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Piqué y la Copa Davis, del flechazo al desamor

El exfutbolista renuncia al que definió como proyecto de su vida al chocar con el complejo entramado del tenis, los recelos históricos y su trasfondo tradicional

Gerard Piqué, en mayo de 2021 durante un acto en la Casa de Correos de Madrid.
Gerard Piqué, en mayo de 2021 durante un acto en la Casa de Correos de Madrid.Carlos Alvarez (Getty Images)
Alejandro Ciriza

La historia tuvo un comienzo feliz, en forma de flechazo y sintetizado en una fotografía en la que Gerard Piqué y varios ejecutivos de Kosmos, trajeados, brincan, celebran y alzan los puños victoriosos por los pasillos del Hotel Carlton de Orlando. Al fin y al cabo, se había proclamado una revolución. O quizá no tanto. Sí en la forma, pero tal vez no en el fondo, como lo demuestra la situación actual de la Copa Davis. Sometida desde entonces a una cirugía estética casi integral, a un electrochoque de emergencia, hoy día –tras la reciente ruptura anunciada entre la empresa que formuló la remodelación y la Federación Internacional de Tenis (ITF)– queda en una posición similar a la de hace un lustro, cuando precisaba de una reanimación inmediata. Ni una parte ni la otra; aquí, la gran derrotada es ella, una de las competiciones por equipos más antiguas del mundo.

Después de 119 años de estatismo puro y duro, de una negativa tras otra para mantener la esencia de lo tradicional, el exfutbolista y sus socios habían logrado lo que nadie había sido capaz de conseguir, ni siquiera la gente del tenis: remodelar de arriba abajo un torneo que había marchitado y que pedía a gritos un cambio, devorado ya por la obsolescencia. La imagen corresponde al 16 de agosto de 2018, tiempos felices para el catalán y los suyos. Ese día, el discurso seductor de Piqué cautivó al 71% de los representantes de la asamblea de la ITF, huesos duros todos ellos, organismo reaccionario donde los haya; 325 síes, 130 noes y 4 abstenciones o votos nulos. La aprobación, por encima de los dos tercios requeridos, daba luz verde a un proyecto faraónico, respaldado por una inversión cercana a los 2.500 millones de euros –bajo el auspicio económico del empresario japonés Hiroshi Mikitani, presidente y director general de la compañía Rakuten, amigo del entonces central del FC Barcelona– y firmado a 25 años vista.

“La esencia de la Davis no se va a perder. Piqué nos dejó muy impresionados, es un hombre de éxito”, exponía el presidente de la ITF, David Haggerty, en una entrevista concedida a este periódico el día después de que cristalizara el acuerdo, febrero de 2018. “Los millennials piden más emoción, y nosotros queremos equilibrio. Hay que modernizar la Davis y a la vez conservar su identidad”, afirmaba el deportista en una charla con EL PAÍS, agosto de ese mismo año. “Es el proyecto de mi vida y creo que vamos por el buen camino. Estamos donde queríamos estar cuando empezamos”, aseguraba Piqué en agosto de 2019, durante otro encuentro que tuvo lugar en las instalaciones del US Open de Nueva York, a solo tres meses de que el sueño que su mente comenzó a imaginar casi una década antes adquiriera forma real en la Caja Mágica de Madrid, marco del lanzamiento.

Ocurre que de tanto usarlo, el amor se ha gastado y lo que comenzó con champán y fresas, termina de forma aséptica y distante. Tras poco más de cuatro años de relación, la ITF y Kosmos la dan por finalizada. “La asociación aumentó la participación, el prize money [los premios] y el interés en la Copa Davis, y produjo fondos para apoyar el desarrollo global de nuestro deporte”, valoró el pasado viernes el organismo en un comunicado en el que a la vez mencionaba “contingencias económicas”. La hasta ahora empresa promotora, mientras, concretaba unas horas después que “no se ha podido llegar a un acuerdo para renegociar el modelo, así como el canon actual y futuro solicitado por a ITF”. Es decir, ni a unos ni a otros les cuadran los números y de ahí la separación actual, aunque en realidad siempre hubo mar de fondo.

Piqué y su equipo de Kosmos, en agosto de 2018 durante la reunión anual de la ITF, en Orlando.
Piqué y su equipo de Kosmos, en agosto de 2018 durante la reunión anual de la ITF, en Orlando.GREGG NEWTON (AFP)

De entrada, Piqué y su equipo siempre fueron observados con recelo por los diferentes estamentos del tenis, deporte en el que conviven –mejor o peor avenidas, según las épocas– múltiples partes; desde los rectores de los circuitos (ATP el masculino, WTA el femenino) hasta la dirección de los cuatro Grand Slams, pasando por la propia ITF y las federaciones nacionales de cada país. Un nutrido grupo de profesionales agradeció la llegada del nuevo proyecto para tratar de reimpulsar la competición, demasiado oxidada y que cada vez generaba mayor desafecto entre los jugadores, pero desde los sectores más conservadores se censuró el giro brusco del formato (más comprimido y dinámico) y se interpretó como una intromisión el aterrizaje del futbolista. Desde potencias como Australia o Francia han ido vertiéndose duras críticas al entender que el catalán ha corrompido el alma de la Davis y que solo quería sacar tajada.

“Históricamente, el tenis ha sido siempre un deporte elitista, así que, ¿cómo va a venir alguien de un deporte popular como el fútbol a decirnos cómo debemos hacer las cosas?”, describe una persona del circuito que prefiere guardar el anonimato.

Sin pelos en la lengua, Piqué entró duro. “A Federer las piernas le dan para lo que le dan”, pronunció en octubre de 2018 en el Ifema de Madrid, donde presentó oficialmente el nuevo producto y envió un recado al legendario suizo, que dos semanas atrás se había desmarcado de la nueva propuesta y había expresado su desconfianza. “No he hablado con él, pero admito que resulta extraño ver a un futbolista entrometerse en el negocio del tenis. La Copa Davis no puede convertirse en la Copa Piqué”, pronunció el campeón de 20 grandes. El dardo lanzado en ese auditorio al de Basilea, icono sagrado de la raqueta, no gustó un pelo. “Esta es la ciudad del abrazo, de la acogida. ¡Qué buenos sueños tienes, Gerard...! Te queremos y te admiramos. Sigue soñando”, le dedicó durante el acto la entonces alcaldesa, Manuela Carmena.

Cartel promocional de la Copa Davis en la Gran Vía de Madrid, en mayo de 2021.
Cartel promocional de la Copa Davis en la Gran Vía de Madrid, en mayo de 2021.Álvaro García

Entretanto, el central del Barcelona contrató a varias piezas procedentes del tenis con el objetivo de no patinar en un entorno en el que cualquier paso en falso tiene peaje. Como director deportivo reclutó a Galo Blanco, y Albert Costa ejerció como primer director, cargo que también desempeñarían Fernando Verdasco y en última instancia David Ferrer. Desde algunos foros del circuito se aplaudió la valentía y la iniciativa emprendedora del futbolista, pero aun así, las reticencias de los más tradicionales no desaparecieron y la heterodoxia de Kosmos, así como las sucesivas modificaciones que fueron haciéndose respecto a la idea general para pulir defectos de forma –de 18 a 16 equipos, de una ciudad única al formato multisede, el traslado de la fase de grupos de noviembre a septiembre– no terminaban de encajar con la ortodoxa mentalidad anglosajona de la ITF.

“Funcionan como una startup, y eso choca totalmente con la cultura británica. A ellos lo que les gusta es que les aportes un plan fijo y lo cumplas. De algún modo, iban en marchas diferentes”, precisa la persona citada previamente.

El impacto de la pandemia fue poderoso –se suspendió la edición de 2020–, de ahí que se renegociase la cantidad fija que la empresa promotora debía abonar anualmente al organismo; la ITF reclamaba un canon de 40 millones de euros al año por los derechos de la competición. Sin embargo, explican desde Kosmos, “aunque por la venta de entradas, los patrocinios y otros apartados el saldo era positivo, no se han cumplido las expectativas y a largo plazo esto iba a ser económicamente insostenible para la compañía. Tras varios meses de negociaciones no hemos podido alcanzar un acuerdo. La ITF no es un partner [socio] fácil”. Consultada por este periódico, la Federación Internacional de Tenis apunta que “se les ha facilitado que puedan ir haciendo todos los cambios que han sugerido y en términos económicos, se amplió el plazo para que mejoraran la oferta respecto a los fijos, pero no ha sido satisfactoria”.

Gerard Piqué, en 2019 durante un acto de la Davis en una azotea de Nueva York.
Gerard Piqué, en 2019 durante un acto de la Davis en una azotea de Nueva York.BRYAN R. SMITH (AFP)

En 2021, el diario The Telegraph desveló la intención de Kosmos de trasladar la Fase Final de la competición de España a Oriente Medio tras el acuerdo millonario alcanzado con Abu Dabi, en una maniobra que reforzó la teoría de los defensores de la vieja Copa Davis de que el modelo seguía pervirtiéndose. Pese a que contraviniera su idiosincrasia y de que pudiera resultar impopular a ojos de la opinión pública, la ITF dio luz verde al traslado tras un debate que generó profundas divisiones internas, aunque finalmente no se formalizó. La fricción fue aumentando y el organismo interpretó que había hecho ya demasiadas concesiones, mientras desde el otro lado los directivos de Kosmos comprendían que las exigencias financieras eran demasiado elevadas, dado el contexto postpandemia. De ahí al desencuentro final.

El diario L’Èquipe publicó que los jugadores no han percibido las cantidades adeudadas por la última edición, pero la empresa de Piqué asegura que ha pagado “íntegramente” el fijo de 2022 (alrededor de 32 millones de euros) y que los premios en metálico se abonarán “a su debido tiempo, cuando se cumplan los requisitos de las naciones”.

Ahora, la ITF mantendrá lo pactado para este año —fase final en Málaga—, pero se desconoce cuáles son sus planes a medio y largo plazo. En cualquier caso, no se ha debatido sobre la posibilidad de retroceder hacia el antiguo formato, según ha podido saber EL PAÍS. Con el futbolista ya a un lado y apagada la llama de la revolución de Orlando, queda por ver qué rumbo toma la competición, objeto permanente de debate desde hace más de una década. Se pedía el cambio, claramente. Y llegó. Pero nadie acaba de estar contento. Fin de la historia.

LA SOMBRA ELECTORAL Y LA CONFIANZA DE NADAL

A. C. | Melbourne

La separación entre la ITF y Kosmos se produce en el contexto de un año electoral. Después de dos mandatos, todo apunta a que el estadounidense Haggerty volverá a presentar su candidatura (por última vez, tras dos mandatos) para presidir los próximos cuatro años la Federación Internacional, por lo que cada paso cuenta. A ojos de algunos de sus colegas, especialmente de algunos situados al frente de federaciones de mucho peso específico, el dirigente (65 años) ha perdido crédito por su alianza con Kosmos. Por eso, deslizan algunas voces, le convenía desmarcarse del proyecto de Piqué y tratar de limar asperezas de cara a la reelección. 

Por otra parte, Rafael Nadal considera que pese al fin del vínculo, la Davis tendrá recorrido. “No tengo la información de lo que ha sucedido, pero no creo que sea un proceso tan sencillo de cortar y adiós. Veremos cómo termina todo. No creo que las cosas se hagan de hoy para mañana, ni que sea un se acabó y ya está. Igualmente, no creo que la Copa Davis esté en peligro en ningún caso porque es una competición histórica, con un bagaje lo suficientemente importante en la historia de nuestro deporte; ya sea con Kosmos o sin Kosmos, espero que tenga una continuidad”, contesta a la pregunta formulada por EL PAÍS.

El campeón de 22 grandes recuerda que se ha eliminado del calendario la ATP Cup –el Mundial paralelo que nació hace tres años bajo el paraguas del rector masculino–, con el objetivo de dar mayor visibilidad y potenciar la Davis. 

“No se podía tener dos copas del mundo en un mes, porque eso significa confundir mucho al espectador, y nos hemos quedado con una. Creo que es lo lógico”, continúa el de Manacor; “no creo que la competición corra peligro como tal. Habrá que ver cómo se pueden hacer mejor las cosas. Ahora la ATP tiene un pie dentro de la competición, con lo cual creo que vamos a tener un poquito más de fuerza para opinar sobre las cosas que pueden funcionar mejor o peor”. 

Y zanja el balear: “Yo creo hay que aderezarla para que sea un éxito. Es nuestra única Copa del Mundo por equipos, con lo cual, de la manera que sea y no lo digo por mí, que ya estoy a otra, debemos conseguir que sea una competición de referencia, y para que eso ocurra los mejores jugadores del mundo tienen que jugarla, porque si no, pierde valor. Hay que buscar el formato adecuado para que los mejores puedan competir. ¿Cómo se hace eso? Trabajando y buscando puntos de encuentro”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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