Paula Blasi y Benjamín Noval, perlas del ciclismo español en el Mundial de Ruanda
La catalana consiguió el bronce en la carrera sub-23 mientras el asturiano se fue contra una valla cuando peleaba a los 16 años por el oro júnior


Con el frenesí de sus 16 años aún y la elegancia absoluta de una caída cuando pelea por la victoria después de demostrar que es el más fuerte deja su huella profunda el asturiano Benjamín Noval en el Mundial júnior de Kigali, entre sones de trompeta y tambores de fiesta en las voluptuosas colinas de Ruanda, muro de Kimihurura, pavés antiguo, allí donde la víspera, Paula Blasi, catalana de 22 años, había marcado territorio en el ciclismo mundial consiguiendo la medalla de bronce en la prueba sub-23.
Dos cracks de la bicicleta que hacen creer a la afición que hay futuro y que han crecido por caminos muy diferentes.

Noval ha mamado el ciclismo y es ciclista inevitablemente, hijo de ciclista, Noval senior, que corrió el Tour trabajando para Armstrong y también para Contador. Quiere ser campeón, una mezcla de sus admirados Pidcock, Van Aert y Van der Poel, a quienes ve de cerca en los inviernos de ciclocross, o quizás también como Pogacar, quién sabe, y le dice a su padre que él no es como él, que no ha nacido para trabajar para otros. Él cree en sí mismo tanto o más que el Ineos, que le ha fichado ya con un contrato millonario hasta 2028, y corre en Kigali acorde a su ambición y al estilo más de Van der Poel o Pidcock, agresivo, atacante desde lejos, la bandera de España estampada en su casco como un faro para enseñar al mundo su grandeza. Delante, a un puñado de segundos, y le persigue duro, tiene a un inglés de Yorkshire dos años mayor que él, un Harry Hudson de labios carnosos, cara de niño y rizos rojos que, las conchas de Shell en los brazos tan delgaditos, despierta en la memoria la imagen vieja del Tom Simpson que ganó en Lasarte el Mundial del 65. Acompañado de un francés, Blanc, se acerca a él Noval, destino ineluctable, desde la cuesta del campo de golf, y al pie de la subida final, Kimihurura, se vuelve para decirle al francés que colabore y cuando se quiere dar cuenta está encima de una valla. En el suelo se agarra la muñeca izquierda. Tenía la carrera ganada, pensaba, pero solo había ganado dolor y rabia. “No sé si tendré algo aquí, en el brazo”, dice por la tele. “Me encontraba muy bien en la última vuelta. Intenté atacar, estaba a 10s del primero e iba a por él”. Gana Hudson, un escalador que ha triunfado en la Vuelta a Cantabria y ha ganado la Lieja júnior, y ya ha firmado con el Lidl de Markel Irizar.
Paula Blasi es la mejor ciclista española del momento (cuatro victorias esta temporada con los colores del UAE), ciclista por elección tardía, ya cumplidos los 18, después de dejar el atletismo, prometedora mediofondista (2.11 en los 800m a los 17 años), harta de lesionarse. “Más que por las victorias que he conseguido, el ciclismo me llena por lo que me aporta. El atletismo me frustraba porque en el atletismo no podía llegar a mi límite de rendimiento, que es lo que me motiva, porque antes llegaba a mi límite físico en forma de lesiones”. Explica la ciclista de Esplugues de Llobregat que se entrenaba en el Universitari de Barcelona, donde estudió Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. “La bici me ha abierto otra puerta. Obviamente puedo sobrentrenarme o caerme, pero el nivel de impacto es mucho menor. Puedo exprimirme bien entrenando y luego así ver resultados en carrera. Y, además, viendo a mi hermano lo que le cuesta establecerse en el atletismo, el ciclismo creo que está muy bien, tiene una estructura mucho mejor para poder vivirlo como profesión. Pero siempre seguiré corriendo. No se me ha olvidado eso del correr. Hago todos los años la Cursa del Nassos [la San Silvestre de Barcelona], y no muy mal, los 10K en 36 minutos… Y Esther Guerrero siempre estará en mi corazón”.
Blasi, que corre en el WorldTour solo desde mayo, al final del muro de Kimihurura mantiene la sangre fría y el raciocinio, deja que la italiana Eleonora Ciabocco se desgaste cerrando el hueco con la francesa Marion Bunel, cierra los ojos a su rueda y sobre la línea la supera para conseguir la medalla de bronce en el Mundial sub-23 de ciclismo. Ocurrió en Kigali, la capital de Ruanda, pocos segundos después de que levantara los brazos ganadora otra francesa, Célia Géry. “No sé de dónde me viene este instinto de ganadora”, dice. “Lo que sí que me gusta pensar es que soy una persona que bajo presión puedo tener la cabeza bastante fría y supongo que esto me ayuda a no tomar decisiones muy precipitadas. Y creo que no me voy a conformar nunca en eso de, bueno, mientras llegues a meta con este grupo de cinco está bien, ¿no?”
La suya es la segunda medalla del ciclismo español en Ruanda, después de la plata de la navarra Paula Ostiz en la contrarreloj júnior. “Mis dos grandes objetivos de la temporada estaban clarísimos desde enero. Son el Mundial sub-23 y el Tour del Porvenir”, dice. Decir que ha fallado sería exagerado. En el Tour del Porvenir fue sexta y no pudo mejorar el cuarto puesto de 2024. “El nivel del pelotón femenino en España está subiendo muchísimo, pese a todo. Hay más recursos por lo menos”, dice. “Es una cantera, yo te diría, que, comparada con otros países, obviamente es pequeña, porque de nombres te pueden salir cinco, pero creo que estas cinco tenemos un potencial muy grande y ojalá sirvamos como referentes para que las próximas generaciones sigan creciendo”.
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