El cruce de caminos de Jasikevicius y Chus Mateo en la Final Four de la Euroliga
El técnico del Barça juega su tercera fase final seguida y el del Madrid debuta tras un curso de continua reivindicación
La fría Kaunas espera el partido más caliente. Barcelona y Real Madrid chocan este viernes en la semifinal de la Final Four de la Euroliga (20.00, Dazn; Olympiacos y Mónaco disputan el otro duelo a las 17.00) en una cita que contiene muchos partidos en uno. Sobre la pista, Mirotic y Tavares concentran los focos en medio de un desfile de estrellas. En los banquillos, Sarunas Jasikevicius y Chus Mateo cargan con la misma exigencia aunque lleguen al gran escenario europeo por caminos diferentes.
Para el técnico azulgrana es su tercera Final Four consecutiva desde que aterrizó en el Barça con la reconquista de la Copa de Europa como deber más que como deseo. Cayó en las dos ocasiones anteriores, en la final contra el Efes hace dos cursos y en la semifinal frente al Madrid en la temporada pasada, víctima de otra remontada blanca. Saras dispone ahora de un tercer disparo en un lugar simbólico para el preparador lituano: en Kaunas cerró su carrera como jugador y comenzó su periplo como técnico. Y después de eliminar en los cuartos por 3-0 al conjunto de casa, el Zalgiris, ahora ejerce de anfitrión. En el imponente Zalgirio Arena, junto al río Niémen, la segunda pista con más afluencia en la temporada regular de la Euroliga tras el Stark Arena de Belgrado, Saras aguarda a un debutante en la lucha por la corona continental. Chus Mateo mantiene al Madrid en la élite en su primer curso como primer entrenador blanco después de superar una tortuosa serie a cinco pulsos contra el Partizán de Belgrado.
El sexto duelo entre ambos en este curso prosigue una secuencia de fuerzas igualadas. El Madrid conquistó ante los barcelonistas la final de la Supercopa de España, el Barça se apuntó los dos choques en la ACB y en la Euroliga cada equipo hizo valer su fortaleza como local para atar la victoria en su pabellón.
Para Jasikevicius, otro guiño de la hemeroteca. Hace justo una semana se cumplieron 20 años de la primera Euroliga conquistada por el Barça (celebró una segunda en 2010). El base lituano movía en la cancha a aquel conjunto que lideraba Bodiroga y dirigía Pesic desde la banda y que hizo estallar al Palau Blaugrana en la final contra el Benetton Treviso. “No creo que haya cambiado mucho desde entonces”, comenta ahora Saras, de 47 años. “Lo afronto de manera parecida. Sigo teniendo la misma ilusión. Recuerdo muy bien todos los detalles del Sant Jordi y por eso entiendo la situación de mis jugadores. Algunos van a jugar su primera final o han estado en pocas. Por eso intento hablar con ellos, pero es muy difícil decir algo. Se tiene que pasar por esto. Tenemos jugadores experimentados y como cuerpo técnico hemos estado en muchas finales. Ganar es una mezcla de muchos detalles y cada uno te da un puntito”.
Jasikevicius ya era un entrenador vestido de jugador cuando botaba el balón. Así lo recuerda el gran mito de los banquillos, Zeljko Obradovic, que le tuvo a sus órdenes: “Por su carácter, hablaba mucho a sus compañeros. Un día le llamé y le dije: ‘Saras, dices el 90% de lo que yo digo. Tienes razón. Pero no puedes hablar con ellos de la misma manera que yo. Ten cuidado’. Él lo entendió. Era uno de sus jugadores con libertad para hacer algo diferente”.
Del genio también intentó empaparse Chus Mateo cuando el serbio llegó al Madrid en 1994 y el madrileño dirigía en las categorías inferiores. Hoy es él quien se encuentra ante el reto de la cima europea en un curso siempre bajo la lupa. La alargada sombra de Pablo Laso ha acompañado a Chus Mateo en una temporada de eterna reivindicación. Suceder al entrenador más laureado de la última década en la casa blanca ha supuesto un examen diario y un tobogán continuo: títulos de la pasada Liga y de la Supercopa, caída en semifinales de la Copa, tercer puesto en la fase regular de la Euroliga y ahora en la ACB...
“Estoy muy contento y no dejo de quitar importancia a estas cosas. Trato de desdramatizar lo que es una Final Four”, explica Mateo, de 54 años; “me gustaría contribuir con un pequeño granito de arena a lograr este título. Estamos tan cerca y tan lejos... Solo nos queda soñar. Ahora ya no hay estadísticas, ni excusas, ni lesiones ni cansancio. Solo hay un partido contra el Barcelona”. Enfrente, el anfitrión Jasikevicius.
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