Alcaraz canta (y suda) su victoria 100

Niega con el gesto Tallon Griekspoor, que lo ha hecho prácticamente todo bien y aun así no encuentra recompensa. Se le escapa el momento. Pierde el tren para el neerlandés y se sube de un brinco Carlos Alcaraz, que por un día aparca el arte y apuesta por la efectividad, sinónimo de inteligencia tal y como ha transcurrido un primer set muy peliagudo que termina siendo definitivo. En los días que falta finura, bien valen el control y el saber hacer, y bajo este doble argumento se hace el español (7-6(4) y 6-3) con el pase a los octavos de Indian Wells, en los que se medirá en la madrugada del martes al miércoles (2.00, Movistar Deportes) con el inglés Jack Draper, otro joven que también empieza a dar que hablar y que crece sin despistarse.

Celebra Alcaraz porque el registro indica que este 14 de marzo, resuelto a su favor en 1h 40m, es un día especial. Tiene 19 años, ya ha hecho cima después de ganar un grande y ahora contabiliza 100 victorias en los 132 partidos que ha disputado en el circuito de la ATP. Solo John McEnroe lo consiguió con mayor celeridad –misma edad, pero en 131 encuentros– y supera los registros de los tres tenores, Rafael Nadal (19 años y 137), Novak Djokovic (20 y 143) y Roger Federer (20 y 169). En todo caso, nadie fue más precoz que el indescifrable Björn Borg, que a los 17 –con 149 duelos– se convirtió en centenario en la élite cuando batió a Marty Riessen en la tercera ronda de Roma. El tenis abre ahora paso al chico de El Palmar, obligado a masticar la victoria.

Esta última llega con más oficio que brillos porque durante una hora, lo que se extiende un primer parcial puñetero e incómodo para el murciano, Griekspoor (36º del mundo) le ha sometido a una prueba de templanza y funambulismo, de no perder el equilibrio. De trallazo en trallazo, a base de rascar y rascar, el neerlandés busca abrir una vía que astutamente anula Alcaraz, quien entiende que la historia no debe resolverse a pelotazo limpio, sino a base cabeza. Por eso interpreta y reduce una marcha, y ahí es cuando el rival cortocircuita y cede. Sucede en el tie-break, instante certero para marcar el giro definitorio del partido. A uno le pueden las prisas, y el otro excava un socavón anímico que le conduce hacia los octavos.

Griekspoor, de 26 años, es un tenista sin miedo que tira y explora con el saque, pero su apuesta, valiente, tan solo le granjea un par de opciones de rotura bien abortadas. El neerlandés había vencido en el único precedente sobre pista dura, Montpellier, hace dos años, pero esta vez se topa con la versión efectiva del español, que sin hacer daño con el servicio y sin filo al resto se adjudica el desempate y rompe definitivamente el pulso. A partir de ahí, una resolución placentera. A cuatro triunfos de recuperar el número uno –en posesión de Djokovic, ausente en California por no vacunarse contra el COVID-19– y sin tiempo para tomar aliento, afrontará en la siguiente estación del torneo al zurdo Draper, un tallo de 1,93 que tuteó a Nadal hace dos meses en Melbourne, donde le arañó un set al balear; teórico heredero de Andy Murray, este lunes abatió al escocés por 7-6(6) y 6-2.

“Es realmente bueno”, le describe Alcaraz, que dejó su primera huella en la élite en 2020, cuando venció a Albert Ramos sobre la arena de Río de Janeiro con 16 años. “Sí, han sucedido muchas cosas desde entonces. Estoy muy orgulloso de haber conseguido la 100”, valora mientras la historia rebobina e ilumina el episodio brasileño, y sobre todo los posteriores en Umag (primer título), Melbourne (primera victoria en un Grand Slam, ante Van de Zandschulp), Nueva York (primera ante un top-10, frente a Stefanos Tsitsipas), Milán (Masters de las Promesas), Marbella (Copa Davis, contra Marius Copil), Miami (primer Masters 1000), Barcelona (primer Godó), Madrid (Nadal y Djokovic) y el US Open, testigo de su primer gran golpe y el trono más juvenil.

Badosa cae al 29º puesto

Mazo en mano, el jugador murciano sigue haciendo añicos la historia y a sus 19 años ya es centenario en el circuito de la ATP, donde hace tres años se advertía que aquella primera huella en Río de Janeiro –frente a Albert Ramos, sobre tierra batida– correspondía a un verdadero prodigio y que aquella no era una irrupción más. Tenía 16 años el chico y el catalán, que le duplicaba la edad y acumulaba 13 cursos de rodaje en la élite, no podía detener lo irrefrenable: el tenis contemplaba el nacimiento oficial de una estrella. Venía una joya, y aquí está.

“Me gusta jugar de forma muy agresiva, con muchos golpes ganadores. Mi estilo es más o menos el de Federer”, se autodescribía entonces, con el primer triunfo en la cartilla. “Cuando paso tiempo con grandes tenistas como Rafa [Nadal], Juan Carlos [Ferrero, su técnico] o cualquier otro jugador, no digo nada. Escucho todo lo que dicen porque es muy valioso para mí”, añadía el de El Palmar, cuya carrera transcurre a un ritmo de vértigo. Aquel chaval posee hoy diversos récords de precocidad, entre ellos el del ascenso más tempranero al número uno, y ahora alcanza otra cifra especial a un ritmo de vértigo.

Él encabeza el cartel de los octavos, en los que también figura el nombre de Alejandro Davidovich. El malagueño, de 23 años y 28º en el ranking, se enfrentará al chileno Cristian Garin (97º) a partir de las 19.00 (Movistar). No pudo sortear la barrera Paula Badosa, que no termina de recuperar el vuelo y fue apeada por la kazaja Elena Rybakina (6-3 y 7-5, en 1h 35m). Campeona del torneo en 2021 y semifinalista el curso pasado, la catalana acusó las siete dobles faltas que cometió y el exceso de tensión; la derrota –cuarta en los cinco últimos partidos que ha jugado– le relega de la 22ª posición a la 29ª. En abril brillaba en el segundo peldaño.

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