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La Volta al Terme de Fondeguilla, la madre de las carreras por montaña

Un pequeño pueblo de Castellón acoge la prueba más antigua de España, que este año cumple 40 ediciones e ilustra cómo una aventura de orientación ha desembocado en un deporte en ebullición

Volta al Terme de Fondeguilla
Un corredor durante la Volta al Terme de Alfondeguilla.ALEJANDRO LOSTADO

El amanecer aún no se intuye en el horizonte cuando el speaker calienta los ánimos de los 400 corredores –algunos con frontal, muchos con mochila, todos nerviosos– en la salida de la Volta al Terme. La madre de las carreras por montaña nació en Fondeguilla, un pueblo de Castellón que no llega al millar de habitantes para un recorrido de unos 34 kilómetros y unos 2.400 metros de desnivel positivo que no ha cambiado ni un metro en sus 40 ediciones. Es la decana en España de un deporte en ebullición.

El embrión de carreras por montaña empezó en los inicios del siglo XX con la Copa del Pagasarri, organizada en Bilbao en 1912 con equipos de corredores atados por los brazos. La Copa de San Llorenç en Catalunya o la Copa de Hierro de la RSEA Peñalara en Madrid exploraron un fenómeno que no germinó. Hubo intentos previos a la Volta al Terme, como La Pujada a Peu als Àngels, en Girona (1964), así como otras posteriores en los 80 y 90 que combinaron las carreras con las marchas; algunas superan hoy las 30 ediciones como la Cursa del Alba (Igualada) o las clásicas madrileñas: Cuerda Larga, La Pedriza o Las Dehesas.

Todo empezó en 1982 porque al dueño de un bar del pueblo se le ocurrió recorrer el perímetro municipal. “Porque sí, fue una locura. En aquella época iban a la montaña los agricultores y poco más. No iba a pasear ni Dios”, lo explica Ángel Font, el actual organizador. Un sábado, seis andariegos –nadie practicaba atletismo– buscando las señales del coto de caza en un terreno sin sendas.

Varios participantes de la Volta al Terme de Alfondeguilla.
Varios participantes de la Volta al Terme de Alfondeguilla.Rafael Paton rpaton71@gmail.com

Nadie llegó a meta en la primera Volta al Terme. “Terminamos rendidos al kilómetro 20 en el paso de la carretera”. Sirvió de acicate para la segunda edición, que sí completó el recorrido. La historia de los años 80 fue supervivencia: sin ropa de montaña y con unas deportivas normales. Y como aquello recorre un cresterío, nada de fuentes. “Cada uno se llevaba lo que creía que iba a consumir. Y si se terminaba el agua, búscatela”. Por eso llegó el primer avituallamiento, cerca del kilómetro 25. Tampoco había cintas que señalizaran el corrido, una máxima en las carreras actuales. “Si te pierdes, a la izquierda hasta el pueblo”.

Pasaron muchos años hasta que eso de ir a la montaña a correr dejó de ser algo impensable. Los primeros que fueron “a correr en serio”, con sus pantalones cortos, eran vistos como locos. “Ibas campo a través entre zarzas o espinas, no es vegetación agradable”. Su insistencia tuvo premio y la senda, entre tanto tránsito, se abrió paso. Los corredores empezaron a sacar la cabeza –unos 100 a finales de los 90– y se crearon clubes de montaña. Primero, Castro d’Fondeguilla, que gestionó la carrera hasta 2007; después, Amics de la Volta al Terme, que la organiza desde entonces.

Límite de participantes por normativa ambiental

El crecimiento fue exponencial y los organizadores tiene hoy un límite de 400 participantes por normativa ambiental. Hay ocho avituallamientos intermedios lleno de animación y servicios impensables en los inicios como fotógrafos o masajistas. El recorrido no se toca, tampoco la hora de salida, a las 6:00, para proteger a los corredores de un calor extremo que hizo estragos en otras ediciones.

Varios participantes de la Volta al Terme de Alfondeguilla.
Varios participantes de la Volta al Terme de Alfondeguilla.ALEJANDRO LOSTADO

Y la demanda por ponerse un dorsal se expandió. “Antes de la pandemia no había pueblo de la provincia de Castellón que no tuviese su carrera por montaña. Y hay 135″. El suyo tiene tres. “La gente se quejaba de que esto es una locura y tenemos al lado maratones con 600 corredores que agotan los dorsales en 24 horas. Te preguntas por qué. ¿La gente está tan mal de la cabeza para inscribirse como locos en una carrera tan dura?”

A falta de diagnóstico, no faltan clientes para la terapia. La primera subida es tan lenta, por su pendiente (1,3 kilómetros al 26%) y la humedad de la piedra, que genera un apelotonamiento hasta que la luz diurna se apodera de la escena. A falta de altitud, la Serra d’Espadà ofrece una sobredosis de subidas y bajas abruptas. Por la inclinación –una tiene hasta tres tramos con escaleras de madera– y por la complejidad de descender en un perfil de piedra rota que, además, desliza. Lo saben los fotógrafos, apostados en esos lugares que invitan a despeñarse.

Pese a tantas minas, se profesionalizó el trail y bajaron los cronos. “En el año 2000 bajar de las cinco horas era un sueño, imposible”. Un umbral que pasaron los primeros profesionales de Valencia y que este año han superado 85 corredores. Ganaron Adil Moussaoui (3h25m57s) y Rianna Nelson (4h18m40s). Aunque el récord sobrevive desde 2008 con Raúl García Castán (3h22m21), uno de los primeros campeones de Europa.

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