Piastri se impone en el GP de Azerbaiyán y empieza a dar miedo
El australiano levanta un muro delante de Leclerc para llevarse en Bakú su segundo triunfo y lograr que McLaren supere a Red Bull
Oscar Piastri tiene 23 años, pero aparenta muchos más cada vez que se sube a su coche. Si Kimi Raikkonen se ganó el apodo de Hombre de Hielo, el australiano parece que está congelado, muy apropiado si tenemos en cuenta que nació en Melbourne, una ciudad fantástica para todos aquellos que huyen del calor. En su segunda temporada en el Mundial de Fórmula 1, el chaval está demostrando ser capaz de ofrecer su mejor versión en cualquier registro, al ataque o en defensa, siempre brillante el pupilo de Mark Webber, que ha logrado moldear un piloto con todas las virtudes que tenía él, pero sin el punto emocional que tanto le perjudicó en su época. En Bakú, uno de los circuitos más monumentales del calendario, un escenario que mezcla tramos de vértigo con otros muy lentos, que se retuercen como un caracol, como el pasadizo del castillo, Piastri clavó un domingo para la historia, subido a un monoplaza que no fue el más rápido de la jornada, circunstancia que aún le da más valor a lo conseguido.
El de McLaren pilló con la guardia baja a Charles Leclerc y le birló la cartera al de Ferrari, que intentó devolvérsela y que pasó de pelear por el triunfo a estar a un tris de perder el podio. Si el monegasco terminó el segundo fue por la desgracia de Carlos Sainz y Checo Pérez, que se enroscaron justo detrás de él en la penúltima vuelta, que se estrellaron contra el muro y que forzaron que la carrera llegara al final neutralizada. George Russell sacó tajada de ello para finalizar el tercero, mientras que Fernando Alonso lo hizo el sexto.
¡QUÉ ACCIDENTE ENTRE SAINZ Y PÉREZ CUANDO AMBOS LUCHABAN POR EL PODIO! 💥😬
— DAZN España (@DAZN_ES) September 15, 2024
Triste final cuando ambos habían hecho un auténtico carrerón 🥶#AzerbaiyanDAZNF1 🇦🇿 pic.twitter.com/DSQfljdzqc
La jornada encumbró a Piastri y a McLaren. Al piloto, por todo lo que hizo en la pista, y a su escudería, por el trabajo realizado fuera de ella, dentro de los confines del Technology Center, el laboratorio secreto de los bólidos papaya. A pesar de no conducir el prototipo más rápido, el chico se tiró como un león al cuello de Leclerc en la única oportunidad que tuvo (vuelta 20), nada más pasar por el taller a cambiar las gomas, y le lanzó el coche prácticamente desde Australia. El de Ferrari parpadeó y cuando abrió los ojos se vio el segundo, seguramente pensando qué vueltas habría para recuperar el mando del pelotón. Tiempo tuvo; armas, no. A pesar del acoso al que sometió a su rival, Leclerc se vio incapaz de volver a adelantarle, certificando un domingo casi perfecto para el equipo británico: la segunda victoria de Piastri, combinada con la cuarta posición de Lando Norris —arrancó el 15º— y la debacle de Red Bull permiten a la tropa de Woking superar a la del búfalo rojo al frente de la tabla de puntos de la estadística reservada a los constructores, algo que no conseguía desde 2014.
Con su pareja de jóvenes talentos, McLaren tiene dos joyas y un problema en el horizonte. Después de la gresca entre ambos en Monza —Piastri le tiró el coche a Norris en la primera vuelta y abrió la puerta para que Ferrari se impusiera—, la ejecutiva de la estructura británica sentó a los dos corredores y les pidió cordura, que trataran de pensar en el bien común sin olvidar el individual. El error de Norris en la cronometrada lo eliminó de la ecuación y liberó a su vecino de taller, que se sacó del sombrero una de las carreras de su vida.
“Después de la parada vi que estaba más cerca de Charles, y que tenía más agarre. Sentí que tenía que ir a por ello”, comentó Piastri. “Si no le pasaba al principio de la tanda, no iba a poder hacerlo en la vida”, añadió el muchacho de Victoria, que en un solo año ha asistido a una revitalización prácticamente milagrosa de su prototipo. “Cuando me uní el equipo el año pasado éramos literalmente los últimos, y ahora lideramos el Mundial”, reflexionó el protagonista del día en Azerbaiyán. “Fue una ejecución perfecta por parte de Oscar. No ha sido una sorpresa para nosotros, porque llevamos unos 40 grandes premios trabajando con él y sabemos del talento y la fortaleza mental que tiene. No hay nada que le incordie”, celebró Andrea Stella, el director de McLaren.
Con este resultado, el ganador en Bakú se presentará la semana que viene, en Singapur, a 91 puntos de Max Verstappen, que cruzó la meta el quinto y que permanece líder —con una ventaja de 59 puntos sobre Norris—, aunque se ve más vulnerable que nunca. Justamente la imagen opuesta a la que proyecta el vencedor, metido en una dinámica inmejorable: con 135 puntos, es el integrante de la parrilla que más ha sumado en las últimas siete citas.
Sainz y Pérez se estrellan contra el muro
No está claro si fue más remarcable la gran carrera de Checo Pérez en Bakú, la que hizo Carlos Sainz o que ambos salieran ilesos del brutal accidente que protagonizaron en la penúltima vuelta de la carrera y cuando se estaban jugando, ellos y Charles Leclerc, la segunda y la tercera plaza del podio. A pesar de sus achuchones a Oscar Piastri, el monegasco terminó bajando los brazos y siendo engullido por el mexicano y el español, que llegaron desde atrás y con neumáticos más frescos. El envite del piloto de Red Bull abrió una puerta por la que se coló el madrileño, que le ganó la mano y se colocó a rebufo de su compañero en Ferrari. Al encarar la salida de la segunda curva del trazado, Sainz se fue muy sutilmente hacia la izquierda, en la misma trazada de cada giro, y allí se encontró con el monoplaza de su rival, con quien se enroscó en una maraña de fibra de carbono que se fue directamente a estrellarse contra el muro de hormigón que abraza el circuito de Azerbaiyán. Un fin de fiesta desastroso que podría haber sido trágico, cosa que dejó a los dos implicados más tocados que cabreados, pero sin rencor entre ellos.
“Estoy contento y tranquilo de ver que tanto Checo como yo estamos bien, después de un impacto tan fuerte contra el muro. Y luego, claro, pues muy disgustado porque estaba haciendo una muy buena carrera en un circuito que normalmente me cuesta”, resumió Sainz, que arrancó el tercero y se vio enganchado en la parada en los talleres, y que fue de menos a más, terminando las últimas 20 vueltas como el coche más rápido de todos. “Yo seguí la línea normal en este circuito, y por alguna razón que no entiendo, nos tocamos. Ni siquiera intenté defenderme de él”, añadió el de Ferrari, que como el muchacho de Jalisco pasó por las oficinas de los comisarios a dar su versión de los hechos.
El golpe físico fue duro; el moral, aún más. Para Sainz, que en las últimas citas ha perdido la inercia que cogió al principio del año, y aún más para Pérez, cuestionado como siempre en Red Bull, y que por primera vez tras 16 grandes premios había conseguido superar a Max Verstappen en la cronometrada. Red Bull llegó a Bakú con la amenaza de McLaren, que se fue de allí como nueva referencia en la estadística de fabricantes. En parte, por el rosco del corredor de Jalisco. “Salí de la curva con bastante margen entre los dos coches. Como Leclerc fue hacia mi línea, y como Carlos intentó seguir su rebufo, nos tocamos. Ninguno de los dos tuvimos tiempo de reaccionar. Fue todo muy rápido”, explicó el de Guadalajara. “Fue un fin de semana desastroso, en el que debía haber terminado el segundo o el tercero, y que terminó siendo muy malo por la cantidad de puntos que perdimos”, remachó Pérez.
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