Igor Jovicevic, entrenador del Shakhtar: “Debemos ganar también por nuestro ejército”
El técnico croata, formado en el Real Madrid, conversa sobre la compleja situación del equipo ucranio y las razones que lo llevaron a él en medio de una guerra
“No hay tutía”, suelta de forma castiza nada más empezar a hablar Igor Jovicevic, el entrenador del Shakhtar, rival del Real Madrid en la tercera jornada de la fase de grupos de la Champions (21.00, Movistar Liga de Campeones). Croata de 48 años, sin cumplir los 18 lo fichó el club blanco para la cantera, así que ahora se expresa en un castellano casi perfecto. Cuenta que en la vieja ciudad deportiva aprendió de táctica con Rafa Benítez, y compartió vestuario con Esnáider, Urzaiz y Víctor Sánchez del Amo, aunque se quedó con las ganas de debutar con el primer equipo por culpa de una cláusula que él desconocía. El pasado verano, la salida del italiano Roberto di Zerbi del conjunto ucranio lo colocó en la primera línea y, por imposiciones del guion, sus palabras abarcan más allá del fútbol.
Pregunta. ¿De qué les habla a sus jugadores teniendo en cuenta la situación del país? ¿Sus discursos son más emocionales que tácticos?
Respuesta. No creo que exista otro entrenador en mi situación, pero tú no puedes derrotar al Leipzig sin táctica. No solo por corazón ganas un partido, aunque te ayuda a competir y traspasar los límites. Debes tener un plan, saber qué quieres hacer cuando tienes el balón, cuando lo pierdes, dónde presionas…
P. Su Shakhtar no tiene nada que ver con el que conocía el aficionado, ya no es una embajada brasileña.
R. Se marcharon 14 más un israelí. Por desgracia, el proyecto ha cambiado. Nos hemos convertido en un Shakhtar ucranio, con los jóvenes talentos que durante muchos años buscaron su oportunidad y no la tuvieron. Es un salto gigante para ellos, pero no hay tu tía, no se puede esperar, la Champions se juega ahora. Cuando empieza un partido, nadie entiende que estás en una guerra. Los aficionados quieren ganar, aunque juegues con cadetes.
Los brasileños se fueron. Ahora somos un Shakhtar ucranio con jóvenes talentos
P. ¿Cómo explica este inicio tan bueno [cuatro puntos, segundos de grupo]?
R. En Leipzig (1-4) mostramos una personalidad impropia de un equipo casi sin experiencia, aunque con mucha calidad. Igual eso nos lleva a una locura, a no pensar en las consecuencias. El Madrid es el mejor del mundo, ya lo sabemos, pero también nos acordamos del Alcorconazo. Nosotros estamos en un momento de sufrimiento, pero también de desafío. Estás entrenando y, de repente, suena la sirena y te tienes que ir al sótano.
P. ¿Les ocurre muy a menudo?
R. Últimamente, sí. Cada vez que estamos en Lviv, en Leópolis como se dice en español, suena. La liga la jugamos allí.
P. ¿En el vestuario se habla más de fútbol o de guerra?
R. Hay jugadores que en 2014 perdieron la casa [por la situación en el Donbás, de donde es originario el club] y este año, en Kiev, otra vez. Cada día les oigo hablar de política porque tienen amigos y familiares luchando por la libertad. Claro que les afecta, igual que a mí, que soy un croata trabajando en Ucrania bajo las sirenas. Cualquier progreso del ejército es una inyección de moral y es nuestra responsabilidad también ganar para darle emoción a nuestros soldados. Es una motivación que nuestras fuerzas estén unidas a las de soldados. Necesitamos mostrar al mundo que todo sigue adelante.
P. Ustedes viven entre Varsovia, donde disputan la Champions, y Lviv. ¿Cómo es su rutina?
R. Vivimos en hoteles, autobuses, trenes y aviones. Yo, como entrenador, no tengo mi propia casa. Lviv es la ciudad más cercana a Polonia, pero son cuatro o cinco horas en autobús, otras dos en la aduana, el check-in en el aeropuerto y esperar al avión, que es verdad que es privado del club. Nunca tenemos día libre. Y, si jugamos mal, nadie va a decir que no tenemos casa. Lo aceptamos, es lo mínimo que le podemos dar al aficionado.
P. ¿Por qué fichó por el Shakthar?
R. Llevo conectado con Ucrania 20 años. Jugué en la 2003-04 en el Karpati Lviv, en 2010 fui su director deportivo, luego su entrenador y hace dos temporadas empecé en el Dnipro. No soy un extranjero más, me siento como uno de ellos. Y luego hay propuestas que no puedes rechazar. Sabía que el proyecto cambiaba y que iba a ser muy difícil, pero quería probarme en el más alto nivel.
P. ¿Tuvo dudas en lo personal?
R. Hay cierto riesgo, no nos podemos engañar. Pero pensé que, si empezaba la liga, es que había garantías. Y el tiempo que pasas en Varsovia estás más relajado. Mi familia me apoyó. Mi mujer y mis dos hijos viven en Zagreb. No estoy con ellos, pero sé para qué trabajo y para quién.
P. ¿Ha sentido miedo real?
R. Los primeros días de invasión fueron un caos, nadie lo esperaba. Tardamos tres días en salir del país. Ibas por un lado y había un puente destruido. Lo intentabas por otro y la policía te decía que no era seguro por los rusos. Ibas por Moldavia y tampoco. Al final, lo conseguimos por Rumania después de 60 horas en el coche, con falta de gasolina.
No debuté con el Madrid por una cláusula que desconocía
P. A usted también le tocó una guerra. Cuando comenzó en los Balcanes, firmó por el Madrid. Estuvo entre 1991 y 1996.
R. Tenía 17 años y medio. Se olía que iba a empezar. A mí me habían nombrado el mejor jugador del Europeo sub-17 y estaba en la agenda de Vicente del Bosque. Los primeros días estuve escondido en un hotel. Durante todo ese tiempo, en el Castilla coincidí con Esnáider, Urzaiz, Ramis, Fernando Sanz, Víctor Sánchez del Amo y Dani. Raúl solo jugó un partido con nosotros, que perdimos 2-1 en Palamós. Recuerdo mucho a Rafa Benítez, con quien aprendí mucho de táctica. Mi padre fue su ayudante en el Castilla y en el Valladolid. Hasta que la última temporada me lesioné, a la vez que Álvaro Benito, y ahí se truncó mi carrera. Después me fui a China, Brasil, Japón y Ucrania.
P. Nunca debutó con el primer equipo.
R. Nos llamaban mucho para entrenar, pero con el tiempo, ya fuera del Madrid, me enteré de que, si hubiera debutado, me tendrían que haber pagado una cantidad. Si lo llegó a saber, la quito. Pero mire, ahora el destino me lleva a entrenar en Champions en el estadio donde debuté, en el 91 contra el Figueras. Y estos días nos alojamos en un hotel de las cuatro torres, donde antes estaba la Ciudad Deportiva vieja.
P. ¿Qué Shakhtar se verá contra el Madrid?
R. Quiero que los jugadores sean ellos, talentosos y jugones. Igual la excelencia tampoco te permite ganar, pero quién sabe.
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