi empieza a ganar jugadores o cuanto menos a confirmar la calidad de futbolistas como Cancelo. Las jugadas ayudan a salvar partidos que permiten insistir en una reconstrucción que la derrota negaría sin concesiones, sobre todo en Europa.
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