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Juanpe López: “Después de romperme la clavícula, tuve miedo a montar en bicicleta”

Tras un año de trabajo psicológico, el ciclista lebrijano regresa al Giro de Italia, la carrera en la que fue diez días ‘maglia rosa’ en 2022

Juanpe López, con la maglia blanca del Giro de 2022.
Juanpe López, con la maglia blanca del Giro de 2022.LUCA BETTINI (AFP)
Carlos Arribas

A Juanpe López, que es de Lebrija, como Juan Peña, le gustan el flamenco y el Betis, la campiña de sus tierras y las playas, pero vive en Andorra y apenas ha pasado tres o cuatro días este año en su tierra. Vive la vida que deben vivir los ciclistas profesionales estos tiempos. 70-80 días de competición al año, dos, tres meses de concentración y soledad, apartamento en las montañas y entrenamiento del sistema digestivo para enseñarle a ingerir sin protestar 150 gramos por hora de carbohidratos, en forma de geles y líquidos, durante una etapa. Adiós hasta al placer gastronómico.

Una vida que conduce al cansancio mental y a la pregunta, ¿vale la pena? Se acabó para muchos lo de antes, vida en el pueblo donde se es el ídolo, entrenamientos, alrededor con colegas, café, siesta, vuelta a la casa familiar. Se acabó para Juanpe, de 26 años. “Bueno, sí, es una vida distinta. No sé, es una vida que se me hace muy dura, muy dura. Más dura que la de los ciclistas de antes, no sé. Pero, bueno...”, dice el corredor sevillano por teléfono desde el hotel de Turín en el que se aloja con su equipo, el Lidl-Trek, antes de empezar el Giro de Italia. “Ahora, si no haces concentraciones en altura, estás, digamos, perdido. Todos los corredores hacen como mínimo dos o tres al año. Ya en el mes de enero estamos haciendo concentraciones, y, claro, ahora pasas mucho, mucho tiempo fuera de casa. Yo, por ejemplo, he estado en el Teide tres semanas antes del Tour de los Alpes, en abril. Luego fui a Alpes directo. Y corrí Alpes y he estado de nuevo ocho días en Sierra Nevada antes del Giro. Pasas mucho tiempo fuera de casa, pero al final tienes tu recompensa. Al final sabemos perfectamente, y yo lo tengo en la cabeza, que estos pocos años, por mucho que dure, serán diez, quince años y, bueno, pues, tenemos que intentar aprovechar al máximo ese tiempo”.

Juanpe López se reveló para la gran afición ascendiendo al Etna en el Giro de 2022. No ganó la etapa, pero sí la maglia rosa, que lució 10 días, y al final se llevó la maglia blanca de mejor joven, y docenas de prendas de ropa interior que le proporcionaba Intimissimi, el patrocinador del premio, y un décimo puesto en Verona. Después desapareció de los radares. Se supo que enero de 2023 se rompió la clavícula en la concentración del equipo en Alicante y cuando regresó al pelotón no era el mismo, pimpante e inquieto, ligero, regular, brillante a veces. Solo volvieron a enamorarse de él los focos hace nada, a mediados de abril, cuando bajo una lluvia helada y nieve ganó la etapa reina del Tour de los Alpes, subidas y bajadas entre Austria e Italia, y también la general. “Y aquel día, el que más frío he pasado nunca, volví a ser feliz. Lo fui doblemente”, dice. “Lo fui por la victoria, la primera de mi vida como profesional, y ya tenía una espinita clavada, ya tocaba levantar el brazo, y porque en la bajada ya era yo. En carrera ya era yo. De cabeza, siempre he estado bien. No digo en ningún momento que he estado mal, pero ha costado que llegara este momento. Son meses fuera de casa, de trabajo, de concentraciones, de hacer todo al 100%. No es una vida fácil, digamos, y se trabaja siempre para ganar, porque creo que todos los profesionales del pelotón trabajamos para ganar y por fin he tenido la oportunidad de levantar los brazos. Era el final de mucho tiempo fuera de casa, de sacrificio, de lucha, la recompensa”.

Juanpe dejó de ser él después de romperse la clavícula en una caída, un incidente de lo más rutinario en el ciclismo que a él le dejó tocado. “Después de la clavícula empecé poco a poco a montar en bici y me di cuenta de que me daba miedo montar en bici. No solamente a ir en el pelotón, sino al simple hecho de montar en bici ya le tenía miedo. Poco a poco se superan las cosas. Me sentí un poco mejor ya en la Vuelta a España, donde fueron saliendo las cosas un poco mejor, no al 100%, pero bueno, fueron saliendo. Y con constancia y con trabajo…”, dice.

-¿Cómo se supera el miedo?

“Trabajé con un psicólogo y con Óscar Sáiz [el mismo especialista que trabajó en Andorra con Enric Mas, Primoz Roglic o Remco Evenepoel], que es un hombre que está en el equipo que te ayuda al tema de las bajadas, creo que me ayudó a volver a recuperar la confianza en las bajadas. Fueron pilares fundamentales. Sabemos que en la vida deportista hay siempre muchos más malos momentos que buenos. Era otro momento malo más. Sabía que era un bache que al final se supera y estoy contento”. Y mientras habla, el equipo Bora anuncia que su corredor Lennard Kämna, el alemán que le ganó a Juanpe en el Etna, acaba de salir del hospital de Tenerife en el que había estado un mes tras sufrir un atropello cuando se entrenaba en el Teide.

El ciclista es sacrificio y mala vida, insoportable, y también es sueños. Los de Juanpe en el Giro no son ganar la carrera, que sabe que le toca a Pogacar, y ni siquiera pelear por la general. Busca la felicidad instantánea. “Buscaré una victoria de etapa”, anuncia. “Sé que voy a estar más controlado, pero voy a pelear”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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