Carles Aleñá: “Ahora el fútbol es de atletas”
El centrocampista del Getafe, criado en la ortodoxia de La Masia, cuenta cómo debió adaptar su físico y su visión del juego tras salir de “la burbuja del Barça”
Carles Aleñá (Mataró, Barcelona; 24 años) aparece sonriente y con paso relajado en el Coliseum Alfonso Pérez cuatro días antes de enfrentarse al Madrid (21.00, Movistar, con la baja por descanso de Benzema). Se presenta como Carles pese a que su nombre debería pronunciarse Carlas. Durante la sesión fotográfica, explica que ha asumido que fuera de Cataluña todos le llaman así y lo ha hecho suyo sin problemas. A su visión del fútbol también le tocaron cambios cuando salió de casa, y mucho más radicales. Formado de los siete a los 22 años como medio en La Masia y en la ortodoxia del estilo azulgrana, había pocos destinos más contraculturales para él que Getafe y la escuela de José Bordalás. Sin embargo…
“Él me cambió la manera de ver el fútbol”, valora sobre el exentrenador del equipo madrileño, el primero que se encontró cuando llegó cedido en enero de 2021 (luego coincidió con Míchel y ahora, con Quique Sánchez Flores). “Hablando un día con Bordalás, me dijo que ahora todo era distinto y que los cuerpos tenían que ser de atletas. Yo aún no me había dado cuenta y él me lo hizo ver. Si miras quiénes se han llevado las últimas Champions, ahora el fútbol es de atletas”, desarrolla convencido Aleñá, recurriendo en dos ocasiones casualmente a una palabra simbólica (atletas) en el relato y la brocha gorda de los últimos tiempos, punto de fricción en su día entre el modelo en el que creció y un juego más directo, a cuenta de unas palabras de Guardiola tras caer 0-4 contra el Madrid en Múnich en 2014 (calificó de “atletas” a los blancos, que lo consideraron un desprecio).
“Al llegar a Getafe, me encontré con Cucurella, Arambarri, Damián [Suárez], Djené… Y me dije: ‘hostia, o te pones a su nivel físico o no juegas en ningún lado’. Lo capté rápido, soy inteligente. Aquí es donde empecé a ponerme bien físicamente. En el Barça, dominas el balón, ganas y no te exige tanto en ese aspecto. Y yo tampoco jugaba mucho”, explica Aleñá.
Bordalás me cambió la manera de ver el juego
Lógicamente, su primera opción cuando comenzó a ver cerradas las puertas del Barça no fue el Alfonso Pérez. En enero de 2020, tras aceptar salir cedido, eligió el Betis y descartó, precisamente por cuestiones de estilo, el Getafe. Habló de ello aquellos días abiertamente, como si fueran evidentes las razones de su decisión. Y a nadie le sorprendieron. Pero la estancia de seis meses en el Villamarín no cuajó y, un año más tarde, el conjunto del sur de Madrid insistió.
“Siempre dije que esto era para valientes. Veía que mi ciclo en el Barcelona se había acabado y necesitaba otro paso. Allí parece que todo es una burbuja. Cuando sales, te encuentras la realidad del fútbol. Ahora disfruto más de las victorias que en el Barça, y eso que he ganado títulos. Pero aquí te das cuenta de lo que cuesta ganar”, confiesa Carles Aleñá, que casi a la vez que cortaba el cordón umbilical con el Camp Nou se convertía en padre con apenas 22 años. “Quería ser papá joven y me sentía capaz. Me ayudó porque yo antes le daba muchas vueltas a las cosas. Ahora lo veo de otra forma”, comenta iluminado.
“Pocos goles”
Centrocampista y de un perfil técnico, el de Mataró fue uno de los productos de La Masia en esa eterna búsqueda de la cantera barcelonista para dar continuidad al juego de toque y posición. “Me faltó más atrevimiento y descaro. Creo que jugaba bien, pero siempre muy plano. Y, quizás también, valorarlo más, ser más consciente de dónde estaba. En esos momentos, cuando subes con 18 años al primer equipo, te falta esa experiencia y darte cuenta. En Getafe sí la tuve para entender que debía correr y defender”, comenta Aleñá que, pese a esta reflexión, no cree que desaprovechara la oportunidad con la camiseta materna. Tras una primera temporada completa (2018/19) en el papel de meritorio, el inicio de la siguiente le fulminó, según su cronología de los hechos. “Con [Ernesto] Valverde jugué y agradecido, pero me quitó en el descanso del primer partido de Liga en Bilbao, con empate a cero y sin ser un desastre, y luego no entré en una lista en cuatro meses. Eso me mató psicológicamente”, recuerda.
En el Barça me faltó atrevimiento y descaro. Jugaba bien, pero siempre muy plano
El volantazo con destino Getafe reseteó su fútbol y le dio un sitio en Primera. Fue titular habitual desde que llegó al Coliseum con Bordalás y Míchel, y en este inicio de campaña ha sido hasta ahora un fijo para Quique Sánchez Flores. Pese al mal arranque general (14º en la clasificación), dice que aspira a entrar en competiciones europeas a la vez que no descarta regresar un día a un grande. “Siento que la gente pide más de mí y eso es bueno. Me ven capaz. El club hizo un esfuerzo [cinco millones costó su traspaso en 2021] y me gustan los retos”, afirma. Por ejemplo, marcar más goles: ocho suma en todas sus temporadas en la élite. “Son muy pocos para los minutos que he jugado. El año pasado metí uno [al Levante] y fui titular casi toda la Liga. Cuando hablo del paso adelante, también es por los números”, admite Aleñá.
Pensando en las grietas grupales antes de encarar al Madrid, reclama “más atención en defensa” y, ante los blancos, jugar sin miedo, concluye el catalán, que siempre lleva encima un rosario de su abuela y una virgen de Lourdes, cuya figura también lleva tatuada en el brazo izquierdo. “Cuando voy a Barcelona, visito a la Virgen de Lourdes, en Arenys. Me ayuda”, concluye.
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