Copa del América: El oleaje impide un récord de velocidad en Barcelona
El viento sopla al límite del reglamento en la primera jornada de la final de la Louis Vuitton Cup, que acaba en tablas entre Luna Rossa e Ineos Britannia
“Nosotros nunca estamos contentos. Si no es la falta de viento, es el exceso”, responde un sonriente Matt Grotel, cyclor del Ineos Britannia (Reino Unido), tras una primera jornada ventosa de la final de la Louis Vuitton Cup en la que se enfrenta al Luna Rossa (Italia). El doble duelo acabó en tablas: la regata inaugural se la llevaron los italianos pero los británicos empataron en la segunda y definitiva tanda. El sábado vuelven a verse las caras en una eliminatoria que se disputa al mejor de 13: el primero que consiga siete victorias desafiará al Team New Zealand (el Defensor del título) en el Match final.
Grotel vio de cerca la maniobra que el Luna Rossa estuvo a punto de convertir en histórica. Ocurrió en uno de los virajes del primer duelo, cuando el fuerte viento de suroeste catapultó el AC75 italiano hasta los 52 nudos. 96 kilómetros por hora. Se quedó a las puertas del récord absoluto de velocidad de la Copa del América, establecido en 2021 por el American Magic (Estados Unidos). Tanto sopló el viento en la capital catalana a primera hora de la tarde que incluso superó los límites reglamentarios (el máximo son 21 nudos) en algunos tramos y obligó a la organización a retrasar la salida de la segunda y definitiva regata del día.
No hay nada que guste más a los regatistas que una competición con viento. Los barcos alcanzan altas velocidades y nadie sufre por no poder recuperar el vuelo en caso de planchar el velero sobre el agua. El problema, explica Grotel, es que el viento saca a bailar a las olas. “Lo más importante para nosotros es el estado del mar. Cuando tenemos olas, hay muchas cosas en movimiento constantemente. Y es cuando se vuelve difícil para nosotros, los cyclors”, añade.
Barcelona recibió a italianos y británicos con olas de 1,3 metros de altura (a partir de los 1,5 ya existe un riesgo para el control del velero) durante la regata. Esto minimiza la estabilidad del barco porque existe el riesgo de que el foil (que sustenta la elevación del AC75) quede fuera del agua y el velero pierda el vuelo. Con un viento tan intenso, el abrupto estado del mar de este jueves impidió muy probablemente un nuevo récord de velocidad en la competición.
Tras varias jornadas sin viento, Grotel no sabe si prefiere días de mucha o poca brisa. Los cyclors generan pedaleando durante la regata la potencia necesaria para accionar algunos componentes del barco: la rotación del mástil, el carro de la mayor (controla la tensión de la vela para dirigir el barco) o el trimado del foque (la pequeña vela triangular de proa, en la parte delantera), entre otros. Y dependiendo del escenario climatológico, la respuesta física de los cyclors puede cambiar para responder a las demandas de los timoneles o los controladores de vuelo.
“Las maniobras con vientos ligeros son momentos puntuales de alta exigencia para cumplir con todas las demandas del barco: hay más rotación del mástil, más movimientos de recorrido y más control de la vela”, ejemplifica. “En cambio, cuando vas en bajada [con el viento a favor] tienes que mantener el barco en línea recta y rápido, y requiere mucha más potencia constante”, compara. “Todos los escenarios tienen sus cosas buenas y cosas malas”, añade.
¿Qué cansa más, ser cyclor con mucho viento o con poco? “Es una respuesta energética similar”, responde Grotel. La organización amplió el campo de regatas hasta más allá de las dos millas náuticas (la semana pasada apenas superó la milla y media) y pasó de un recorrido con seis tramos a ocho para garantizar que la competición durara los 22 minutos requeridos. “Hoy había más vueltas y el desgaste se acumula; pero realmente no sabría qué elegir”. Con viento o sin viento, los cyclors sufren. Y quien sufre nunca está contento.
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