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INVASIÓN DE CAMPO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mendilibar: el triunfo de lo simple

El técnico ha demostrado ser mucho más que un salvador: recogió a un equipo sin alma que había olvidado lo sencillo que a veces puede ser el fútbol y ahora, pocas semanas después, el Sevilla parece otro

José Luis Mendilibar aguarda al inicio del último partido del Sevilla en casa ante el Real Madrid.
José Luis Mendilibar aguarda al inicio del último partido del Sevilla en casa ante el Real Madrid.Jose Breton (AP)

Más de 2.200 km separan Zaldívar de Budapest. Y más de 90 minutos separan a José Luis Mendilibar de la gloria. Su primer título europeo aguarda en el Puskas Arena. Cuando el Sevilla anunció su llegada hace poco más de dos meses lo hizo con la idea de haber fichado a un salvador. Un entrenador que sabía moverse en el barro y que era experto en situaciones complicadas. No le faltaba razón. Aunque Mendi ha demostrado ser mucho más que eso. Recogió a un equipo sin alma ni identidad, a sólo dos puntos de la quema y a un grupo de jugadores que había olvidado lo sencillo que a veces puede ser el fútbol.

Ahora, pocas semanas después, el Sevilla parece otro. Un equipo reconocible, con jugadores que vuelven a sentir el espíritu de Nervión y sobre todo, el espíritu de la Europa League. Y todo lo consiguió un técnico que les recordó el ABC del fútbol. Así es su fórmula, sin estridencias, sin tonterías, simplemente con la naturalidad que le caracteriza.

Mendilibar es un técnico de la vieja escuela que cuando carga la escopeta sabes que te has metido en un lío. Un tipo cañero donde los haya, ni amigo del VAR ni de los trajes, pero que cae bien, por su sencillez, por su sinceridad al hablar. Dice lo que piensa y piensa lo que siente. En la sala de prensa es una bendición para los periodistas.

No es buen negociador de la intensidad, el esfuerzo y el trabajo. Es más, esas tres características le han llevado donde está. Eso lo tienen claro todos los jugadores que pasan por sus equipos: Lanzarote, Eibar, Athletic Club, Real Valladolid, Osasuna, Levante, Alavés y, finalmente, Sevilla.

A sus 62 años, Mendilibar lo es todo, padre y profesor. En una época en la que los jugadores se tiñen el pelo de rosa y llevan toda la piel tatuada, él propaga sin saberlo el odio eterno al fútbol moderno. Hasta el propio Pepe Castro reconoció que los futbolistas no entendían lo que quería Sampaoli: “Que los jugadores jueguen cada uno en su posición y que se hagan cosas lógicas. En el fútbol todo está inventado, hay cosas que se pueden mejorar, pero hay cosas que son tan lógicas que hay que hacer lo normal”. Así es Mendi, un entrenador normal que está consiguiendo algo extraordinario.

Tendemos a creer que los títulos dicen muchas cosas. Y así es. Ahora sólo falta que nos pongamos de acuerdo con lo que entendemos por un título. Porque lo que ha conseguido el técnico vasco en poco más de dos meses en Sevilla bien podría equivaler a uno.

Nadie quiere a la Europa League como la quiere el Sevilla. Nadie la cuida tanto, ni la mima con más cariño. Nadie la mira como él y, aunque enfrente esté el rey de las finales, el autodenominado The Special One, el Sevilla no se cansa de acariciarla.

Llegados a este punto, no podemos obviar el elefante que hay en la habitación. Pase lo que pase esta noche, Mendi se ha ganado a mucha gente que no confiaba en este “tontolaba”, como dijo él mismo. Pero su renovación con el Sevilla parece ir supeditada al título que esta noche está en juego. Para mí, ya se la ha ganado con creces, independientemente del resultado en la final. La victoria dice muchas cosas, pero seguramente la derrota dice mucho más. Ojalá el Sevilla escriba otra página en su idilio con esta competición, pero, de no ser así, el técnico ya ha ganado.

El triunfo de lo simple. Eso es José Luis Mendilibar.

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