Dmitrovic, el serbio que se libró de un espontáneo ante el PSV y que sustituye con nota a Bono
Aplomo de un Sevilla angustiado, el portero salvó al equipo ante el Almería y es uno de los líderes del vestuario
“No me he peleado en mi vida. Pero soy serbio y los serbios hemos nacido para defendernos”, afirmó Marko Dmitrovic a sus compañeros justo después de ser agredido por un hincha del PSV en el duelo de vuelta de los dieciseisavos de la Liga Europa. El portero salvó al Sevilla con una gran actuación ante el Almería el pasado domingo en la Liga. Todo apunta a que este meta con madera de líder defenderá la portería del conjunto andaluz ante el Fenerbahçe, cita en la que el Sevilla defiende una renta de dos goles para pasar a los cuartos de final de la competición que ha ganado seis veces (18.45, Movistar Liga de Campeones).
La sangre fría con la que Dmitrovic, de 31 años, actuó ante el ultra del PSV, condenado a tres meses de cárcel, no pilló de sorpresa en el club andaluz. “Es una persona muy calmada, de mucho control. Y es de los que transmite tranquilidad en una situación tan complicada como la que vivimos. Tiene madera de líder”, afirman a este diario fuentes del conjunto andaluz. Firme en el terreno de juego para detener al atacante, Dmitrovic agradeció el ramo de flores que la afición del PSV le mandó después de la agresión.
“Querido señor Dmitrovic, disculpas de parte del resto de hinchas del PSV. Esperemos que se esté recuperando bien tras el incidente. Le deseamos lo mejor y buena suerte en la Europa League”, rezaba la carta de la afición holandesa, a la que Dimitrovic envió otro comunicado de agradecimiento.
El aplomo le viene a Dimitrovic de su niñez en Serbia, donde incluso tiene recuerdos de cómo se escondía en la casa de sus abuelos de los bombardeos de la OTAN. También de su fuerte voluntad en la adolescencia. Siempre soñó con jugar en el Estrella Roja y se marchó a Belgrado con 18 años con la oposición de sus padres. Allí maduró, aunque no pudo cumplir su sueño de ser el meta titular del Estrella Roja. Se marchó al Ujpest Dozsa, donde tampoco encontró continuidad. De ahí pasó al Charlton Athletic, en la segunda inglesa, hasta que Juan Ramón López Muñiz, el entrenador del Alcorcón, se decidió por su fichaje después de haberlo visto en una eliminatoria con la selección sub-21 española en Cádiz contra Serbia.
Después de dos temporadas en el Alcorcón, en Segunda, lo fichó el Eibar, donde se consolidó en la élite durante cuatro campañas en Primera. “Es un gran compañero. Hay detalles que lo confirman. Cuando vino Osasuna, estuvo muy cariñoso con Kike García, compañero suyo en el Eibar”, afirman en el Sevilla. En el Eibar jugó 131 partidos y pasó a la historia como el séptimo portero de la Liga en hacer un gol después de Santamaría, Fenoy, Chilavert, Prats, Nacho González y Aranzubia. Consciente de su buena pegada con la pierna izquierda, Mendilibar le puso a tirar los penaltis. Le hizo un gol a Oblak en la temporada 2020-21.
Monchi se fijó en él y Dmitrovic llegó al Sevilla en el verano de 2021. Ha asumido a la perfección su papel de suplente de Bono, aunque su protagonismo aumenta en este curso, donde ya lleva 11 partidos jugados. El meta marroquí tuvo que salir en camilla en el duelo contra el Almería y Dmitrovic realizó paradas de todos los colores para salvar al Sevilla. Cuando acabó el choque, lo primero que hizo fue marcharse a la banda a darle un abrazo a José Luis Silva, el preparador de porteros. Luego, sus primeras palabras fueron en recuerdo de Bono, que estaba en el hospital recuperándose de un fuerte golpe.
En el vestuario le conocen también como el rey del tenis de mesa, porque no hay nadie que le gane. Solo a veces Rakitic. Él y Gudelj son sus mejores amigos de un vestuario que agradece su aplomo en tiempos convulsos.
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