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Simeone, de mito a mortal

La eliminación en la fase de grupos de la Champions reaviva el debate en el Atlético sobre si el ciclo del preparador argentino está más cerca que nunca de terminarse

Simeone Atletico Bayer
Simeone, durante el Atlético-Bayer Leverkusen (2-2) en el que los rojiblancos quedaron eliminados de la Liga de Campeones.SUSANA VERA (REUTERS)
Ladislao J. Moñino

La herida de la derrota es más profunda en los entrenadores de larga estancia en un mismo banquillo. A ese incontestable paso del tiempo que devuelve al mito a la mortalidad terrenal no es ajeno Diego Pablo Simeone. Más allá de las consecuencias a futuro que pueda tener su segunda eliminación en la fase de grupos de la Champions, las señales internas que se emiten en el club desde el arranque de esta temporada es que ha perdido su condición de incuestionable.

“Partido claro de fin de ciclo”, pronunciaba convencido hace dos semanas un alto empleado del club tras la apurada victoria y el mal juego desplegado en el Metropolitano ante el Girona (2-1). La gran masa social que le respeta y le venera por haberla hecho testigo de una de las mejores etapas de la historia del club, si no la mejor, también ha aumentado su número de críticos abiertos. Las mechas están más cortas que nunca. Pocas veces habían brotado de las tribunas, tan seguidos, pitos y reproches por las pobres actuaciones ofrecidas por Simeone y sus futbolistas. Este curso ya han sido varias ocasiones en las que el preparador argentino ha escuchado las quejas de la hinchada.

Simeone no es ajeno a la amplificación del runrún que le cuestiona interna y externamente desde hace meses. Batacazos como el de esta Champions aumentan la convicción de quienes creen que su exitosa etapa al frente del Atlético puede haber llegado a su fin. Cuando era incuestionable, eran pocas las voces contrarias que se atrevían a manifestar, incluso en privado, las críticas sobre si sacaba el máximo rendimiento al plantel. Ahora, anunciar el fin de su ciclo o pronunciar la palabra desgaste en un pasillo o en el aparcamiento del Metropolitano parece ser menos problemático. Incluso en el club hay quien explica que ya llueve sobre mojado, que su continuidad ya empezó a cuestionarse la temporada de la pandemia, cuando antes del parón a falta de 11 jornadas el Atlético era sexto en la clasificación tras Real Sociedad y Getafe, jugaba muy mal y estaba en caída libre. Terminó por alcanzar los puestos de Champions y al curso siguiente conquistó su segunda Liga. Ese título liguero enterró las dudas sobre si era conveniente alargar su etapa. La irregular campaña pasada y el mal comienzo de esta han desenterrado los mismos debates que ya ponían en entredicho a Simeone. La dirigencia del Atlético está convencida de que la plantilla da para más que estar ya eliminados de la Liga de Campeones —en un grupo con el Oporto, el Brujas y el Leverkusen—, y a ocho puntos del Real Madrid con apenas 11 jornadas disputadas.

En lo que va de temporada, las sensaciones nunca han sido buenas en la Champions ni en la Liga. De nuevo, ha emergido un equipo irregular ante el intento de dar otro paso adelante en sus planteamientos como le demandan, desde hace tiempo, el máximo accionista, Miguel Ángel Gil Marín, y el director deportivo, el italiano Andrea Berta.

La solución de Simeone para cortar la mala dinámica en la que había entrado el equipo, concretada con la derrota en el derbi ante el Real Madrid, no ha distado de las que ha empleado siempre en situaciones similares. El regreso a su partitura de cabecera, el 4-4-2 y el equipo replegado en campo propio, ha vuelto a ser aplicado como remedio. Ese retorno a los principios en los que más seguro se siente de alcanzar el resultado se llevó por delante su intento por mejorar el juego a través de João Félix bajo la premisa de “este año, João y 10 más”.

Pulso con João Félix

En esa versión más cementera el que menos ha cabido en el once titular y como recambio ha sido el atacante luso. Cuestionado como se ha sentido, Simeone ha optado por ser más Simeone que nunca con el fichaje más caro de la historia del club (126 millones) al considerar que desde el citado derbi no es más que el quinto delantero. Los números dicen que, más allá de ofrecer con altibajos una imagen más rocosa, el Atlético se ha quedado fuera de la Champions sin la participación de João Félix y que en Liga está a los mismos puntos del Madrid, ocho, de los que estaba tras dejar de contar con el luso.

Las suplencias de João Félix no dejan de ser un pulso a la propiedad. Igual que las discusiones habidas porque Griezmann debía jugar solo media hora como medida de presión para pagar menos al Barcelona por su traspaso. Este episodio tuvo uno de sus mayores desencuentros cuando Simeone, harto ya de que se le cuestionara por las extrañas suplencias del francés, insinuó en una rueda de prensa que seguía órdenes del club.

El “soy cabeza dura” que pronunció el miércoles en la sala de prensa para advertir de que, mientras el club le dé la posibilidad, intentará clasificar al Atlético y ganar la Champions, fue significativo. Lo mismo que su frase de hace una semana, que parecía un mensaje al club: “Yo no me estoy yendo, estoy”. Cuanto más se le cuestiona internamente más se ha encargado de divulgar sus deseos de seguir. En las épocas de vacas gordas, sus deseos de continuidad no los manifestaba con tanta frecuencia. Otra señal de su paso de mito a mortal. Como la disminución de la intensidad de su defensa en el comunicado del club en la crisis de la temporada pasada.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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