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Pogacar, rey de la Volta Catalunya, ya gana sin querer

El esloveno se impone en una jornada en la que el equipo quería trabajar para Marc Soler y, tras cuatro triunfos de siete etapas, se corona en el certamen

Pogacar festeja su cuarto triunfo de etapa de las siete de la Volta, también su conquista del certamen.
Pogacar festeja su cuarto triunfo de etapa de las siete de la Volta, también su conquista del certamen.Quique Garcia (EFE)
Jordi Quixano

Los autocares llegaban a la Plaza España de Barcelona ya entrada la mañana y pronto se inundó el ambiente con el rodar de las ruedas, también del megáfono que anunciaba a los equipos de la Volta. Pero el revuelo estaba a unos 100 metros, donde descansaba el autobús del UAE. “Hemos venido de Mallorca para hacernos una foto con Pogacar, ¡dile que salga!”, pedían unos aficionados al director deportivo del equipo, Matxín, que trataba de hacerles ver que allí había más de 300 personas arremolinadas. “¡Tadej, una foto, una firma, algo, por favor!”, vociferaban otros cuando éste asomó por la puerta, un eco compartido por todos. Y él, paciente, atendía a cuantos podía, escoltado por tres personas para ir al control de firmas. Aunque antes, feliz, señalaba el cartel que le dio un niño y que adornaba el autocar. “Ti si najboljsi!”, se leía en esloveno. “Eres el mejor”. Y bien que lo ha sido; triunfo tan aplastante como planificado. “Con un corredor como Pogacar y dependiendo de las fugas, vimos que podíamos ganar cinco etapas”, resuelve Matxín, que hace una semana, en Sant Feliu de Guíxols, pasó a los corredores el dosier que hace cada día de carrera, donde plantea la táctica, el procedimiento a seguir, la posición en la que tiene que ir cada uno dentro del pelotón… Al final, se han llevado cuatro etapas -las cuatro de Pogacar-, además del laurel de campeón para el esloveno, un extraterrestre sobre la bicicleta.

Etapa 1, cero fugas. Las órdenes del equipo pasaban por evitar las fugas, por tratar de llegar al sprint final, sobre un repecho, bien colocados para que Pogacar quemara rueda y ganara. Y aunque impusieron su ley, el recorrido les fue en contra. “Los chicos trabajaron perfecto, pero al final había muchas curvas, vallas, pavés… Y se intentó asumir los menos riesgos posibles”, cuenta Matxín. “Nos hemos quedado sin toda la gente que queríamos, nos hemos descolocado antes de tiempo y nos ha pasado factura”, aceptó Soler. “Pero no fue un error de cálculo sino que fue mérito de Schultz (Israel)”, añade Matxín. Y Pogacar se contentó con la segunda plaza. No volvería a pasar.

Etapa 2, arreón a 6km. En el meeting del autocar antes de la salida, Matxín fue diáfano: “Hay que romper a seis kilómetros de meta, justo antes del descansillo, que es donde más ventaja y daño se puede hacer”. Aceptaron los ciclistas la estrategia, conscientes de que antes había trabajo por hacer, pues el ritmo lo debía poner al principio Novak, después Grossschartner y al final Sivakov. “Era crear la selección natural de los más fuertes”, resume Matxín. Trabajo hecho y, ya en las rampas de Vallter, arreón de Pogacar hasta la meta. Después, el esloveno se puso a hacer selfis con sus compañeros en el autocar, felices todos porque los planes habían salido de maravilla.

Etapa 3, el ataque. No había un punto determinado para atacar, sino que se trataba de desgastar al resto para que Pogacar saltara en la última subida a Port Ainé. “Marcamos ritmo y si hay un equipo que quiere ir más rápido, les dejamos hacer porque la carretera es de todos”, indicó Matxín a sus hombres. Eso intentó Visma y eso logró Mikel Landa con su ataque, replicado por Pogacar con otro más fiero. “La intentona de Mikel le puso las cosas más fáciles a Tadej”, conviene el director deportivo del UAE; “porque si no había movimientos, podía convertirse en una carrera loca”. De nuevo, Pogacar solo ante el peligro y brazos arriba para festejar la victoria.

Etapa 4 y 5, al sprint. Carretera llana que encumbraría a los vencedores por la foto finish y tiempo de asueto para UAE, sin un velocista. “Eran etapas que se debían controlar solas por el hecho del sprint final”, señala Matxín, que fue claro al grupo: “Dejamos que haya fugas y si alguien quiere tirar más fuerte, que se ponga delante. Mientras no haya 20 ó 30 corredores con alguno importante…”. En ambas carreras, Cofidis, Ineos y Movistar trataron de echar el freno a los escapados, de lanzar a sus sprinters. Pogacar tomaba aire.

Etapa 6, el ritmo. “Hay que mantener el bloque hasta la última subida si nos dejan ir a nuestro ritmo. Pero si nos arrancan antes, buscamos seleccionar más al pelotón”, dijo Matxín a su escuadrilla. Ocurrió que Visma y Movistar trataron de romper antes de tiempo, al punto que en la subida a Prades, cuando quedaban dos puertos, solo quedaron 10 ciclistas de pie. “Ahí pusimos a Marc Soler para tranquilizar al grupo, que pusiera un ritmo para recuperar; de hecho, nos pillaron los de atrás”. Pogacar quería un poco de gasolina y a 30 kilómetros de meta, en la penúltima montaña, dejó al resto atrás para meterse la Volta en el bolsillo.

Última etapa, sin triunfo para Soler. De carácter competitivo superlativo, UAE planteó la última etapa para ganarla. Pero al contrario de lo imaginado, el equipo no tenía planeado trabajar para Pogacar sino para Marc Soler, un gregario de lujo. “Está en Barcelona, se lo merece y es lo justo”, expuso el director deportivo. Abortada la fuga a cuando comenzaron las seis vueltas al circuito urbano con el Alto del Castillo de Montjuïc de por medio, saltaron unos pocos ciclistas y Soler cogió rueda, tranquilo porque sabía que Pogacar no atacaría por detrás. Pero Ineos quería llegar al sprint y se acabó lo que se daba, pelotón agrupado a falta de 14 kilómetros. Se sucedieron los ataques, el más fuerte de Williams (Israel), que rompió al pelotón y dejó a 20 corredores para disputar el sprint final. Y se lo llevó Pogacar, que ya gana sin querer. “Lo hemos intentado con Marc, se lo merecía”, reconoció el esloveno en la meta. Honor a Tadej, el mejor en todo, campeón de la Volta por delante de Mikel Landa (Soudal) y Egan Bernal (Ineos); y sonrisa de UAE.

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