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El show de Juan Ayuso, acto primero: un tridente en la Tirreno-Adriático

Camino del Giro de Italia, el ciclista del UAE es el quinto español que se impone en la carrera italiana de los dos mares tras Herminio, Olano, Freire y Contador

Ayuso, en el podio final, con el tridente de ganador.
Ayuso, en el podio final, con el tridente de ganador.ROBERTO BETTINI (EFE)
Carlos Arribas

Juan Ayuso azuza a Isaac del Toro y en los montes Sibilinos el sábado construye su personaje. El amigo mexicano, tan bárbara es su capacidad dinamitera, agota a todos los que le siguen en una subida por las tierras desoladas de las Marcas, sísmicas, dolorosas, hacia Frontignano entre la nieve, y hasta Ayuso, soberbio en su maglia aún blanca de mejor joven, sufre cuando se queda solo en cabeza y está obligado a irse solo, a marcar la diferencia. No necesita ni acelerar. A su espalda, todos muertos. Gana la etapa reina, viste la maglia azzurra de líder de la Tirreno-Adriático que el domingo, tras el consuetudinario paseo final y sprint en el lungomare de las palmeras enanas de San Benedetto del Tronto —victoria en la séptima etapa del caníbal de las volatas, pues devora los metros y a sus rivales con su capacidad desbocada Jonathan Milan— se convierte en triunfo final sancionado con el gigantesco tridente dorado de Neptuno, símbolo y trofeo de la carrera de los dos mares. Y el beso más intenso aún a su Trufa, la perrita teckel de pelo duro a la que quiere más aún que a la bicicleta, o así. “Uff”, dice. “Creo que nunca había corrido una prueba tan dura mentalmente, con el frío y la lluvia, pero me ayudará mejorar hacia el Giro porque probablemente vamos a tener algunos días como este y tengo que acostumbrarme”.

Ayuso, líder del UAE, de 22 años, es el quinto español que se impone en los 60 años de historia de la prestigiosa carrera por etapas italiana de una semana tras Herminio Díaz Zabala, capitán de ruta del ONCE de Mauri, Jalabert y Zülle, dos campeones del mundo (Abraham Olano y Óscar Freire) y Alberto Contador, ganador de tres Vueltas, dos Giros y dos Tours. Es también la segunda prueba por etapas del WorldTour en la que inscribe su nombre Ayuso tras la Itzulia de 2024, la carrera marcada por las caídas y retiradas de Remco Evenepoel, Jonas Vingegaard y Primoz Roglic. “No gané en el País Vasco gracias a las circunstancias, sino limpiamente, porque nadie regala nada, pero entiendo que algunas personas digan que fue una victoria con una connotación y a nadie le gusta ganar porque los demás se caigan, especialmente los favoritos”, dice Ayuso en Italia. “Aunque sigo pensando que en el País Vasco, en la última etapa, podría haber ganado aunque estuvieran esos corredores”.

A orillas del Adriático y sus playas kilométricas y privadas de arena blanca fina, Ayuso, sin embargo, no quiere revivir el pasado, sino aventurar el futuro, y con él la afición, que hace ya tres años le unció con el título de heredero de los campeones nacionales, el español que volvería a ganar una grande, una Vuelta, un Giro, un Tour incluso, una década después del esplendor de Contador. “Esta victoria tiene un sabor diferente porque trabajé duro. Este era un gran objetivo desde el principio de la temporada hacia el Giro”, dice. “Era el primer gran paso que quería dar. Necesitaba probarme a mí mismo, demostrar que estoy preparado y creo que lo he hecho. Este invierno he mejorado mucho. He dado un gran paso adelante. Esto ha sido el primer checkpoint hacia el Giro”.

Este invierno Ayuso ha participado en cuatro carreras, tres semiclásicas y la Tirreno, y ha ganado tres —Drôme, Laigueglia y el tenedor—, y podía haber ganado las cuatro si no se equivoca de recorrido en la primera que disputó. “No podría haber empezado mejor y creo que me he demostrado a mí mismo lo mucho que he mejorado este invierno. Necesitaba verlo en la carretera. Si vuelas entrenando, tienes que demostrarlo, y lo estoy demostrando. Soy un ciclista que cuando soy bueno entrenando, soy bueno en las carreras también, así que para mí no es una sorpresa”, dice Ayuso, que representa al ciclismo moderno, en el que ya se difuminan las diferencias entre escaladores y rodadores: solo se busca corredores de muchos vatios que vayan deprisa en todos los terrenos y tengan punta de velocidad para rematar.

En Italia, país que le ama porque en un equipo amateur italiano comenzó a brillar a lo grande ganando el Giro sub-23 de 2021 a los 18 años, cuando brilla Ayuso hablan de show Ayuso, de Ayushow, y hablan de Pogacar. En la pasada Tirreno, después de ganar la contrarreloj inicial, Ayuso solo puso ser sombra lejana, “el primero de los humanos”, repetía, tras Vingegaard excepcional. En 2025, perdió la contrarreloj ante Pippo Ganna, pero nadie le tosió en la montaña, donde actuó como líder sólido del equipo más fuerte, casi a lo Pogacar, la marca y seña de su UAE, siempre haciendo la carrera en cabeza. Y como Pogacar, deja que alrededor de su cabeza y su estilo se dibuje el aura de invencible. Y al mismo tiempo exige de sus directores tratamiento de líder único en las carreras en las que no esté el ogro esloveno. “Yo no hablaría de aprovechar la oportunidad porque el equipo siempre me da estas oportunidades, pero sé que tengo que rendir para poder seguir teniendo mi espacio”, dice el corredor, que antes del Giro (9 de mayo a 1 de junio) solo correrá la Volta a Catalunya (24 a 30 de marzo). “No podía correr las mismas carreras de siempre porque si no estaría demasiado cansado para cuando empezara el Giro. Así que este año decidimos empezar tarde la temporada y descansar más. Se trata de no tener demasiados días de competición antes del Giro, para correr fresco. Haré Catalunya [donde se espera también a Vingegaard si se recupera el danés de la caída en la París-Niza], luego estoy una semana y media en casa, en Andorra, después tres semanas en Sierra Nevada, y luego voy directamente al Giro”.

Pero antes de nada, antes de regresar a casa con su novia, Ayuso pasará un día en Ancona, en un buen hotel, sin hacer nada de nada, descansando, todo el día en la cama, y un paseíto al atardecer y un gelato al limon. “Lo necesito”, dice. “El equipo nos da todo para rendir, pero, y no es por ponerme una medalla, yo trabajo muy duro. Hace dos meses y medio que no estoy en casa, lo peso todo, como, me entreno todo lo que puedo aunque llueva, nieve, hago lo que tengo que hacer, y este año hasta muchas pesas en el gimnasio. Al final compensa, pero es extremadamente duro. El ciclismo tiene esa cosa de que si trabajas duro te lo devuelve”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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