Sam Welsford deja de piedra a los sprinters famosos en la Vuelta a San Juan
El pistard australiano sorprende y derrota ante el velódromo Chancay a los mejores sprinters del mundo, Bennet, Gaviria y Jakobsen
En la autopista, junto al velódromo que se abrirá en mayo, los sprinters famosos se quedaron de piedra. Exhibición de trenes, suficiencia de músculos, Jakobsen, Bennett, Gaviria, Sagan, se marcan, se vigilan, eligen qué rueda seguir, por dónde salir, y, mientras, un australiano del DSM casi desconocido en su territorio, y han tenido que buscar en las redes para saber de dónde venía, se mueve invisible, un marginado como de incógnito, y los bate a todos. Se llama Sam Welsford, tiene 27 años, solo un par de temporadas en las grandes ligas de asfalto--, un pistard de fuerza y clase de la escuela fértil australiana, miembro del cuarteto de persecución con dos medallas olímpicas y cuatro oros mundiales, y un oro individual en scratch-- y solo una victoria en carretera en su contador, una etapa de la pasada Vuelta a Turquía. Le inspiró de una forma indefinible, seguramente, la cercanía del velódromo futuro. “Ganar a estos corredores es muy especial, son los mejores sprinters del mundo”, dice. “Además he ganado al lado de un velódromo, que dado mi pasado en la pista lo hace todavía más especial”. No inspiró igual a Gaviria, también pistard excelente de formación, que juraba en la llegada y se lamentaba. “Ha sido culpa mía, he fallado yo”, les dijo a sus compañeros en meta. “Ustedes han estado perfectos”.
Bennet fue segundo; Gaviria, tercero; Jakobsen, cuarto, y sexto, Sagan. Superman López sigue líder y, seguramente, se coronará el domingo ganador de la carrera argentina.
Egan sale pero no llega. A los pocos kilómetros se baja de la bicicleta. A la Vuelta a San Juan le queda una etapa en la que lo más duro de combatir es el calor, no el recorrido, planito, para sprinters, la M30 de San Juan. Abandona el colombiano. La sorpresa es tremenda. Todos le han visto sentado tranquilo en la salida, una sillita de plástico bajo un toldo que si no quita el calor sí le protege del sol, y un chaleco de hielo. Todos le habían visto, y admirado, el miércoles atacando en el primer gran puerto de la ronda a la provincia argentina. Todos habían valorado su esfuerzo, su trabajo, su clase, en el Alto Colorado, llevando a su compañero Filippo Ganna tras las huellas del inalcanzable fugitivo Superman. Todos comenzaban a pensar, el gran Egan está de vuelta. “Le duele la rodilla izquierda”, dice su equipo, el Ineos, en un tuit que quiere explicar la retirada de su líder. “Se cayó en la primera etapa y, muy a su pesar, ha tenido que abandonar”. Poco después, su gente desvelaba que ya llegó muy dolorido de su rodilla a la cima del Alto Colorado. En septiembre pasó por úlktima vez por el quirófano, donde le retiraron los clavos y tornillos de su rodilla derecha, destrozada en el accidente del 24 de enero.
A Egan, y a Superman, a Higuita, a Nairo, se le espera el próximo domingo en Bucaramanga, donde disputarán el campeonato nacional de Colombia.
La ciudad de San Juan está a punto de estrenar en Pocito, a 10 kilómetros, un velódromo que es una joya hermosa, y en una visita guiada, bajo la estructura del techo, grácil, una luz de 150 por 120 metros, y rodeados por el óvalo de 250 metros de madera laminada de abeto finlandés, una estructura diseñada y armada por el canadiense Peter Junek, se pasean campeones olímpicos en pista, como Michael Morkov, Elia Viviani y Giovanni Lombardi, el campeón mundial Fernando Gaviria, y varias figuras más. Lujo suntuario en un país, Argentina, en permanente crisis económica.
Se habla del velódromo, dedicado a la gloria local Vicente Chancay, y del Mundial de pista que allí se celebrará en 2025, y se habla también de carretera, de la etapa de la víspera en la Vuelta a San Juan. Se encomia a Superman López, se comparte la autocrítica de Remco Evenepoel, que confesó haberse precipitado atacando antes de tiempo, a 10 kilómetros de la cima dura del Alto Colorado, se simpatiza con el sufrimiento de Sergio Higuita, y, por supuesto, se valora la acción del gigante piamontés Filippo Ganna, un hombre de velódromo, recordman mundial de la hora y de los cuatro kilómetros, quien emprendió una contrarreloj individual tras Superman y contra el viento, la altitud y un desnivel del 5%, posición perfecta, aerodinámica, sufrida, más de 500 vatios a pleno vapor hasta que se agotó. La admiración, sin embargo, se hace incredulidad cuando el director de la carrera, el español Roberto Coca, comenta que Ganna ha sido multado (500 francos suizos, 15 puntos UCI) porque el reglamento de la Unión Ciclista Internacional, más allá de valorar el talento de los corredores, y perder el hipo, prohíbe la postura de las manos de Ganna, engarzadas en los extremos, sin posibilidad de contacto rápido con las manetas de los frenos, los antebrazos apoyados en el manillar, las muñecas retorcidas. Los comisarios de la carrera no vieron, de entrada, sancionable la postura, pues Ganna marchaba solo, no en medio del pelotón, donde es una temeridad no poder frenar rápido en cualquier situación. No era un peligro más que para sí mismo. Sin embargo, las imágenes televisivas del italiano desataron una pequeña tormenta en las redes, y los responsables de la UCI llamaron desde Europa a los responsables de la carrera ordenando que fuera castigado.
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