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De área a área
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El ‘Sophomore’ de Xavi Hernández

El éxito del técnico dependerá de que no vacile en sus convicciones y de que el apoyo de Laporta no se limite a ese “le hemos traído todo lo que nos pidió”

Xavi Hernandez Barcelona
Xavi Hernández durante el entrenamiento del Barcelona este sábado en la ciudad deportiva Joan Gamper.Alejandro Garcia (EFE)

El deporte americano tiene muy en cuenta el sophomore (segundo curso). Se entiende que al joven deportista profesional no debe medírsele por el año de su presentación, sino por el siguiente. El primer año hay circunstancias favorables: su propia efervescencia de debutante, la indulgencia de crítica y público, la simpatía de los compañeros, el estímulo de la novedad en cada escenario y rival… Todo eso desaparece el segundo año cuando pasa a ser uno más en el grupo. Y a repetir rutinas. Sólo tras ese segundo año se podrá aventurar hasta dónde llegará.

Así veo yo ahora a Xavi Hernández, cuya experiencia previa en el Al Sadd no cuenta a estos efectos. En la práctica llegó al Camp Nou como un debutante y se enfrentó con coraje a una plantilla floja, envejecida, malacostumbrada y en plena epidemia de bajas. El Barça era noveno en la tabla. En su primera alineación estuvieron Mingueza, Nico González e Ilias y sobre la marcha entraron Riqui Puig, Abde y Demir. Se sucedieron alineaciones penosas hasta enero, cuando entre fichajes y jugadores recuperados, el Barça volvió a tener cierto espesor. Al final, tacita a tacita, el equipo fue segundo. Cubrió el objetivo de mínimos, la clasificación para la Champions, pero con dos peros: las caídas en la Copa (Athletic) y en la Champions (Benfica); esta podría haber sido paliada en la Europa League, pero sobrevino el fiasco ante el Eintracht aquel día de la deserción masiva en el Camp Nou.

Pero salvó el naufragio. Recordemos que el ánimo del Barça llegó a ser tan lúgubre en aquellos meses que hasta celebró el haberle forzado al Madrid una prórroga en la Supercopa.

Ahora la situación es otra: el Barça ha hecho un gran esfuerzo por renovar seriamente la plantilla sacando dinero de donde no lo había y se espera de Xavi que esté a la altura. “Le hemos dado todo lo que nos pidió”, comenta Laporta a todo el que se le acerca con una insistencia maliciosa. Xavi no era su primera opción ni la segunda, sino la baza de uno de sus competidores, Víctor Font. Lo trajo por desesperación, pero bien se abstuvo ir a Doha para rogar que facilitaran su salida. Sus sueños son Guardiola y Luis Enrique; el primero es irrealizable a día de hoy, pero Luis Enrique queda en principio libre tras el Mundial.

Xavi tiene que ensamblar un equipo nuevo bajo presión y con esa conocida desconfianza de su presidente. A la hora de administrar la decadencia de los capitanes, un marrón mayor porque fueron compañeros suyos en días de gloria, eso no le va a ayudar. Y tiene, sobre todo, que luchar con la nostalgia de los tiempos mágicos, cuando el equipo lo ganaba todo jugando como los ángeles. El equipo de Guardiola.

De nuevo la sombra de Guardiola. Cuando Xavi llegó al Barça le tocó desplazarle por razón de edad y encontró muchas resistencias. Ya como jugador, Guardiola fue venerado y con razón, porque su forma de jugar y de ser coincidían plenamente con lo que la flor y nata del pensamiento culé aspira a que sea el Barça. Xavi estuvo incluso a punto de irse al Milán y sólo la intervención de la madre le disuadió.

Ahora ocupa el banquillo y es inevitable resucitar esa comparación. Guardiola hizo una obra maestra como entrenador, desarrollando un modelo fascinante y ese modelo aún se añora. Pero aquello tenía un núcleo en Xavi e Iniesta que ahora no existe más un Messi para poner la guinda que, cuando se fue, dejó tras de sí una especie de vacío existencial. Y no sólo eso: los años han roto el molde. Cuando regresó hace unos meses, Xavi comprobó sorprendido que la cantera había olvidado sistemas de trabajo y hasta terminología que constituían el éxito de aquel fluir tan fácil de jugadores hacia el primer equipo. Parte de su tarea será reconstruir aquello.

Pero las urgencias están en otro lado, en la pantalla del televisor, en los partidos del primer equipo. Ya el Rayo vino a recordar al Barça que LaLiga no es el Gamper. Este domingo, Xavi, al que se vio un poco fastidioso en sus declaraciones tras el partido con el Rayo, pasa otra prueba dura en Anoeta. Su éxito dependerá de que no vacile en sus convicciones y de que el apoyo de Laporta no se limite a ese “le hemos traído todo lo que nos pidió”.

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