El Barcelona saca billete de ida y vuelta a Kaunas
El equipo azulgrana supera por la vía rápida al Zalgiris, 3-0 en la eliminatoria, y disputará la Final Four en Lituania
Tan sinfónico como atronador, el himno del Zalgiris fue entonado por 15.000 personas a capela y a modo de bienvenida para el Barcelona, un rugido intimidante pero precioso, de esos que pone la piel de gallina y explican que el deporte es pasión, y el baloncesto un modo de vida en Lituania. No era para menos, pues el Zalgiris caía por 2 a 0 en la eliminatoria y necesitaba el triunfo para no quedarse descabalgado de Europa. No lo logró porque el Barça ha entrado en combustión en este tramo final como se había propuesto tras los batacazos de última hora del curso anterior. Así, por la vía rápida, los azulgrana sellaron un billete de ida y vuelta a Kaunas, escenario de la Final Four del 19 al 21 de mayo.
Quería Jasikevicius, hijo pródigo en Kaunas, que los suyos igualaran la bravura rival, pues se sabe que el Zalgiris es un equipo físico que dignifica el oficio con la brega. Y respondió el Barça de inicio de la mejor de las maneras, una defensa intensa, de las que no dejan respirar y menos encontrar posiciones de tiro sencillas. Al tiempo, Vesely arrancó como acabó el último envite, con seis puntos de los ocho primeros del equipo, el capataz de la pintura. “¡Nos hacemos una foto y nos vamos a casa!”, gritó Maksvytis a los de verde en el primer tiempo muerto, bronca morrocotuda que espabiló al Zalgiris, pues pasó de 3-13 en siete minutos y medio al 10-13 al final del primer cuarto. Posible, también, por el despropósito ofensivo azulgrana, pérdida tras pérdida, al fin apocado ante el electrificante bramido lituano.
Un triple de Lekavicius puso las tablas (15-15) y ahí se instaló el Zalgiris, por delante gracias a la obra y muñeca de Dimsa, jugador omnipotente que supuso un verdadero quebradero de cabeza para el Barça, que seguía sin encontrar la rampa a la canasta —acaso desde el poste bajo, pero ya no de un Vesely desacoplado— del mismo modo que no aparecía Mirotic, anónimo cuando el equipo le reclamaba. Aunque se estrenó antes del entreacto para dar continuidad al triple de Abrines, para poner de nuevo al Barça por delante, que se marchó al vestuario con un 26-29. Exiguo marcador que explicaba la falta de tino y la abundancia de tembleques.
Pidió el balón Satoransky en la reanudación, consciente de que no hay base que le iguale en lo físico y altura —2,01 metros—, hábil para desbrozar la férrea defensa rival. Dos chofs desde el perímetro y cólera del técnico lituano, que se llevó una antideportiva y caldeó todavía más, si era posible, el ambiente. No le afectó al Barça, mente fría y muñeca ajustada. Como esos tres triples seguidos de Tobey, ese tiro de Vesely de media distancia o ese nuevo lanzamiento desde el perímetro de Abrines. Ventaja de 13 puntos para los azulgrana a falta del último capítulo.
Acusado de no saber gestionar el viento a favor durante el mandato de Jasikevicius, el Barça se cortocircuitó por momentos, 11 puntos seguidos en contra para regresar a las estrecheces, también para desatar la locura en el pabellón. Pero Vesely regresó de su asueto a la vez que Jokubaitis pidió los flashes y Abrines y Mirotic volvieron a hacer de francotiradores, suficiente para descascarillar al Zalgiris, para conseguir el salvoconducto para la Final Four por tercer año consecutivo y soñar con el laurel que el Barça levantó en 2003 y 2010.
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