Todos a los pies de Evenepoel en la Vuelta a España

Una pared, un muro, una subida de cuatro kilómetros para poner el broche a la etapa que quemaba las piernas y los pulmones, un final abrasador y, de paso, la confirmación de que no hay nadie más fuerte que Remco Evenepoel, el Hulk de la bici en esta Vuelta. Exhibición y garrotazo morrocotudo del belga, y el boleto subrayado para laurearse en Madrid cuando solo se han completado nueve etapas, pues a cada ocasión que la carretera tira hacia arriba, el ritmo y la música la pone Evenepoel. “Ha sido una semana muy dura y es posible que venga la fatiga. También hará mucho calor. Pero hasta ahora estoy muy contento con el nivel y mis piernas”, concedió el corredor de Quick-Step. El triunfo de etapa, en cualquier caso y de nuevo consagrada la fuga del día, lo festejó Louis Meintjes (Intermarché), segundo sudafricano en ganar una etapa en la Vuelta para alegría de su agente, Robert Hunter, que fue el primero en 1999 y 2001.

Los ataques de Evenepoel son de desgaste, pues no se levanta de la bicicleta sino que encuentra la cadencia de pedalada que nadie tiene para descontar a los rivales como si se aliara con la fuerza de la gravedad. Uno, otro, un tercero… y así todos, incapaces de seguirle el paso y la rueda, aplastamiento sin remisión. Por detrás llegó, con la mandíbula apretada, el niño Ayuso (a 34 segundos de Remco); después, con la lengua fuera entraron Mas (44s) y maillot blanco Carlos Rodríguez (46s); con la cara desencajada lo hizo Roglic (52s), que evidencia por el momento que no tiene las piernas necesarias para revalidar su cuarto laurel; y a tambaleos acabó Yates (1m 3s). Evenepoel al poder; todos a sus pies.

Aunque las fugas tienen vida en esta Vuelta. Ocurrió en las tres etapas anteriores y también en esta. Quizá porque no hay un equipo tan fuerte como Jumbo capaz de imponer un ritmo marcial, liberado a regañadientes de la tarea porque no tiene a Roglic como líder, y exigido y apurado el Quick-Step porque cuenta con Evenepoel. El nivel medio del pelotón, además, ahora que está todo tan globalizado, ha subido mucho y a la que se abre brecha no es tan sencillo neutralizarla. Y si a eso se le añade que en las fugas hay corredores que podrían estar en el top-ten de la carrera, caso de Vine o Soler, crecen los números para que las escapadas lleguen a buen puerto. En este caso, eran cinco altos durante la jornada, pero ninguno como el último, el de Les Praeres, exigentes cuatro kilómetros con una pendiente media de 12,9%, pero con tramos endemoniados del 24%. Poca cosa para Evenepoel.

Sucede, sin embargo, que no todas las fugas son aprobadas por el pelotón, menos por Remco. Así, cuando intentó escaparse Carapaz, que de momento ha tiritado cuando la carretera se ha escarpado, saltó el belga para echarle el freno. No quería enredos. Lo intentaron después otros, como Marc Soler o Jay Vine —tan protagonistas como incansables en esta Vuelta—, ninguneados con el paso de los kilómetros.

Les siguieron otros diez corredores antes de alcanzar el primer puerto del día, el Alto del Torno, y el pelotón, siempre con Quick-Step al mando, se resistió al envite porque entre los avanzados estaba Arensman (DSM), tan solo a 3m y 18s de Evenepoel. Pero el neerlandés entendió la situación, los gestos torcidos de sus compañeros de bravuconada, y dejó que le engullera el pelotón y, de paso, diese el visto bueno a la fuga. Así, coronado el segundo puerto, el Mirador del Fito, la escapada contaba con cuatro minutos y medio de ventaja; cinco al hollar el tercero, el Alto de la Llana; y poco más de cuatro tras el cuarto, La Campa. La gloria, quedó claro entonces, se la disputarían entre ellos.

Inundado el paisaje de verde, Asturias hermosa, no se dieron más sobresaltos, ya que todo se reducía a cuatro kilómetros, un poco de rampa que era demasié. Y aunque lo intentaron Battistella (Astana) y Janssens (Alpecin), nadie pudo con Meintjes. “Una de las subidas más duras que he hecho nunca”, aceptó el ganador.

Aunque la chicha estaba detrás. Codos, cuerpeos y lo que hiciera falta se dieron en los kilómetros previos a Les Praeres. “El acercamiento al puerto final es bastante técnico, así que el posicionamiento será importante”, reveló Simon Yates (BikeExchange) antes de subirse a la bici, sabedor de lo que hablaba porque conquistó ese rompepiernas en 2018, entonces etapa decimocuarta, para enfundarse el maillot tojo y no volverlo a soltar. “Vamos a darlo todo para asegurar que Evenepoel se encuentre en una buena posición al pie del último puerto”, intervino Alaphilippe. Y así sucedió; Remco se puso el primero al empezar la muralla y ya nadie pudo darle el alto, superior a todos hasta que se diga lo contrario.

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