Muriqi caricaturiza al Atlético
El delantero kosovar del Mallorca desmonta al conjunto rojiblanco, irreconocible una vez más por su falta de contundencia y su mal juego
Un delantero guerrillero como Muriqi caricaturizó a un Atlético en caída libre. El atacante kosovar encarna cualidades que ya no asoman en el equipo de Simeone. Marcó un gol y fue la cabeza visible de un Mallorca ordenado, fajador y con un plan claro a seguir. Todo eso podía ser antes el Atlético de Simeone. Nada de eso es ahora. Solo parecen quedarle los arreones finales ya con el agua al cuello y otra derrota que coleccionar. Su puesta en escena reveló que la hemorragia de juego que padece no cesa.
No encuentra el Atlético ritmo de pelota. Ni para quitarla y mucho menos para jugarla. Desde el inicio mostró su incapacidad para romper una estructura defensiva tan trabajada como la de Javier Aguirre. Atacar un sistema de cinco defensas con una línea por delante de cuatro es ahora mismo un damero sin solución para los futbolistas de Simeone. En ello tiene que ver mucho el entrenador, distanciado por convicción de los conceptos que requieren ese tipo de defensas, pero también futbolistas que necesitan tres toques antes de dar un pase intrascendente. Las malas entregas y las dudas por no saber qué hacer con el balón son otro síntoma de la desconexión existente entre la propuesta del entrenador y sus futbolistas. El naufragio de Griezmann, Carrasco, De Paul, Correa, Llorente y Lemar fue estrepitoso. Se perdieron entre pases largos frontales o con centros desde los costados que entronizaron a Copete, Raíllo y Valjent.
Este es un Atlético desarraigado y desnaturalizado. Ya no es que sea un equipo sin un gramo de fantasía. Ni siquiera aparentó en el primer acto ser un conjunto incómodo porque ya no es ni pegajoso. La distancia con la que los jugadores de Simeone trataban de presionar al jugador del Mallorca que llevaba la pelota delataba esa falta de alma que le entierra partido a partido. No combate los duelos y eso ante un equipo de Aguirre es entregarle medio choque. Solo Morata ofrece con regularidad ese punto peleón que caracterizaba al Atlético.
El desajuste acompañó al equipo de Simeone de la pizarra al campo. Una migaja de inspiración la tuvo Nahuel Molina al filtrarle un pase a Morata, que descubrió una rendija a explotar en el sólido entramado del Mallorca. El equipo de Aguirre no tuvo inconveniente en ceder campo y pelota a su plano rival. Vivió del orden, de los toques exquisitos de Ruiz de Galarreta y Antonio Sánchez, de los habilidosos escarceos de Kang In Lee y de la brega de ese gladiador del fútbol que es Muriqi. Fue el kosovar el que ajustició a Oblak con un gol que destapó todas las vergüenzas defensivas que convierten en irreconocibles a los colchoneros. Primero entre Savic, Witsel y Reinildo no acertaron a despejar en condiciones un balón frontal. La continuidad de la jugada llegó con un disparo lejano de Antonio Sánchez que Oblak no blocó. Raíllo ganó el rechace Molina, jugó con Jaume Costa y este cedió a Muriqi para que marcara a placer. El ariete del Mallorca hizo un partido memorable. Torturó a Savic y a Felipe y a cualquier jugador del Atlético que le disputara el juego aéreo y el de espaldas. Hasta terminó como canalizador punzante de las contras de su equipo.
El apelmazamiento del juego del Atlético era tan palmario que Simeone encontró en una amarilla que vio Nahuel Molina la justificación para meter a Correa y buscar un paso más rápido. Poco antes, Molina había vuelto a descubrir la misma rendija por la que se había colado Morata. Esta vez, definió con una buena picadita, pero el VAR determinó que estaba ligeramente adelantado. El cambio, a la hora media de juego, delató el estado de impaciencia y desesperación que invade a Simeone.
No hubo apenas mejora en el Atlético tras el descanso. Dominó porque el Mallorca se encastilló aún más. Con todo, Muriqi siguió con su recital cada vez que le llegaba una pelota para protegerla y descargarla o conducirla. En una de sus conducciones dejó solo a Amath con Oblak y el esloveno evitó la sentencia. De nuevo, el equipo de Simeone se vio obligado a un arreón final del que ya participaban el debutante Reguilón y Lemar y el reaparecido Koke. Morata rozó el gol con dos centros combados de Griezmann. Al primero llegó forzado para darle más impulso a su cabezazo en plancha. Al segundo lo direccionó bien cazándolo al vuelo, pero se encontró con una parada salvadora de Rajkovic.
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