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Laura Nicholls, el trasvase del baloncesto al balonmano

La jugadora cántabra, tres veces campeona de Europa y plata olímpica con España, regresa a sus orígenes

Laura Nicholls
Laura Nicholls, con la medalla de oro lograda por la selección de baloncesto en el Eurobasket de 2019. Ahora jugará al balonmano.FEB
Jon Rivas

A Laura Nicholls (Santander, 35 años), una mujer de 1,90 de estatura, que fue tres veces, como pívot, campeona de Europa con la selección española de baloncesto (2013, 2017 y 2019), además de plata (2014) y bronce (2010 y 2018) en los Mundiales, y plata también en los Juegos de Río 2016, el balonmano le viene de fábrica. Su padre fue jugador y entrenador en el Colindres, a orillas de la Ría de Treto, muy cerca de Laredo.

Vivía su familia en el mismo portal que otra ilustre deportista cántabra, Ruth Beitia, la saltadora que fue medalla de oro en los Juegos de Río de Janeiro, las dos chicas más altas del barrio. A ambas les dio por el deporte. Laura, después de pasar por la natación, la gimnasia rítmica y el tenis de mesa, comenzó a jugar al baloncesto, le dijeron que no se le daba bien y se enroló en la especialidad familiar, el balonmano. En eso sí era buena. “Aunque no queda bien que yo lo diga, era así”, comentaba en una entrevista a un periódico local. Cuando, por edad, no pudo seguir en los equipos mixtos y su club no tenía uno para las chicas, volvió al baloncesto sin demasiadas ganas.

Pero tras unos comienzos complicados y bastantes infracciones por los pasos de salida que le pitaban por la influencia del balonmano, apenas le costó un año empezar a destacar entre las demás jóvenes de su edad; estuvo desde los 14 a los 18 años en la Residencia Blume, y tras su fichaje por el Celta de Vigo, inició una carrera profesional con éxito, culminada por sus títulos nacionales e internacionales, con la selección (nueve medallas y 197 partidos) y los equipos españoles y del resto de Europa en los que jugó.

En mayo de 2021 renunció a acudir a la concentración de la selección española, anunció su retirada temporal de las canchas, y posteriormente la definitiva. “He decidido que, tras más de 20 años dedicando mi vida a este maravilloso deporte, ha llegado el momento de parar. No tiene por qué ser un adiós definitivo, pero situaciones personales no me permitirían acudir a la llamada de la selección con la concentración y energía necesarias para afrontar unas citas tan exigentes como las del próximo verano”, apuntaba en el comunicado que publicó en aquella fecha. El delicado estado de salud de su abuelo le empujó a regresar a casa. En ese paréntesis se metió en política con el Partido Regionalista de Cantabria, fue elegida concejal en el Ayuntamiento de Santander, aunque renunció al acta. Dos años más tarde decidió volver a la pista en el Leganés. “Sabía que si no pasaba estos últimos años con mi abuelo, sería algo que no me perdonaría nunca”, explicó a su regreso. “Necesitaba un descanso porque estaba ahogada”.

Ahora, definitivamente, dejará de mirar a la canasta y pondrá su vista en la portería contraria, porque vuelve al balonmano de su infancia en las filas del Uneatlántico Pereda, en la División de Honor Oro, la segunda categoría tras la Liga Guerreras Iberdrola.

“Hay espinas que se quedan clavadas dentro y siempre intentas sacarlas. Eso es lo que sentía Nicholls con el balonmano”, apuntan desde el club cántabro sobre la incorporación de la ya exjugadora de baloncesto, que no es el único caso en el baloncesto español, ya que Borja Vidal (Pontigón, Asturias, 42 años) recorrió el mismo camino. Se formó en la cantera del Joventut, jugó en el Melilla, el Bilbao Basket, el Nápoles, la Virtus y el CAI Zaragoza, y en esa ciudad cambió el balón por otro más pequeño para integrarse en el CAI Aragón de balonmano, a instancias de Valero Rivera, su director técnico entonces. Jugó en Algeciras, Teucro, Torrevieja y Nantes antes de fichar por un equipo catarí, en el que ha prolongado su carrera, que tiene, como hito más importante, el subcampeonato del Mundo con España en 2015. La leyenda cuenta que el sobrenombre de los Hispanos que acompaña a la selección española de balonmano, llegó con él, al que le apodaban “el hispano” en el Nápoles, cuando todavía jugaba al baloncesto. Después consiguió la nacionalidad en Qatar y allí ha ganado dos campeonatos de Asia con la selección y el oro en los Juegos Asiáticos de 2014.

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