Ir al contenido
_
_
_
_

Dura caída de Jonas Vingegaard que pone en riesgo su victoria en la París-Niza

Matteo Jorgenson recupera el maillot amarillo después de que el líder pierda medio minuto en la subida final, donde se impone Lenny Martínez

Lenny Martínez cruza la meta ganador.
Lenny Martínez cruza la meta ganador.Dario Belingheri (Getty Images)
Carlos Arribas

Capturado el hosco Foss, Victor Campenaerts, aerodinámico casco de mariscal prusiano, abraza por las maneta su querido manillar estrecho y acelera. A su rueda, casco rojo distintivo, Jonas Vingegaard. Ah, alertan los simpáticos espiritosos, ahí viene, ahí se prepara, comienza la sinfonía fantástica del danés, y guiñan un ojo a los conoscenti, que asienten. Ah, sí, no en vano llegamos a La Cuesta de San Andrés, el pueblo de Berlioz, qué músico, qué sinfonías. Y podrían añadir, qué cuesta la subida final a Notre Dame de Sciez, que parece el muro de Huy de la Flecha Valona, un caminito estrecho en el Isère, tan cerca los Alpes, y por qué todas las iglesias, capillas, ermitas, la iglesia católica las construye al final de una cuesta vertical. Y entonces se percatarían de que los labios finos de Vingegaard están rojos como su casco rojo e hinchados como salchichas, un boxeador después de un KO en los morros. Y desalentados observarían que el danés, soberbio la víspera y congelado, y duro, se rezaga, y cuando su compañero Matteo Jorgenson, el mismo al que la víspera había desposeído del maillot amarillo, comienza por su cuenta a interpretar su propia sinfonía fantástica en la ascensión. Sube a ritmo, a piñón, el pesado norteamericano y a su rueda gozan Lenny Martínez, un muelle diminuto, y Clement Champoussin, burbujeante puncheur, que sin piedad le atacan y superan, por dentro y por fuera, en la última curva, a 150 metros bien medidos. Vence Martínez, un diablillo sobre ruedas.

Jorgenson, sin embargo, ha alcanzado su objetivo. Recupera el maillot amarillo, pues Vingegaard tarda 28s más en llegar. Y mientras el espigado californiano trigueño que tan bien habla español y pedalea tras su paso y aprendizaje por el Movistar sube al podio para vestirse de líder y lucir su bigote, tan de moda entre los ciclistas que creen comprar así aires de personas interesantes, el médico del Visma le quita cuidadosamente el casco rojo a Vingegaard y le examina las pupilas en busca de síntomas de conmoción, y le palpa el rostro, aterido, palidísimo, hinchado, casi abotargado. Su cara es sufrimiento, reflejo de una caída en la cuesta de Trèves, 100 kilómetros antes, en una etapa, la quinta de la París-Niza, diseñada como una clásica de las Ardenas, y el mismo frío invernal. Un labio roto que amortigua su caída de cara y una muñeca izquierda hinchada, quizás rota, y apenas puede sacarse el chubasquero sin ayuda, y sobre la bici, apenas podía apretar la palanca del freno y del cambio. Y el mismo presagio gris de que los caminos de Vingegaard hacia la cima nunca son los más fáciles. Para Tadej Pogacar, el antivingegaard, una caída es una excusa para ser heroico; para el danés, una llamada al drama.

Pablo Castrillo, el mejor español, llegó justo con Vingegaard y el otro gran danés, Mattias Skjelmose, aunque se retrasa al puesto 12º en la general, a 1m 44s del líder.

La París-Niza atravesará el viernes, última etapa llana, Provenza soleada para llegar ya al Mediterráneo siguiendo el Ródano hacia su final en un previsible sprint en Berre l’Étang, an las afueras de Marsella, antes de sumergirse en las montañas que rodean Niza sábado y domingo.

La Tirreno-Adriático, en cambio se sumergió el jueves en los Abruzos sísmicos con una etapa larga, rozando los 200 kilómetros, hasta Trasacco, desde donde el monte Labbrone envía vientos malvados que transforman la etapa de media montaña y calma en una pelea de abanicos en el altiplano. En la dureza siempre brillan los más duros, y ninguno como Ben Healy, el irlandés rebelde, que tuerce el cuello en diagonal casi con el cuerpo y el cuerpo en zigzag hasta el sillín, una Z que recuerda a la geometría de las nuevas Colnago que tan cómodas la se sientan a Tadej Pogacar. Pero no es que Healy busque precisamente la comodidad. Su ataque, inútil y por tanto hermoso, a cuatro kilómetros, enfurece al pelotón roto, que no encuentra la alma que desea, y fuerza su destino: alcanzado a 400m, Healy, se rinde. Esprinta Van der Poel, pero choca contra el muro de la velocidad de su compatriota Olav Kooij, que ofrece al Visma la victoria que se le escapó a Jorgenson en Francia.

Filippo Ganna sigue líder con 22s sobre Juan Ayuso en una carrera que, después de un nuevo interludio de 200 kilómetros mediomontañoso el viernes hacia Pergola, se decidirá en la etapa reina del sábado, con llegada a la cima de Frontignano, estación de esquí en los Apeninos de Las Marcas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_