El cóctel de Grimau y Willy Hernangómez, la nueva era del Barcelona
Tras la marcha de Jasikevicius y Mirotic, el equipo azulgrana se recompone bajo la batuta conciliadora del técnico
Cerrada la noche, se llegó al acuerdo en una reunión a tres bandas, sentados en la mesa de la ciudad deportiva del Barcelona el responsable del área de baloncesto Josep Cubells, el mánager Juan Carlos Navarro y el director deportivo Mario Fernández. Así que le llamaron por teléfono y, a pesar de las horas, le dijeron que si podía acercarse en coche. Tardó minutos.
— “¿Quieres ser el nuevo entrenador del primer equipo?”, le preguntaron.
— “Es la ilusión de mi vida. No ser entrenador, sino ser el técnico del Barça”, respondió Roger Grimau, hasta entonces en el filial.
Instantes después, se lo comunicaron al presidente Joan Laporta, que recibió con ilusión la noticia porque siempre le gustó apostar por gente de la casa a imagen y semejanza del fútbol, Guardiola primero y Xavi después. Así, Grimau asumió el cargo tras Jasikevicius. Transición que engancha por el juego del equipo, por más que haya perdido dos encuentros ante el Madrid (Supercopa y Liga), de nuevo enfrentados ahora en Europa.
No era el plan del Barça. “Veíamos a Grimau como un futurible, pero se apostaba por Saras”, cuenta una voz del club. Ocurrió que el técnico no quiso rebajarse tanto el sueldo como le pedía el Barça, del mismo modo que exigía tener poder en los fichajes. Condición que Navarro desaprobó. “Y la única opción fue Grimau”, admiten desde la ciudad deportiva. También era la más barata. “Su sueldo está conforme al mercado”, apuntan.
Fraguado el cambio y sabiendo los apuros económicos —debían reducir un 20% la masa salarial—, el Barça trazó la hoja de ruta. “Pasaba por mantener el bloque del curso anterior y cambiar al jugador franquicia porque Mirotic se iba”, esgrime una fuente autorizada. Y ese era Willy Hernangómez, que llegaba de la NBA (Pelicans) como agente libre, por más que el Madrid tuviera un derecho de tanteo que no ejecutó. “Pero requeríamos de fichajes estratégicos como Joel Parra y Darío Brizuela, jóvenes y con gran proyección, también de carácter”, dicen desde el club. También llegó Parker (Celtics). “Solo faltaba mezclar el coctel”, aclaran desde el Barça; “porque sabíamos que al inicio no sería fácil”.
Pasado el primer tramo del curso, el Barça se recompuso al punto de que ahora suma siete triunfos de carrerilla, con victorias de peso en Atenas y Belgrado, también ante el Bayern. “Lo hacemos con un estilo más Barça”, señalan desde la ciudad deportiva. Con Jasikevicius el equipo jugaba a la defensiva, más enfocado en deconstruir que en construir. “Con Grimau es diferente”, apuntan desde el vestuario; “es un estilo más rápido, con más libertad en ataque y un baloncesto alegre”. Además, ya no hay broncas tras cada canasta recibida como ocurría con el técnico lituano, pues a Grimau todavía no se le ha contado enfado alguno. “Antes también estaban contentos con Saras”, replican desde el club; “pero este sistema de juego, ya que son técnicos, les gusta más”. Así lo ve Chus Mateo, entrenador del Madrid: “Están jugando con confianza, es un súper equipo. Hay que dar tiempo a la cocción de un equipo con buenos ingredientes”.
Tan conformes están con la trayectoria del equipo —líder en la Euroliga con el Madrid y segundo en la ACB— que no ficharán a nadie más. Pero eso, a diferencia de Saras, no le inquieta al míster. “Si me traéis alguien mejor, vale. Pero estoy más que contento con esta plantilla”, resuelve el técnico cuando le cuestionan. Es la época y el coctel de Grimau y Willy.
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