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Carlos Sainz saldrá el primero en el GP de Bélgica y Fernando Alonso tercero

Verstappen consigue la pole en Spa, pero las penalizaciones del holandés ascienden al piloto español de Ferrari a la cabeza

Carlos Sainz en su Ferrari durante la clasificación del GP de Bélgica este sábado.
Carlos Sainz en su Ferrari durante la clasificación del GP de Bélgica este sábado.JOHN THYS (AFP)
Oriol Puigdemont

Carlos Sainz arrancará sin tráfico este domingo (16:00, Dazn) en Spa, la segunda vez que lo logra en su trayectoria en la Fórmula 1, aunque la pole no subirá a su cuenta de resultados, sino que lo hará a la de Max Verstappen. La penalización derivada de cambiar gran parte del motor Honda de su Red Bull le mandará a la 15ª plaza, por más que este sábado, en las colinas del circuito belga, el actual campeón demostrara que circula en otra liga respecto del resto de sus rivales. Checo Pérez acompañará a Sainz en la primera línea de la parrilla y Fernando Alonso saldrá el tercero.

Desde que se conocieron las sanciones, la obsesión del equipo energético fue solo una: lograr que Verstappen, su buque insignia, el líder destacado de la tabla general de puntos, comenzara la carrera por delante de Charles Leclerc (16º), su rival directo por decirlo de alguna manera –se encuentra a 80 puntos del neerlandés–, saliera por delante del monegasco. Las seis décimas de margen que Mad Max le metió a Sainz, que terminó con el segundo en la cronometrada, llevan a pensar que el ídolo de las gradas –nació en Bélgica–, es un firme candidato a la victoria. “Si hubiera hecho la vuelta que hizo Max, yo también tendría bastante confianza en poder ganar. Solo con que ocurra algo, o aparezca el coche de seguridad, puede llegar a las plazas delanteras sin problema. A ese ritmo, las simulaciones dicen que aparecerá”, advirtió Sainz, agradecido a su vecino de taller por darle rebufo en la vuelta que le dio ese segundo mejor tiempo. El resultado de la maniobra fue bueno; la ejecución de Ferrari, no.

La tropa de Maranello se equivocó en la elección de las gomas que le colocó a Leclerc, que malbarató un juego nuevo cuando la idea era utilizar uno usado, circunstancia que le dejó sin posibilidad de réplica. El enésimo tiro en el pie que se pega la estructura italiana en lo que va de curso.

La Scuderia hizo lo más difícil al leer mejor que nadie el nuevo reglamento que esta temporada debía sacudir el statu quo del Mundial. Proyectó el monoplaza más rápido de todos, algo tremendamente complicado si tenemos en cuenta que se mide a Mercedes y Red Bull, quienes se han repartido los últimos doce títulos; cinco para el equipo energético (2010-2013 y 2021) y siete para el de la estrella (2014-2020). Sin embargo, disponer del coche más afilado de todos no es suficiente cuando el departamento de estrategia de la estructura italiana no da una a derechas, como ha quedado claro en las últimas fechas.

En Mónaco, una metedura de pata de las que no se olvidan evitó que Leclerc se llevara una prueba que tenía más que controlada –le llamaron al taller en el peor momento y pasó de liderar el pelotón a reincorporarse a la pista el cuarto–. En Silverstone fue Sainz quien tuvo que ponerse serio por la radio y cuadrar a sus técnicos, cuando estos le pidieron un imposible que motivó aquel “dejar de inventar” que ya ha quedado para la historia. En Francia, otra discusión por la radio entre el español y sus guías volvió a subrayar la falta de acierto de los bólidos rojos. Y el derrumbe absoluto llegó en Hungría, la última parada del calendario antes del parón veraniego, donde la poca cintura de los estrategas de Il Cavallino Rampante terminó con sus dos coches fuera de las plazas que dan acceso al cajón –Sainz fue el cuarto y Leclerc, el sexto–, cuando todos los indicativos previos llevaban a pensar en un doblete para los de Maranello. En Budapest, el desplome de la temperatura del domingo alteró los planes diseñados en todos los garajes, por más que unos reaccionaron bien –Red Bull cambió la elección de los compuestos de Verstappen en la misma parrilla– y otros, no.

Las vacaciones debían servir para resetear las mentes y reincorporarse, en Bélgica, con las pilas cargadas. La pifia en la cronometrada en Spa demuestra que el asueto no siempre es la respuesta.

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