Un buen desempeño mal concretado
España se enfrenta a una encrucijada: caer en la melancolía o metabolizar las buenas noticias que dejó en Sevilla
Un esforzado, y a veces muy estimable, partido de España no le sirvió para derrotar a Suecia, que se parece a todas las suecias de los últimos 50 años. Está adoctrinado en el 4-4-2 con un fervor religioso. Con la misma pasión se atrinchera en el área y sus alrededores, dos líneas juntas, máxima densidad defensiva, todo muy básico, como su juego, que depende del aprovechamiento de los saques de esquina, faltas laterales y los despistes de los rivales. Suecia afea los partidos y los vuelve pedregosos, difíciles de digerir. Es su manera de interpretar el fútbol, y de ahí no le mueve nadie.
El empate abunda en una sospecha: a la selección le falta pólvora. Encerró a Suecia en el área y comenzó un trabajo de erosión que generó las suficientes oportunidades para ganar el encuentro. Algunas de las principales correspondieron a Morata, que atraviesa un largo periodo de ansiedad y desconfianza. No es una garantía en el área, en especial cuando tiene que pensar, elegir y rematar. Funciona mejor cuando está en modo automático.
Morata desperdició dos ocasiones clamorosas, las clásicas oportunidades que liquidan un partido y despejan el horizonte en esta clase de torneos. El empate alimentará el estrés en la selección, que no encuentra la manera de llevarse los partidos que merece ganar. Éste fue uno de ellos. Luis Enrique mezcló unos cuantos veteranos con varios jóvenes, Pedri entre ellos. No le superó el encuentro. Al revés, fue el más productivo de los centrocampistas.
Prietas sus líneas, Suecia apenas inquietó a España. Se acogió a la zancada y creatividad de Isak, que demostró su creciente categoría en el concierto internacional. Isak apareció poco porque estuvo abandonado a su suerte, pero es la clase de delantero capaz de ganar un partido por su cuenta. Suecia ya sabe a quién agarrarse en los próximos años.
La selección jugó con insistencia y personalidad. Buscó más los costados que el juego interior, excepto en las apariciones de Pedri, que atacaba en diagonal, limpiaba a un rival y filtraba el pase correcto. Cosas de excelente jugador. A España le faltó algún otro futbolista capaz de desestabilizar a la defensa sueca por habilidad. El ingreso de Thiago mejoró al equipo. Gerard Moreno entró tarde, más de lo aconsejable.
El equipo transmitió buenas vibraciones. El torneo se encargará de retocarlo. España ganó la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012 con tres resultados diferentes en el partido inicial. Venció a Rusia en 2008, perdió con Suiza en 2010 y empató con Italia en 2012. El primer partido informa, pero no decide ni el destino, ni la configuración del equipo. Si algo caracteriza a esta selección, es el parejo nivel de los jugadores. A ninguno se le puede incluir entre los tres o cuatro mejores del mundo en su puesto, pero hay una mayoría de futbolistas más que competentes.
Luis Enrique ha buscado un equipo durante los últimos años. Todavía no lo ha conseguido. Se mantiene el proceso de construcción, después de nueve años de decepciones en los grandes torneos. Esta Eurocopa se antoja decisiva para conocer la respuesta de sus jóvenes jugadores a las exigencias de una gran competición. El empate con Suecia puede mover a la frustración, pero el encuentro ofreció señales luminosas.
España jugó con empaque, decisión y continuidad. Cometió menos distracciones que en los últimos encuentros y no le faltó identidad. Le toca digerir un mal resultado, y eso también pertenece al proceso de aprendizaje. Ahora se enfrenta a una encrucijada: caer en la melancolía o metabolizar las buenas noticias que dejó en Sevilla. Diga lo que diga el empate, el desempeño de España fue más que meritorio.
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