Locatelli, modestia aparte

Al marcar su primer gol con el Milan, en 2016 y ante el Sassuolo, Manuel Locatelli (Lecco, Italia; 23 años) rompió a llorar frente a las cámaras. “Estoy soñando. No creía que todo esto fuera cierto. Hemos hecho una gran remontada”, acertó a decir. Fue una declaración de amor al Milan —llegó a los 11 años—, también una forma de sacudirse los nervios porque siempre le señalaron como el futuro y ya le exigían ser el presente. “Estamos ante el nuevo Andrea Pirlo”, auguró Silvio Berlusconi, entonces presidente del club lombardo. No sucedió así. “Necesitaba tiempo y no me lo dieron”, se lamentó el centrocampista, traspasado al Sassuolo en 2018 por 12 millones. Hoy es la catapulta de Italia, en octavos tras vencer a Turquía y Suiza, rival este domingo de Gales (18.00. Cuatro).

Locatelli brilló en las inferiores del Milan, también en las de la selección desde la sub-15. “Siempre ha visto líneas de pase que los demás no veían. Destacaba”, recuerda Filippo Galli, entonces director del fútbol base del Milan y ahora director de metodología en el Parma; “pero en ocasiones se desconectaba. Eso es lo que más trabajamos con él, que tuviera continuidad durante los 90 minutos”. Eso y su chulería. “Le prohibí viajar con el equipo a la final de un campeonato europeo sub-17. Debíamos enseñarle modestia. Me dijo que lloró durante una semana. Le respondí que mejor llorar una semana para cambiar que no cambiar”, revela Arrigo Sacchi, extécnico del Milan y de las selecciones inferiores italianas; “y funcionó”.

Tanto que acabó por debutar con el Milan en 2016 de la mano de Cristian Brocchi. Quizá no fue antes de tiempo, pero sí que se le cargó con excesiva responsabilidad en un equipo que no levanta el scudetto desde 2011. “Es la historia del fútbol… A veces no se tiene paciencia con los jóvenes en los grandes clubes. Es así”, se lamenta Franco Baresi, campeón del Mundial 82 y central del Milan de 1977 a 1997. “Hizo un buen primer año, pero en el segundo bajó”, valora Galli.

Y se marchó al Sassuolo de Roberto De Zerbi. “Le hizo crecer y le enseñó un fútbol bonito”, apunta Sacchi. “Lo fue moldeando y le descargó del peso que llevaba a cuestas en Milan”, apunta Matteo Brighi, que pasó por la Juve, Parma, Roma y Sassuolo entre otros, en su día también internacional.

Capital en el Sassuolo, ha llegado a la selección para anclarse, pues quizá está en el Europeo por la pandemia porque hace justo un año que Mancini le reclutó. “Para alcanzar mi nivel actual, tuve que dar un paso atrás. Yo también tenía miedo de enfrentar mis debilidades y culpé a los demás, pero también tuve la culpa”, admitía Locatelli. “Ahora quiero jugar en un gran equipo porque me gustaría escuchar la música de la Champions”, añadía el jugador, que ya se lo cree en esta Eurocopa, MVP frente a Suiza con dos goles, también protagonista en la sala de prensa al emular a Ronaldo y su gesto de apartar la Coca-Coca. “Ha crecido muchísimo y se ha convertido tan importante en el Sassuolo como con la selección. Le va muy bien este juego y le hace resaltar porque es técnico, veloz en las entregas y el pensamiento…”, resuelve Baresi. “Ahora corre como nunca”, subraya Sacchi.

Locatelli brilla en una Italia sin grandes estrellas. “No hay campeones como Mbappé o Cristian, pero es un grupo de óptimos jugadores. Locatelli partía por detrás de Verratti, pero parece listo para el siguiente paso”, expone Brighi. “Este torneo confirma su calidad. Será difícil que ahora le quiten el sitio, ¿no?”, se suma Baresi. Por lo que con Verratti y Jorginho supuestamente fijos, peligra Barella, compañero suyo en la selección sub-17.

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