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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sueño o pesadilla

El ADN Barça, desde la época de Cruyff, ha estado marcado por el juego de posición. Visto lo visto con los lesionados y los ausentes, quizás, por una vez, su juego tenga que erigirse en las áreas

FC Barcelona
Robert Lewandowski intenta rematar de volea durante el partido entre el Barcelona y el Manchester United, de la Europa League, en el Camp Nou el pasado jueves.Alejandro Garcia (EFE)

Hace tiempo que el Teatro de los Sueños dejó de ser simplemente la casa/cobijo del Manchester United para convertirse en la alegoría de lo que quiere conseguir todo aquel que pasase por allí. Mañana el Barça sueña precisamente con volver de Mánchester con el boleto a octavos de la Europa League hecho realidad. Pero su realidad actual es que tendrá que emplearse a fondo para interpretar una función teatral en la que no se note la ausencia de actores principales. Porque de eso irá el partido, de los que actuarán y los que no.

A la final de Old Trafford llega el Barça sin Gavi ni Pedri. Sin un jugador que pone antes la cabeza que la pierna en cualquier balón dividido y otro que le da sentido al juego azulgrana. Tampoco estará Dembélé, una baja que le está penalizando menos de lo esperado cuando se lesionó.

Ahora los que sí estarán. Busquets vuelve de lesión y, habitualmente, suele sufrir en contextos de ida y vuelta, un guion más que predecible el jueves ante un equipo lleno de aviones como Rashford y compañía.

El ADN Barça, desde la época de Cruyff, ha estado marcado por el juego de posición, crear superioridades y por darle un peso singular al centro del campo. Visto lo visto con los lesionados y los ausentes, quizás, por una vez, su juego tenga que erigirse en las áreas. Y ahí es donde aparecen Robert y Marc-André. Lewandowski y Ter Stegen. Son las dos piezas en las que se deberá sustentar el equipo de Xavi. El alemán está rindiendo a su mejor nivel, como antaño, y de no ser por él, el “unocerismo” al que se suele abonar el Barça no sería tal. En el territorio custodiado por Ter Stegen hay otro eslabón que ha engranado perfectamente. Una pieza que se ha acoplado sin hacer ruido en el 11 de Xavi: Andreas Christensen.

Un jugador que no tiene la exuberancia de otros centrales. No es tan llamativo como puede serlo, por ejemplo, Araujo, pero sí muy correcto en todo lo que hace. Correcto en el corte, en el despeje, en la corrección y sobre todo, fiable. Tan fiable que, si está bien físicamente, el técnico egarense desplaza a uno de los otros centrales al lateral. El danés es el tapado. De pocas palabras, al menos con un micrófono delante. Sobre el campo, demuestra más que habla.

Su compañero de baile suele ser Araujo, y entre ambos forman esa particular mezcla entre dos jugadores que no pueden ser más diferentes en la ejecución pero que, como se diría en catalán, mezclan el seny i la rauxa. La sensatez y el arrebato. El vals y el rock&roll. El adolescente que se sienta en la primera fila de clase, y el de la última. Algo que también podría aplicarse a Pedri y a Gavi, ambos ausentes mañana.

Volvamos a las áreas, la de Lewandowski. Con el polaco, las apariencias sí engañan. Sin estar en su máximo apogeo, no te puedes despistar con un jugador tan traicionero en su hábitat natural. Un futbolista al que el Barça trajo de Múnich para jugar en este tipo de escenarios.

También estará el reforzado Ferran Torres, que sueña con refrendar su gran partido ante el Cádiz. Porque como diría Cruyff, “un palomo no hace verano”. Si será protagonista o un mero espectador, es una incógnita.

¿Y el ‘10′? El barcelonismo se ilusiona con el regreso del mejor Ansu Fati. Acostumbrado a cumplir sueños, Old Trafford puede ser uno más. Xavi tendrá que decidir entre el seny i la rauxa. Los cuatro centrocampistas o un extremo clásico.

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