Pablo Machín: “Trato de no hablar de la clasificación”
El entrenador del Elche, que cogió al equipo cuando solo tenía 4 puntos, explica en la entrevista de cómo afronta el reto y de la influencia de su amistad con Unzué: “En situaciones complicadas me ayuda decir: ‘¿Cómo lo haría Juan Carlos?”
Pablo Machín (Soria; 47 años) aceptó en noviembre tal vez la misión más desesperada del fútbol europeo: el Elche iba último en la Liga con cuatro puntos, ni una victoria y dos entrenadores calcinados. Parecía que no tenía nada que ganar: “Pues yo pienso que puedo tener mucho que ganar y, quizá al revés, que tengo poco que perder, porque en el peor de los casos, ¿qué puede pasar, que esté en la misma situación en la que cogía al equipo?”, explica el técnico en una videollamada horas antes de visitar este miércoles al Real Madrid (21.00, Dazn).
No todos lo vieron así: “Me decían que estaba loco por venir al último, que no habían hecho nada, que llevaban cuatro puntos...” Una de las personas que no le llamó loco fue Juan Carlos Unzué, viejo amigo desde que fue su segundo en el Numancia en la temporada 2010-2011: “Me dijo que si era lo que sentía, que adelante. Que le parecía valiente, pero que él ya me había conocido así. Cuando él llega a Soria y quiere plasmar esa idea Barça en un equipo como el Numancia, todo el mundo tenía muchas dudas, y yo también, pero le animé: ‘Tenemos un mes y medio de pretemporada para empezar con esto a muerte y si no, ya iremos dando matices”.
Su amistad y el ejemplo de cómo vive el avance de la ELA son muy importantes para Machín: “Juan Carlos Unzué me hace valorar muchas cosas, y en muchas conversaciones le digo: ‘Ahora eres mucho más referente que lo que ya lo eras. Porque con todas las dificultades que estás teniendo nos estás dando una lección de cómo tomarte las situaciones que te vienen’. Entonces, si yo me voy a frustrar porque no me ha salido bien un partido, porque no he ganado, o porque me han echado de un club, creo que no debo hacerlo viendo cómo, con lo que está pasando, lo lleva un amigo”.
Con ese equipaje emocional, Machín se presentó en un vestuario zarandeado por el campeonato y hundido en la tabla, y les dijo que creía que eran buenos futbolistas. “Y que por eso había venido”. Pese a la situación crítica, el punto del calendario en el que llegó suponía una ventaja: “Tuvimos la suerte de estar el mes del Mundial pudiendo trabajar, y eso hizo también lavar un poco la cabeza. Trato de no hablar en ningún momento de la clasificación que tenemos. Eso es evidente, pero no hay que incidir mucho en ello. Ya los medios de comunicación os encargaréis de decirlo, pero creo que en esta situación no ayuda. Nos tenemos que plantear una liga de un partido e intentar ganarla cada jornada”.
Aunque casi más que en su plan, confía en el efecto de su ejemplo: “Situaciones que tú mismo has vivido. Que no estés vendiendo ciencia ficción aporta más realidad y más confianza a los futbolistas”. La primera vez que Machín salió de Soria lo hizo también hacia un destino desesperado. En marzo de 2014 le ofrecieron el banquillo del Girona, último en Segunda, con solo 14 jornadas por delante. Y se salvaron. Aquella situación era límite no solo para el equipo, sino para su carrera. “Yo era maestro, pero tenía que decidir si iba a dedicarme al fútbol o a la enseñanza. La oportunidad del Girona, muy difícil, para mí era el ser o no ser. Si lo hago bien, podré seguir siendo entrenador profesional. Si no, no”.
Empezó mal, con dos derrotas. Ganaron el tercero y Machín salió a caminar por la ciudad, encontró un cine y se metió solo a ver Ocho apellidos vascos: “Probablemente sería la primera vez que estaría más de media hora por ahí conociendo la ciudad”, recuerda. Hasta entonces vivía obsesionado y enclaustrado. Ya no se conduce con esa gravedad.
Cuando hace 11 días el Elche ganó su primer partido de la temporada, contra el Villarreal, voló a Barcelona, donde le esperaban su esposa y su hija pequeña. Al regresar, tras dos días de descanso, se saltó la rutina: “En el primer entrenamiento suelo hacer un vídeo del partido con las cosas que hemos hecho bien, y este fue el primer día que no lo hicimos. Les dije: ‘Ahora tampoco os voy a poner todo lo bien que hicisteis, que fueron muchas cosas, porque seguro que lo habéis visto en la tele un montón de veces, y la gente os habrá dado el baño de masas”.
El poder de la barbacoa
Hasta entonces, además de trabajo, muchas actividades paralelas: “Ayudan a liberar tensión. Los futbolistas muchas veces tienen una sobrecarga de responsabilidad que no les deja rendir. Algunas actividades de cohesión de grupo ayudan a que se conozcan más personalmente. Es muy importante. Intentamos que pasen bastante tiempo en el vestuario y conozcan cómo están las familias, cómo les va a sus hijos, qué problemas están teniendo. Creo que cuando demandamos un plus, es más fácil hacerlo por alguien que lo consideras, aparte de compañero, amigo, que no si es simplemente un compañero de trabajo”. Cuando toca barbacoa compran ellos la carne y la cocinan; no van a que se la hagan: “Luego está el pique de menuda mierda que has traído aquí, no tienes ni idea, lo has quemado...”.
Dentro de un vestuario castigado, Machín encontró a un futbolista especialmente marcado: Carlos Clerc aumentaba semana a semana su récord de futbolista con más jornadas sin ganar en Primera. La victoria contra el Villarreal dejó la marca en 39. “Todos éramos conscientes de que eso se estaba produciendo. Cada partido que no ganábamos era un ladrillo más que se ponía en todos, pero un ladrillo de hormigón en el caso de de Clerc”, recuerda. “Lo que he hecho con él es decirle: ‘No me gusta lo que he visto por la tele. Creo que eres un jugador diferente. No solo tienes la capacidad, sino que tienes mucha más experiencia y estás todavía en una edad en la que el físico te permite’. Y ha rendido mejor de lo que lo estaba haciendo”.
Después del pequeño alivio de la primera victoria, en el incierto camino de la salvación se les cruza ahora el Madrid: “Independientemente de la clasificación, nos tenemos que quedar con las experiencias, con el podernos enfrentar al mejor club del mundo, en uno de los mejores estadios del mundo, y con que seguimos estando en la superélite”. Parece un lema dictado por Unzué, a quien Machín tiene siempre presente: “Me ayuda mucho en situaciones complicadas. Poder hablar con él, o simplemente decir: ‘Ostras, ¿cómo se lo tomaría Juan Carlos?”.
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