La vieja conciencia italiana
Bonucci, junto al renqueante Chiellini, con quien lleva 300 partidos juntos, lidera la defensa de esta refrescada ‘Azzurra’
“Había que tener coraje, huevos, para tomar esa decisión”, afirmaba inflamado Leonardo Bonucci nada más cambiar la Juventus por el Milan en 2017. La mudanza había generado todo un terremoto en Italia, un trauma para los implicados. “Si yo hubiese estado allí, le habría hecho pensar”, comentaba tiempo después uno de los más afectados, su pareja de hecho en la defensa bianconera y en la selección, Giorgio Chiellini, que de un día para otro se vio sin una parte de sí mismo. “Siempre se van cuando yo no estoy. Con [Antonio] Conte pasó lo mismo. Leo no se quedó en paz consigo mismo. Podría haber entendido que se fuera al Real Madrid, ¿pero al Milan?”, se preguntaba sorprendido en su biografía cesarista, Io Giorgio. La ruptura, por suerte para ambos, apenas duró una temporada y Bonucci regresó pronto a la metalurgia turinesa.
Este fue el único momento en que estos dos viejos capataces de la defensa se separaron en la última década. Desde que se aliaron en 2010 en la Vecchia Signora, suman 300 partidos juntos en el once titular entre la Juve y el equipo nacional. Probablemente, la pareja de centrales de la actualidad más siamesa en el alto nivel. Puyol y Piqué, por ejemplo, indiscutibles en el Barça de Guardiola y en la España campeona del mundo, no alcanzaron ni el centenar (91), y Sergio Ramos y Varane, que ahora se desligan tras unirse en 2011, han llegado a los 139.
Este sábado, en octavos contra Austria (21.00, Telecinco), la duda es si Roberto Mancini podrá volver a juntar a Bonucci y Chiellini porque este último se retiró con molestias en el segundo partido, contra Suiza. Si no está disponible desde el arranque, todo apunta a Francesco Acerbi, de la Lazio.
En esta Italia refrescada que tanto ha llamado la atención en la primera fase (tres triunfos, siete goles a favor y ninguno en contra), una cosa quedó clara desde el principio: la jefatura de la zaga es cosa de estos dos viejos lobos, fijos en la Eurocopa mientras la salud acompañó. Ellos son los únicos que superan las 100 internacionalidades mientras el resto, como mucho, llega a la mitad (Immobile, 48).
En el país que hizo de la defensa su copyright, que alumbró parejas como Nesta y Cannavaro o Baresi y Costacurta, esta es la época de Bonucci y Chiellini, de 34 y 36 años, respectivamente, que todavía resisten a las ausencias de sus antiguos compañeros Barzagli y Buffon, y que ya están a diez encuentros de Baresi y Costacurta (310). La trinchera es cosa de todos, pero en esta Azzurra de 30 partidos seguidos sin perder y 11 consecutivos ganando sin encajar -a uno de su propio récord-, ellos forman el penúltimo dique. En su regreso a la Juventus, Massimiliano Allegri ya pidió la continuidad de ambos.
Del medio a la zaga
En el alambre Chiellini para los octavos, del que no se duda contra Austria es de Bonucci, un defensa “de sangre caliente”, según se definió a sí mismo, con alma de centrocampista. Ahí empezó de joven hasta que su entrenador en el Viterbese, cuando aún no había llegado a la mayoría de edad, le explicó que su “elegancia, coordinación, técnica y colocación” las explotaría mejor desde el centro de la zaga. “Creo que puedes ser el nuevo Nesta”, le dijo.
Pese a esta apuesta, el defensa criado luego en la cantera del Inter -un trauma añadido a su fugaz paso por el Milan- ha asegurado en más de una ocasión que su carrera le ha obligado a “cultivar el sentido del desafío” contra las críticas y, en algunos momentos, la falta de valoración. E, inevitablemente también, por la grave enfermedad de su hijo Matteo, que le hizo plantearse hace un lustro la retirada.
Sin Chiellini a su lado, circunstancia que podría darse este sábado ante Austria, la responsabilidad es mayor para él. Los dos juntos inculcaron a sus compañeros antes del torneo, según captó un documental de la RAI, que cada portería a cero era un éxito. “Estoy contento de que no solo hayamos visto un fútbol ofensivo y atractivo, sino que todos se hayan manchado las manos. Como defensa, siempre te gusta ganar 1-0”, advertía estos días Bonucci apelando al viejo cuerpo ideológico italiano. Ellos están ahí, sobre todo, para eso.
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