Kroos y Gündogan encienden la mecha de la Eurocopa
La vieja sociedad de sus volantes conduce a Alemania a un dulce paseo goleador ante una Escocia folclórica pero sin fútbol
La vieja sociedad de Kroos y Gündogan completó uno de los partidos más plácidos que se le recuerda y Escocia se rindió sin combatir ante una Alemania descomprimida, pujante y alegre. Al fin liberada de la tensión de la espera, la selección comenzó su Eurocopa con un golpe de autoridad que no encontró respuesta. Sacudida por las tensiones políticas de un país que se siente amenazado por el declive, la hinchada local lo celebró sin apenas exhibiciones de patriotismo. Reinó cierto comedimiento frente a los ruidosos visitantes del norte. El 5-1 fue la mayor goleada registrada en el debut de una Eurocopa.
El gaitero pulsó las notas de The Brave y los 10.000 hombres con falda tipo kilt, los que tenían entrada, fueron ocupando las gradas de la Arena de Múnich, como un pequeño destacamento, feliz y animoso, que avanza y se separa de una columna interminable de reservas que se quedan fuera. El consulado británico en Baviera indicó que hasta 200.000 escoceses se desplazaron para ver a su equipo en el debut de la Eurocopa. La inmensa mayoría, sin esperanzas de acceder al estadio, se contentaron con disfrutar del paseo bebiendo la famosa cerveza que patentaron los monjes Agustinos. Si Steve Clarke, el seleccionador, el líder nacional que amalgamó este movimiento, hubiera conseguido transferir una partícula de este entusiasmo aventurero a su equipo, si sus jugadores se hubieran comportado con el mismo optimismo, Escocia habría tenido más oportunidades. No tuvo ni una: cero disparos contra veinte. Por no tener, no amagó ni con divertirse a sí misma, de tanta tensión malgastada, tanto desorden, tanto despropósito futbolístico.
El folklore se prolongó durante varias noches de juerga. Pero a Escocia el fútbol se le agotó en diez minutos. Bastó que Steve Clarke colocara a sus jugadores en la peor de las situaciones posibles: bloque medio. Ni encerrados en su área, ni en actitud de presionar a los alemanes cuando iniciaban las jugadas, esta formación liberó espacios a la espalda de la defensa visitante y permitió que Toni Kroos diera los primeros pases después de calibrar cada maniobra y otear el horizonte con tranquilidad. Nadie molestó al centrocampista que canaliza el juego de Alemania y Gündogan tuvo la habilidad de ofrecerse a sus envíos con la regularidad de un marcapasos. Moviéndose abajo y arriba, del círculo central a la espalda de McGregor y McTominay, el volante del Barça se convirtió en la estación intermedia en el avance de su equipo y en motivo de descomposición en la formación adversaria.
Los pivotes escoceses no sabían si avanzar o retroceder y sus centrales no se atrevían a salir a anticipar a nadie, paralizados por el ingenio de Gündogan, Musiala y Wirtz, cuando Kroos se resbaló al golpear la pelota. Transcurría el minuto diez y se hizo evidente que Kroos eligió mal los tacos, porque su pie de apoyo, el izquierdo, no encontró sustento en toda la primera parte. Pero desequilibrado y todo, su cambio de orientación de 50 metros encontró a Kimmich corriendo solo por la banda. Con espacios, el lateral cruzó el centro y Wirtz lo remató desde la frontal del área. Gunn casi desvía el tiro, pero el palo se alió con los atacantes y el 1-0 se inscribió en el marcador.
Clarke tiene fama de líder carismático. Inspira confianza en lo que insinúa. En vísperas de viajar a Alemania señaló que evitar la derrota en el partido inaugural ante la potencia que organiza su torneo sería un resultado espléndido para una selección que no alcanzaba una gran fase final desde el Mundial de 1998. Sus jugadores saltaron al campo a evitar la derrota y a fuerza de bajarse el listón se encontraron posicionados en tierra de nadie, indecisos y sin fe. El 2-0 se gestó con otro pase a de Kroos a Gündogan, que se giró ante McGregor antes de dejar solo a Havertz contra el portero en una jugada que acabó culminando Musiala. El 3-0, consecuencia de un penalti y una expulsión provocada por Gündogan, dejó a Escocia en ruinas antes del descanso. Lo mejor del segundo tiempo también fue obra de Gündogan, que habilitó de tacón a Füllkrug en el 4-0. Sobre el final Can hizo el 5-0 en un clima de distensión propio de entrenamiento.
El gol de Escocia se lo hizo Rüdiger en propia meta, cómo no, tras una falta lateral. La hinchada viajera lo celebró como un gran éxito. Hasta cantaron Flower of Scotland, coda de un partido unidireccional y de una fiesta histórica.
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