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El Montañista
Coordinado por Óscar Gogorza
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Janja Garnbret, oro olímpico, avisa: la anorexia atlética es uno de los peligros de la escalada

La escaladora eslovena denuncia el escaso compromiso de la federación internacional para luchar contra los trastornos alimenticios en la disciplina: “No queremos esqueletos, no miremos a otro lado”

Janja Garnbret durante la final del Campeonato Mundial de escalada celebrado en Berna, el sábado.
Janja Garnbret durante la final del Campeonato Mundial de escalada celebrado en Berna, el sábado.ANTHONY ANEX (EFE)

En su libro, El Maharajá chino (Desnivel, 2015), el inmenso alpinista Voytek Kurtyka confesaba una dicotomía frecuente en el mundillo de la escalada: ¿escalaría mejor, más duro, más difícil si lograba adelgazar el máximo posible o sería mejor conservar su peso habitual pero ganar fuerza hasta alcanzar el objetivo deseado? Kurtyka no competía en escalada y nunca hubiese imaginado que esta disciplina llegaría a ser olímpica. Ahora, muchos de los adolescentes que compiten escalando, ya sea en la modalidad de cuerda o en la de bloque, se hacen, cómo no, la misma pregunta que se hacía el alpinista polaco. Y no siempre aciertan con la respuesta.

Los trastornos alimenticios en el mundo vertical parecen fuera de control a tenor de los últimos acontecimientos que se han conocido en el seno de la federación internacional de escalada (IFSC), hechos que la mismísima eslovena Janja Garnbret, primer oro femenino olímpico de la historia, ha señalado sin medianías. “¿Queremos criar una nueva generación de esqueletos? No miremos hacia otro lado”, pedía hace escasos días en un llamamiento a través de sus redes sociales. Garnbret, delgada, pero extremadamente fuerte, es una leyenda casi sin rivales en la élite de la escalada; resulta agotador enumerar sus títulos mundiales, europeos o sus victorias en la Copa del Mundo de dificultad. La línea entre una delgadez acorde con la excelencia deportiva y la fatiga crónica no siempre resulta sencilla de trazar.

Janja Garnbret durante una prueba del Campeonato Mundial de Escalada celebrado en Berna, el sábado.
Janja Garnbret durante una prueba del Campeonato Mundial de Escalada celebrado en Berna, el sábado.ANTHONY ANEX (EFE)

La proclama de Garnbret llega justo en el arranque de los Mundiales que se celebran entre el 1 y el 12 de agosto en la localidad suiza de Berna, casi cuatro semanas después de que se produjese la inesperada dimisión del presidente de la comisión médica de la IFSC, el austríaco Eugen Burstcher, y de otro miembro de ésta, el alemán Volker Schoeffl. Ambos señalaron la inacción de la federación internacional frente a los casos de extrema delgadez de los competidores, realidad que ocupa a los estamentos médicos desde hace años. Lo que antes se conocía como anorexia atlética ha sido rebautizado como síndrome de la RED-S, una patología traducida como “síndrome de la deficiencia energética relativa en el deporte”. Es decir: comer menos de lo gastado, desequilibrio que genera un grave cuadro fisiológico y, también, mental. Según los especialistas médicos que lidian con este problema, el RED-S origina numerosas alteraciones que afectan al metabolismo, a la salud dental ósea y cardiovascular, a la función menstrual… y, finalmente, trastornos psiquiátricos.

Muchos escaladores de competición visitan, desde muy jóvenes, la consulta de un psicólogo para resolver problemas de frustración y de alimentación. En su carta de dimisión, Burstcher, miembro de la comisión médica de la IFSC desde su fundación en 2009, denunció la política actual “inaceptable con respecto a la RED-S”. Y añadía: “Trabajamos en el tema desde hace diez años y en consecuencia disponemos de los datos más profundos al respecto. Hemos señalado el problema así como las posibles soluciones al director deportivo y a la junta de forma continua y repetida. A cambio solo hemos merecido difamación y desaliento. Es posible que la IFSC no esté dispuesta a tomar medidas adicionales con respecto a este importante problema de salud de sus atletas y está retrasando deliberadamente cualquier decisión que pueda conducir a una necesaria acción”.

Janja Garnbret tampoco se ha andado por las ramas: “Cabello quebradizo, expresiones apagadas, rostros que tratan de mostrar que están bien, pero ¿realmente lo están?”, rezaba la introducción de su llamamiento en las redes sociales. Y sigue: “Comer de menos no es algo de lo que estar orgulloso ni algo representativo del éxito. Ser ligero no significa ser fuerte. No puedo ni contar las veces que he escuchado a alguien decir que odiaba su cuerpo o que quería ser más delgado. Me rompe el corazón escuchar a niñas decir que si pierden unos kilos podrían ser tan fuertes como la niña de al lado. Duele ver tantos ejemplos en la comunidad de escaladores (…) animo a los entrenadores a contratar dietistas u otros profesionales para hablar sobre nutrición a sus atletas e incluso a educar a los entrenadores sobre los trastornos alimentarios. Las evaluaciones RED-S deberían ser obligatorias para todos los participantes de la Copa del Mundo y la Copa de Europa”, sentencia. Pero con los Juegos de París a la vuelta de la esquina, la segunda cita de este tipo en la historia de la escalada, algo parece frenar la intervención drástica de la IFSC.

La campeona eslovena pide sanciones para aquellos competidores que no alcancen los umbrales que establecen los médicos, y sugiere que sean organismos externos quienes juzguen dichas carencias puesto que “las federaciones nacionales pueden pecar de demasiada cercanía personal para ver la verdad o de demasiada dependencia del éxito de un deportista para tomar las decisiones necesarias”. Garnbret pide, igualmente, que la desnutrición en su deporte se trate con urgencia, que nadie mire hacia otro lado.

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