Francia pasa con su cuarto tostón
Un disparo de Kolo Muani que entró tras rebotar en Vertonghen elimina a la también timorata Bélgica
Será difícil que Kolo Muani pueda redimirse de aquel mano a mano que le ganó el Tibu Martínez en el último suspiro de la prórroga de la final del Mundial de Qatar que hubiera proclamado a Francia campeona. Al menos, aunque fuera con ayuda de un rebote, logró marcar el tanto que dio el pase a cuartos de final a los bleus a falta de cinco minutos. Que su disparo no fuera limpio fue digno de la espesura de partido que se despacharon franceses y belgas en el Sprit Stadion de Düsseldorf.
Otro estadio lleno para ver a una Francia pacata seguir en la competición sin que sus luminarias brillen. Deschamps lleva pleno en esta Eurocopa. Cuarto partido y cuarto tostón de Francia. Con resultados cortos y partidos de las mismas trazas ya se proclamó campeón del mundo en 2018.¿Para qué cambiar? El unocerismo forma parte de su libreto de cabecera. La exuberancia física de los Tchouameni, Rabiot, Kanté, Upamecano, Sadiba o Theo Hernández le da de sobra para contener a sus rivales. Atacar es otra cosa, pero alguna de sus individualidades puede decidir partidos. Tampoco contribuyó Bélgica a que brotara un partido para recordar. Siquiera un tramo potable que certificara que jugaban dos selecciones compuestas por un puñado de buenos futbolistas a cada lado,
El exceso de respeto desfigura las alineaciones y aplana el juego por mucho lustre que luzcan. Incluso aunque los dibujos sean amenazantes. La de Francia exhibía a Griezmann y a Mbappé como extremos y a Marcus Thuram como cabeza de área. A la hora de la verdad, Deschamps no se atrevió a concretar los ensayos con el figurado diamante en el que Griezmann ocupaba el vértice superior por detrás de sus dos compañeros de ataque. Debía suponer un exceso de brillo para el conservador seleccionador francés.
Enfrente, la Bélgica de Tedesco lucía palmito con Doku, Openda, Carrasco, Lukaku y De Bruyne al mando. Dio grima ver a este último en el círculo central golpear tantos balones en largo cuando le llegaban después de un sinfín de pases dormidera que se dedicaban los centrales Vertonghen y Faes. A lo que juega y cómo juega De Bruyne con Pep Guardiola en el City es otra cosa, otro deporte. Mal asunto cuando dos entrenadores deciden que riesgos, los justos. El resultado fue uno de esos partidos en los que se confía más en una pifia del contrario que en el propio potencial para desequilibrar.
Si en la propuesta de Tedesco se adivinó un sentimiento de inferioridad, la de Deschamps destilaba un empecinamiento desnaturalizador. Griezmann ya no está para desbordar en la banda. Puede descargar una jugada a un toque y poco más. Tampoco Mbappé se siente cómodo fijándose tanto pegado a la cal. A ninguno de los dos favorecía que Deschamps tampoco diera vuelo a Koundé y Theo Hernández. Este último es un potro rompedor con espacios por delante. En estático, se empastaba con Mbappé. No fue casualidad que el gol de Francia se fabricara con Theo Hernández driblando hacia adentro y Griezmann en la media luna del área para ordenar el tráfico ofensivo. La libertad puede ordenar el talento.
Si Bélgica no quería la pelota, Francia no sabía qué hacer con ella para armar el juego donde se ganan los partidos. El pizarreo gobernó el primer acto, sin rasguño alguno para Maignan y Casteels. Partido clásico de mata-mata, como llaman los brasileños a las eliminatorias, en los que el miedo castra la inventiva. Algunos escarceos del agitador Doku, otro que con Guardiola disfruta más, o un cabezazo de Thuram fueron las migajas que dejaron ambas selecciones.
Jugar a nada
No se bajaron de sus libretos ni Deschamps ni Tedesco, dispuestos a que sus futbolistas continuaran con esa batalla que debía dar un vencedor por desgaste. Los dos apostaron por un partido largo y por momentos superaron sus expectativas porque se hizo eterno. Se soltó un poco más Francia en el segundo acto en la medida que Bélgica se parapetó más en su idea de alargar que se jugara a que no pasara nada. Tchouamení probó a Casteels con algo de intención por primera vez. Mbappé tuvo ese ratito en el que se activa para ver si resuelve el solo el partido. También De Bruyne sacó su clase a pasear con un pase filtrado que Carrasco desperdició.
La jugada fue la prueba de que el primero está más para combinar y jugar por abajo que para golpear meros desplazamientos en largo que provoquen segundas jugadas con las dejadas de Lukaku. Este también desempolvó los guantes de Maignan con un duro disparo. Tuvo que ser en una de las pocas jugadas bien ligadas de Francia con la que se decidió el partido. La pelota le cayó a Theo Hernández y este se lanzó a driblar en paralelo a la frontal del área hasta que pudo conectar con Griezman en el semicírculo. Este, con un toque, abrió a Koundé, también con la melena suelta pisando área. El azulgrana combinó con Tchouamení que vio el desmarque corto de Kolo Muani. El disparo rebotó en Vertonghen y superó a Casteels.
Si la jugada estuvo por encima del partido, el rebote con el que el disparo del atacante del PSG se coló en la meta belga sí estuvo a su altura. Un tostón.
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