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Eurocopa - Grupo e - jornada 3
Eslovaquia
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0 5
Finalizado
España
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Martin Dubravka 29'Laporte 48'Sarabia 55'Ferrán Torres 66'Kucka 71'

Hamsik, el tímido que triunfó en un volcán

El capitán eslovaco se siente a la derecha de Maradona como leyenda del Nápoles pese a tener un carácter opuesto

Marek Hamsik, este martes en el entrenamiento en La Cartuja.
Marek Hamsik, este martes en el entrenamiento en La Cartuja.Alejandro Ruesga Sanchez

En el club de los futbolistas infravalorados, Marek Hamsik (Banská Bystrica, 33 años), que este miércoles capitanea a la selección de Eslovaquia ante España, es uno de los referentes. Quizás porque aparenta todo lo que no es y muestra aquello que nadie espera. Puede que también porque en su día privilegió la lealtad sobre la ambición y se mantuvo tangencial a la élite desde la que le reclamaban. “Al principio lo ves como un chaval raro, con peinados extraños y lleno de tatuajes, y piensas que es un tipo extrovertido, un líder. Pero él lidera por su manera de trabajar. Es muy buen compañero, muy callado, no se mete en líos ni le gustan las cámaras”, describe Toni Doblas, ahora entrenador de porteros del Betis y excompañero del eslovaco en el Nápoles.

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En ese abigarrado planeta de las faldas del Vesubio, el retraído Hamsik está a la derecha de Maradona. Doce temporadas allí le dieron para superar al argentino como máximo goleador (luego les batió el belga Mertens) y al mítico zaguero Peppe Bruscolotti como el jugador que más veces defendió ese escudo: 520 partidos y 121 goles definen a un futbolista que no es un delantero, pero tiene gol, al que el seleccionador Stefan Tarkovi emplea como falso nueve, liberado de tareas defensivas.

Porque Hamsik ya no es el motorcito de hace una década. Se fue de su país sin haber jugado un partido en Primera y aterrizó en el Brescia con 17 años. Emergió como un centrocampista de largo aliento, comparado tantas veces con Pavel Nedved. Pero evolucionó a llegador, en realidad a ejercer de hombre orquesta. “Todo lo hace bien. Tiene buen golpeo, llega bien al área rival, sabe cabecear, en el juego combinativo es muy bueno y es un tipo muy competitivo”, le define Doblas.

Pero seguramente lo que explica el devenir de Hamsik es su ética de trabajo. En Nápoles, todos le llaman Marekiaro, un juego de palabras entre su nombre y el barrio de Marechiaro, un promontorio que ejerce de privilegiado balcón sobre la bahía de Nápoles y que alberga preciadas villas. El neologismo tampoco le define. Hamsik nunca vivió en Marechiaro, sino en Castel Volturno, en un entorno conflictivo en el que vio una ventaja: la proximidad al campo de entrenamiento. “Lideró al club durante años con el trabajo, no con la palabra. Y se ganó el cariño”, resuelve Doblas.

Fallida experiencia en China

En febrero de 2019, Hamsik sorprendió a todos y aceptó una oferta del Dalian, chino, a razón de 27 millones a repartir durante tres años. Nápoles le homenajeó como uno de los suyos. “Mi manchi come Hamsik, Lavezzi e Cavani (Te echo de menos como a Hamsik, Lavezzi y Cavani)”, luce en varias pintadas que adornan la capital partenopea. Nápoles emergió con ese tridente, que en 2012 le dio al club el primer título post Maradona, una Copa de Italia que volvió a las vitrinas en 2014 ya sin Lavezzi y Cavani.

Hamsik era el líder indiscutido y no tuvo que repetir la demanda que le hizo su amigo Lavezzi en el primer título. “Hoy no te acuestas. Acabaremos la fiesta de día”, le dijo. Hamsik le replicó que no le gustan los excesos, pero se dejó llevar por la pasión de su compañero argentino. No por la de Mino Raiola, su representante, que intentó romper el contrato con el Nápoles y se lo ofreció a la Juventus. “Nápoles no es una prisión. No quiero irme. Ganar aquí una Copa es mejor que ganar cualquier competición en otro lugar”, explicó. Y rompió con Raiola.

Lo que nunca rompió es el vínculo con Eslovaquia. En la piel lleva tatuado el nombre de su ciudad natal, Banská Bystrica. Hijo de un futbolista que no pasó de Segunda y de una balonmanista internacional, con 22 años fue el capitán de la selección en el Mundial de Sudáfrica. Y la Eurocopa fue su prioridad cuando decidió romper con el Dalian. Necesitaba partidos y se fue al Goteborg por un salario que no pasaba de los 10.000 euros al mes.

“La seriedad es muy importante”, explicó para dejar entrever su desilusión con la experiencia asiática. Ahora acaba de firmar dos años con el Trabzonspor, turco, por millón y medio cada uno. Pero ya anuncia que será entrenador y que su corazón sigue en Nápoles. “Es el capitán de una ciudad”, apuntó el escritor Maurizio de Giovanni. Y el de un pequeño país, Eslovaquia, que late fútbol.

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