Arranque de récord
Después de la hazaña de Léon Marchand en 400 estilos, el domingo, ya solo sobreviven tres plusmarcas mundiales individuales de la era del poliuretano: 200 y 400 libres, y 200 espalda.
A un año vista de los JJ.OO. de París, y con algunas de las estrellas recientes del mundo de la natación declinando su participación en el campeonato del Mundo que se celebra en Fukuoka, se esperaba algo más de tranquilidad. Pero nada más empezar la primera jornada pudimos ver un 400 libres masculino con dos participantes nadando por debajo del récord del mundo hasta la última brazada. Dos jóvenes: Samuel Short (Australia) de 19 años, y Ahmed Hafnaoui (Túnez) de 20 años, avanzando al unísono, a ritmo constante. Acabaron a dos centésimas de diferencia. Short hizo 3m 40,68s y Hafnaoui 3m 40,70s. A medio segundo de la plusmarca que Paul Bidermann estableció en los campeonatos mundiales de 2009, última competición internacional con bañadores de poliuretano, la actuación de Short y Hafnaoui fue señal de un profundo cambio generacional. Lo constató Léon Marchand al batir el récord en 400 estilos. Ya solo sobreviven tres récords mundiales individuales de la era del poliuretano: 200 y 400 libres, y 200 espalda, todos en categoría masculina.
Titmus, en seis tiempos y Ledecky descoordinada. La siguiente final fue la de 400m libres femenino. Nos deparó el primer récord del mundo de la competición. Ariarne Titmus (Australia) estableció un ritmo alto desde el inicio de la distancia y prácticamente a los 200m se mostraba como favorita. Su diferencia siguió aumentando parcial a parcial, con relación al resto de participantes (56,92s, 1m 0,2s, 59,96s y 58,48s). La esperada lucha con la joven récord del mundo Summer McIntosh (Canadá), o con Katie Ledecky (EEUU), no fue tal. McIntosh se vio fuera de carrera prácticamente a los 150m. Ledecky nadó los primeros 200m más lentos de lo esperado —asombrosamente descoordinada, con las brazadas muy cortas y cambiando los tiempos de los ciclos— y cuando trató de acercarse solo se encontró el ataque final de Titmus. La australiana empleó las piernas desde el principio, el llamado crol de seis tiempos, y su golpe final —fue la única en nadar el último 100 por debajo del minuto— resultó suficiente para establecer el récord del mundo en 3m 55,38s.
Marchand mejora el nado subacuátio de Phelps. Lo más llamativo de la jornada fue el récord del mundo batido por Léon Marchand (Francia) en 400m estilos. Primero, porque se lo arrebató a Michael Phelps, ex-pupilo de su actual entrenador, y segundo porque era algo esperado, pero no tan pronto. Por la mañana ya dejó claras sus intenciones haciendo los primeros 200 a ritmo de récord, y por la tarde solo tuvo que añadir intensidad en los segundos 200. Los tiempos fueron muy similares al anterior récord del mundo en los primeros 200. Pero la braza marcó la diferencia, al ser 2,92 segundos más rápido que Phelps en la final de 2008, suficiente para compensar la ventaja de 1,43 segundos de Phelps en el último 100. Aunque nunca nadaron juntos, todos imaginamos esa prueba alguna vez. Solo habría que ajustar una evolución técnica: los movimientos ondulatorios en la salida y los virajes son más largos que los que hacía Phelps, algo más de dos metros de promedio cada 50 metros. La diferencia recorta los tiempos de Marchand y le permite utilizar menos brazadas cada largo. Su braza, más moderna, menos ondulatoria que la de Phelps, le permite estar segundo en el ránking mundial de 200 y marcar la diferencia en esta prueba.
Raúl Arellano es responsable del laboratorio Aquatics Lab de la Universidad de Granada.
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