Hasta Biden se escandaliza: el sueldo de Caitlin Clark será el 0,7% de su equivalente masculino
La ficha de la superestrella del baloncesto femenino pone de manifiesto la enorme desigualdad salarial entre hombres y mujeres en el deporte de la canasta
Caitlin Clark continúa batiendo récords. La estrella del baloncesto universitario femenino fue elegida este lunes como la número uno del draft. La retransmisión la vieron 2,4 millones de personas, un 300% más que la anterior marca, fijada en 2004. Las Indiana Fever, su nuevo equipo, han agotado ya las entradas de toda la temporada un mes antes del salto inicial. La jugadora está llamada a revolucionar la WNBA, la liga profesional femenina. Su llegada ha levantado una expectación comparable a la del francés Victor Wembanyama hace un año. Pero mientras que Wembanyama ha tenido en su primer año un sueldo de 12 millones de dólares (unos 11,3 millones de euros), Clark tendrá un salario base de solo 76.500 dólares. Hasta el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está escandalizado.
“Las mujeres en el deporte siguen superando nuevos límites y nos inspiran a todos. Pero ahora vemos que, aunque sean las mejores, a las mujeres no se les paga lo que les corresponde”, tuiteó este martes Biden desde su cuenta oficial. “Es hora de que demos a nuestras hijas las mismas oportunidades que a nuestros hijos y nos aseguremos de que las mujeres cobran lo que se merecen”, añadió.
Women in sports continue to push new boundaries and inspire us all.
— President Biden (@POTUS) April 16, 2024
But right now we're seeing that even if you're the best, women are not paid their fair share.
It’s time that we give our daughters the same opportunities as our sons and ensure women are paid what they deserve.
El convenio colectivo de la WNBA, de 350 páginas, establece el salario base para las jugadoras que se incorporan a la liga. Para las cuatro primeras seleccionadas en el draft, las mejores de su promoción, el sueldo es de 76.535 dólares el primer año; 78.066 dólares el segundo año; 85.873 dólares el tercer ejercicio y, si el club decide ejercer esa opción, 97.582 dólares en el cuarto año. Es decir, 338.056 dólares en cuatro temporadas.
En cambio, el acuerdo de la liga de baloncesto masculina establece para la temporada 2024-2025 un sueldo base para el primer elegido en el draft de 10.504.800 dólares, que se eleva a 11 millones el segundo año y 11,5 millones el tercero. Es decir, quien sea elegido cobrará de sueldo en dos semanas, lo mismo que Caitlin Clark en cuatro años. El sueldo de la estrella femenina es el 0,7% del de su homólogo masculino.
En la NBA, ese salario base puede oscilar un 20% al alza o a la baja en función del jugador de que se trate. En el caso de Wembanyama, los San Antonio Spurs agotaron el margen y firmaron con él un contrato de 55 millones de dólares por sus cuatro primeras temporadas, unas 160 veces el de referencia de Clark.
Es cierto que la nueva jugadora de Indiana puede aumentar su retribución si se convierte en embajadora de la WNBA, por lo que podría cobrar 250.000 dólares adicionales. En premios y acuerdos de marketing con su propio equipo podría sumar 100.000 dólares más. Aun así, la diferencia sigue siendo enorme.
“Estas señoras se merecen mucho más... Rezando por que llegue el día”, tuiteó Russell Wilson, el quarterback de los Pittsburgh Steelers, equipo de la NFL, la liga de fútbol americano. “Esto es escandaloso”, escribió en Instagram la actriz Jamie Lee Curtis.
Al trascender el salario de Clark, las redes sociales se llenaron de mensajes anónimos de indignación y también de memes que llamaban la atención sobre lo absurdo de que alguien que genera esa expectación y mueve a las masas tenga un sueldo tan vulgar.
En el deporte universitario hay normas para mantener la igualdad entre sexos y en algunos deportes como el fútbol, las jugadoras han conquistado la igualdad salarial de las selecciones nacionales. En el deporte profesional, sin embargo, cada competición impone sus reglas. Clark llega a una liga de 12 equipos cuyos derechos de retransmisión tienen interés local y generan solo unos 60 millones de dólares anuales. La NBA, que se ha convertido en una competición global, tiene 30 equipos y genera más de 2.500 millones de dólares al año en derechos televisivos, además de otros ingresos por taquilla, venta de camisetas, patrocinios y otros productos.
Sin embargo, los tradicionales argumentos sobre el negocio que generan los deportistas masculinos y los femeninos se resquebrajan en el caso de Caitlin Clark. La final del campeonato universitario (la NCAA) del pasado 7 de abril pulverizó los récords de audiencia del baloncesto femenino. Tuvo una media de 18,9 millones de televidentes, con picos de 24 millones, casi el cuádruple que la final de hace dos años, antes de que estallara el fenómeno Caitlin Clark.
No solo superó los 14,8 millones de la final masculina, sino que fue el partido de baloncesto más visto en Estados Unidos de los últimos cinco años, por encima incluso de las finales de la NBA (y, por supuesto, de cualquier partido de Wembanyama). Y se convirtió en el segundo evento deportivo femenino más visto de la historia en Estados Unidos, excluyendo los Juegos Olímpicos.
Pese a ello, las televisiones pagaron 6,5 millones de dólares por los derechos del torneo universitario femenino y 873 millones de dólares por el masculino, según datos de The Wall Street Journal. El mercado no parece haber funcionado muy bien tampoco en ese caso.
Por supuesto, los ingresos de Clark serán mucho mayores gracias a los contratos de publicidad y patrocinio. Las marcas se la rifan, dada su popularidad, su imagen joven, desenfadada y alegre. Le llueven los contratos: presta su imagen a la aseguradora State Farm, la marca deportiva Nike, las bebidas Gatorade y los supermercados Hy-Vee, entre otras marcas. Se calcula que sus ingresos rondarán los tres millones de dólares anuales.
En Indiana, ha desatado la fiebre de venta de entradas y camisetas, pero también tiene ilusionados a los comerciantes. “El impacto de Caitlin Clark como jugadora de Indiana Fever casi con toda seguridad tendrá un efecto dominó en los negocios del centro de la ciudad y en los patios de recreo de nuestros barrios”, tuiteó el alcalde de Indianápolis, Joe Hogsett, tras el draft del lunes.
Los bajos sueldos del baloncesto femenino explican que Brittney Griner y otras estrellas de la competición buscasen un sobresueldo jugando en Europa en los meses de inactividad de la WNBA. Griner fue condenada en agosto de 2022 a nueve años de prisión por narcotráfico tras ser detenida meses antes por la policía en un aeropuerto cerca de Moscú con cartuchos de cannabis en su poder que llevaba para uso personal. Fue liberada en diciembre de 2022 en un intercambio de presos.
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