Guardiola, con perspectiva
El periodista Luis Martín condensa en ‘Cuando fuimos eternos’ los cuatro años en el Barcelona del técnico catalán, un relato ameno sobre la construcción de aquel equipo
El fútbol tiene la gracia -y la desgracia- de que cada semana hay, al menos, un partido. De tal manera que una victoria o una derrota durarán únicamente hasta que el balón ruede de nuevo. Tiene algo de presente constante, de necesidad permanente de actualización. Solo hay un detalle que puede dar la medida exacta de los entrenadores, los jugadores o los directivos: el paso del tiempo.
El Fútbol Club Barcelona de Pep Guardiola, considerado uno de los mejores equipos de la historia del balompié, disputó 247 partidos. Ganó el 72,4% de ellos y perdió únicamente el 8,5%. Anotó 638 goles (2,58 por encuentro) y encajó 181 (0,74). Alzó tres Ligas, dos Champions League, dos Copas del Rey, dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de España y otras tantas de Europa. Catorce títulos y, sobre todo, dejó para el recuerdo una forma jugar elegante, divertida y eficiente de jugar y de ganar. Pero, como dijo alguna vez Joaquín Sabina, cuando se vive un proceso de enamoramiento no se escribe, se vive. Y, si se escribe, faltará siempre la perspectiva.
Cuando fuimos eternos (Cúpula), libro del periodista Luis Martín, condensa los cuatro años de Guardiola al frente del club azulgrana. La imagen de la portada ayuda a entender muchas cosas: Guardiola vuela exultante, feliz, liberado, vestido con un traje gris marengo y con los brazos extendidos hacia el cielo. Debajo de él se ven las manos de sus futbolistas, que lo están manteando.
Martín, reportero con muchas fuentes en el Barça y en el entorno del entrenador, ofrece un interesante y ameno relato sobre la construcción de aquel equipo. Desde el momento en el que el entonces presidente del club, Joan Laporta, le comunicó en la habitación de hospital en la que dormía Valentina -tercera hija de Pep y Cristina, recién llegada al mundo- que sería el entrenador del primer equipo; hasta su decisión, cuatro años después, de no continuar; tras una derrota en semifinales de Champions contra el Chelsea que terminó con aplausos de la grada culé, en un gesto de orgullo por todo lo que había conseguido su equipo.
Aquella derrota destapó también el desgaste emocional del entrenador y el equipo. Por el medio, el día en el que le dijo a Busquets que, si no tenía miedo, debutaría en 24 horas en el Camp Nou. O el papel que puede jugar un preparador físico como Francisco Seirul•lo. O la gestión de dos jugadores que llegaron de fuera (Messi e Iniesta). O la importancia de trabajar siempre diez minutos más que el entrenador del equipo rival. Menos mal que, tras aquella derrota en el debut liguero ante el Numancia, en el Barça sabían ya de la importancia de la perspectiva.
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