Jambaljamts Sainbayar, el ciclista que llegó de la nieve

Su fuga en la primera etapa de la Volta Catalunya se fue al traste porque las piernas no dieron para más y porque el pelotón, gobernado por el UAE, quería lanzar a Pogacar antes de la meta en Lleida, por más que se quedó segundo tras el sorprendente Schultz (Israel). Pero Jambaljamts Sainbayar (Ulán Bator, Mongolia; 27 años), aunque exhausto, acabó la jornada con una sonrisa porque siempre tuvo claro lo que quería. “Recuerdo que cuando tenía 17 años di una entrevista a un periódico deportivo en mi país y el titular fue ‘Jambaljamts quiere convertirse en el primer ciclista profesional de Mongolia en el futuro’. Y eso es exactamente lo que he conseguido diez años después”, resuelve para EL PAÍS el corredor de Burgos-BH, equipo con el que tiene firmado por un curso. Lo suyo le ha costado.

De niño no paraba de moverse y siempre se refugió en el deporte para quemar calorías. Fútbol, esquí y montar sobre dos ruedas, una pasión que descubrió bien temprano porque sus padres, militar él y profesora de inglés ella, le regalaron una bicicleta cuando cumplió tres años. “Montaba en ella todo el día, salvo en invierno, ya que estaba completamente nevado, pero no me lo tomé en serio hasta que empecé secundaria”, cuenta Jambal, como le llaman en el Burgos-BH, por eso de simplificar. Por entonces, ya devoraba por la televisión cada etapa del Tour, siempre pendiente de sus dos corredores favoritos: Alberto Contador y Richie Porte. “Cuando cumplí los 15 años participé en mi primera carrera, una contrarreloj que terminé en segunda posición”, recuerda. Acicate para su ambición inquebrantable, pues desde entonces ni siquiera el invierno y sus 25 grados bajo cero le bajaron de la bicicleta. “Me ponía dos pantalones y dos chaquetas porque, además, en Ulán Bator hace mucho viento casi todo el año, por lo que crecí montando en abanicos”. Una resistencia que le hizo hacer camino.

Tras despuntar en su país se decidió a correr en equipos de categorías menores como el RTS de Taiwán y el Ferei-Avanger-Panda de Ucrania para llegar, en 2022, Teregganu-Polygon de Malasia, donde sumó triunfos en el Tour de Irán y de Huangshang (China), además de cosechar el título nacional de ruta y crono en su país. “Pero ahora que he llegado a convertirme en un ciclista profesional y veo que estoy mejorando mi nivel hasta lo más alto, lo cual ya considero mi mayor victoria, quiero ir a más”, desliza. Eso será, de momento, con el Burgos-BH. “En los últimos años había intentado firmar con algún ProTeam y entre Damien Garcia -director deportivo del equipo burgalés- y mi entrenador en el Terengganu, Jeremy Hunt -ex ciclista de Banesto y Sky-, me dieron la oportunidad de correr en Europa”, conviene. Una experiencia muy diferente a la que vivía en el circuito asiático: “Viajábamos mucho de un país a otro, infinidad de vuelos para competir. Las carreteras, además, son muchas autovías y son mejores para los sprinters. Pero no hay mucha montaña como en Europa, donde hay grandes subidas, carreteras estrechas, curvas técnicas… Y el nivel de las carreras es mucho más alto”.

Pero eso no le impide mostrarse con el equipo como hizo en la segunda etapa de la Volta. “Llegué hace pocos días de correr en el Tour de Taiwán y tuve un poco de jet-lag, por lo que no estoy todavía en mi mejor condición física. El objetivo es que toda la temporada sea lo más exitosa posible”, acepta. Pero sí espera llegar a finales de julio de la mejor de las maneras, pues será la primera vez que un mongol participe en los Juegos Olímpicos, tanto en ruta como en la contrarreloj. “El ciclismo no es un deporte muy común en Mongolia, pero la Federación está creando nuevas carreras e intentando que el deporte se vuelva más conocido en el país”, revela. Mientras, seguirá intentando dejar su huella con el Burgos-BH.

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