Groves reina en la playa de la Vuelta a España

Trepado el muro de Les Praeres, Louis Meintjes, el ganador de la etapa, no se lo pensó dos veces y, vestido, se metió en el agua fría del río. “Nada mejor que eso”, señalaba Hans de Myttenaere, el médico de su equipo, Intermarché. A escasos kilómetros, Juan Ayuso se encontró a un conocido que iba en coche. “¿Me puedes bajar? Estoy reventado”, le pidió; “sé que son 300 metros, pero no puedo más”. Aunque peor lo pasó Thyssen Arensmann, que al llegar a meta tras la crono se mareó y tumbó en el suelo, tremendo golpe de calor. “Fue un susto, pero ya se ha recuperado más o menos”, aclaraba Matthhew Winston, el director de DSM. Ellos tres son ejemplos de la dureza de esta Vuelta, quizá no tanto por el recorrido, pero sí por el ritmo del pelotón y las escapadas, por el cambio de temperatura y, claro, por algunas subidas rompepiernas. A eso hay que añadirle los positivos por covid —ya son 22 bajas y ayer se retiraron, entre otros, Simon Yates (5º clasificado) y Pavel Sivakov (9º)— y las caídas… Pero, por fortuna, de Murcia al Cabo de Gata el pelotón se dio un respiro del que salió victorioso Kaden Groves (BikeExchange) a falta del Sam Bennett el conquistador, ganador de los dos primeros esprints masivos y descabalgado de la carrera, claro, por la covid.

“Les Praeres fue una matanza porque era una verdadera pared”, explicaba el exciclista Purito Rodríguez; “está siendo una Vuelta dura”. No lo veía así Fernando Escartín, excorredor y director técnico de la ronda: “Tuvieron un día de descanso y vienen de una crono, por lo que estarán más descansados en una etapa que se supone más tranquila”. Pero desde los equipos no están de acuerdo. “En los traslados tan largos —de Breda a Bilbao y de Oviedo a Alicante— no da tiempo para recuperarles”, defendía Miguel Núñez, masajista del Kern Pharma, que estuvo un poco preocupado porque tras las etapas asturianas José Félix Parra tenía mucho dolor de cabeza; “por muchas sales que tomen y se hidraten, esto pasa factura”. Le secundaba Myttenaere: “Se sufrió bastante en el fin de semana. Y eso que no estamos ni a la mitad de kilómetros y todavía queda lo más duro. Pero estamos felices de estar en España porque aquí hay hielo en todas partes y facilita la recuperación. En el Tour no lo encontrábamos…”. E intervino Matxin, director de equipo de UAE, que desveló que el martes les llegó un especialista de rehabilitación de la Universidad de Elche para ayudar al osteópata Dario Marini para poner a punto a los ciclistas: “Asturias fue duro, pero la etapa hasta Cabo de Gata es perfecta para recuperar”.

Eso ansiaban casi todos. “Aunque la previsión es que sea viento ligero, esperemos que no haya abanicos y que sea un día para los esprinters”, apuntaba Matxin. “A nosotros nos interesa alguna fuga, tenemos que honrar la invitación a la Vuelta”, exponían desde el Burgos-BH; “pero este pelotón corre mucho”. Eso decía Núñez: “Quizá en Holanda no tanto, pero desde que llegamos a España, el pelotón va a fuego. Si siguen así alguno sufrirá muscularmente”. Myttenaere resaltaba: “Los chicos esperan que por un día no haya demasiado movimiento”. Winston remataba: “Ojalá, porque nos interesa llegar al esprint con Degenkolb”.

Y, aunque hubo fuga de los tres equipos invitados —uno del Kern Parma (Vojtech Repa), otro del Euskaltel (Joan Bou) y uno más del Burgos (Jetse Bol)—, fueron absorbidos a falta de 26 kilómetros y la etapa, esta vez sí, se resolvió en el esprint, cuando el australiano Groves, gasolina en las piernas, impuso su ley en la playa de Cabo de Gata frente a Van Poppel y Merlier.

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