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Nunca hay paz para Ferrari: “¡Dejad de inventar, chicos!”

La primera victoria de Carlos Sainz en la F1 no esconde la falta de tino de la ‘Scuderia’ en las decisiones tomadas en Silverstone

Charles Leclerc y Carlos Sainz, este domingo en el circuito de Silverstone.
Charles Leclerc y Carlos Sainz, este domingo en el circuito de Silverstone.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)
Oriol Puigdemont

Aseguran los italianos que más tiempo llevan en el paddock de la Fórmula 1, que las aventuras y desventuras de Ferrari en el Mundial tienen una relevancia similar a la de la información relativa al Vaticano y a la de la Nazionale, la selección de fútbol de su país. Seguramente por eso es tan difícil que haya paz en la Scuderia. Ni siquiera este domingo, en lo que fue una jornada histórica para la marca de Il Cavallino Rampante, la tropa de Maranello pudo celebrarlo de forma incondicional.

Carlos Sainz estrenó en Silverstone su casillero de victorias en el certamen en su gran premio número 150, una machada que, además, permitió a Ferrari romper una racha de seis triunfos consecutivos de Red Bull. A pesar de ello, los miembros del departamento de estrategia consiguieron lo que parecía imposible: que Sainz cruzara la meta como ganador, pero con la mosca detrás de la oreja por las órdenes que le dieron desde el muro, y que Charles Leclerc, su vecino de taller, pidiera públicamente una revisión de la toma de decisiones, al sentirse perjudicado. Probablemente ambos tuvieran parte de razón.

Al margen del escalofriante accidente de Guanyu Zhou, que obligó a detener la prueba durante más de 50 minutos y a plantear una segunda salida desde la parrilla, el momento clave de la carrera se produjo a raíz de la avería en el Alpine de Esteban Ocon, que obligó a los comisarios a soltar el coche de seguridad a falta de 12 vueltas. Ferrari comandaba el pelotón con Leclerc y Sainz, mientras que Lewis Hamilton se iba acercando al madrileño, y rodaba menos de tres segundos por detrás. En ese instante, los técnicos de la estructura italiana optaron por llamar al español para sustituir el juego de gomas duras y usadas que calzaba su prototipo, por uno nuevo, de blandas. Y lo mismo hizo Mercedes con Hamilton. En Ferrari pensaron en aquel momento que realizar una doble parada con tan poco tiempo entrañaba un riesgo demasiado alto, porque si Hamilton se mantenía en la pista habría pasado a mandar.

Cuando Sainz y el británico se reincorporaron, no solo mantuvieron la segunda y la tercera plaza, respectivamente, sino que, además, pudieron pegarse al líder. Eso dejó a Leclerc completamente expuesto, sin la opción de defenderse ante los ataques de dos rivales al volante de bólidos mucho más rápidos que el suyo. En ese preciso instante, pocos metros antes de que se marchara el safety y la prueba quedara reducida a un esprint de solo diez giros, emergieron todos los condicionantes que atenazan a Ferrari; esos que, por ejemplo, no afectan para nada a la política interna de Red Bull, que siempre sabe muy bien a qué juega.

“Perdí tiempo”

En un intento a la desesperada de proteger a Leclerc, Riccardo Adami, el ingeniero de pista de Sainz, le pidió a su piloto que dejara un margen de diez monoplazas por delante de él y hasta su compañero. “Estoy bajo la presión de Hamilton, chicos, ¡dejad de inventar!”, le respondió el corredor, consciente de que esa maniobra tenía las hechuras de un harakiri, que ponía en serio riesgo la victoria de los de rojo.

Una vez resuelta la carrera a favor de Sainz, y con Checo Pérez y Hamilton en el podio con él, una de las imágenes que más llamaron la atención fue el sermón que pareció darle Mattia Binotto, el director de Ferrari, a Leclerc, que finalizó el cuarto, nada más bajarse de su F1-75. “Quiero discutirlo y tener una visión completa antes de dar una opinión”, dijo el monegasco, que, a pesar de eso, admitió haberse sentido perjudicado en los primeros compases, en los que fue más rápido que su compañero, pero se mantuvo detrás de él, a la espera de que sus jefes le dieran luz verde. “Evidentemente, al principio me sentí muy fuerte y perdí algo de tiempo [detrás de Sainz]. ¿Si esto hubiera tenido un impacto directo en el resultado? Yo creo que no, pero es algo que debemos tener controlado con vistas al futuro”, reflexionó Lecler, en un claro recado a la jefatura.

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