Nianzou, unas botas verdes y atasco del Sevilla
El joven francés de 20 años e Isco debutan ante un Valladolid peleón que se llevó un punto con justicia y provocó un gran enfado en la grada
Un buen Valladolid se llevó un punto con todo merecimiento ante un Sevilla atascado, demasiado impreciso y alocado, que volvió a emitir claras señales de alarma. El equipo andaluz fue de más a menos en una noche de estrenos, las del joven Nianzou, el colegiado Pulido Santana o el de Isco, recibido como un héroe en Nervión. La misma noche, sin embargo, en la que afloraron los viejos aromas de un equipo como el andaluz, donde Jordán y Fernando no levantan el vuelo, ver la portería rival cuesta un mundo y Julen Lopetegui mantiene un juego previsible que solivianta a una grada muy exigente. La tendencia de un equipo oxidado, que no tiró a puerta prácticamente en toda la segunda mitad y en donde los brotes verdes respondieron al estreno de Nianzou, los detalles de Isco y las ganas de Lamela. Enfrente, un buen Valladolid, fuerte en lo físico, ordenado al estilo de ese trotamundos del fútbol que es Pacheta y que estuvo cerca de llevarse el triunfo después de un gran gol de Anuar en el minuto 85. El golazo de Anuar encrespó a una grada que se temió lo peor. Solo Rekik pudo empatar después de un error de Asenjo para hacer el definitivo 1-1. La bronca fue importante en Nervión.
Fue la resolución de un choque lleno de protagonistas. El primero, Nianzou. Uno de los primeros que le habló del Sevilla al joven fichaje del cuadro andaluz fue Jules Koundé. El joven defensa francés de origen senegalés se quedó alucinado cuando los ejecutivos del Sevilla le mostraron un vídeo donde el actual jugador del Barcelona y ex jugador del conjunto andaluz desde 2019 hasta 2022 le habló del club, de la exigencia de una afición también muy entregada y de la responsabilidad que supone militar en un Sevilla que ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas. Nianzou, mientras busca casa en la capital andaluza, vive en un hotel cercano al estadio con toda su familia, a la que he traído desde Alemania. A Julen Lopetegui le valió con un entrenamiento para fijarse en las cualidades de un futbolista de una enorme precocidad. También de una personalidad desbordante. Así se desprende un chaval que con solo 20 años ya ha jugado en tres de las cinco grandes Ligas europeas. Se estrenó en el PSG, jugó en el Bayern de Múnich y ahora disputó sus primeros minutos en el Sevilla en LaLiga. Un registro al alcance de muy pocos futbolistas a esa edad. De hecho, fuentes del club afirmaban de que se trataba de un caso único en el fútbol europeo. Mientras, en la grada, el sevillista más acérrimo lamentaba el color verde de las botas de Óliver Torres, Montiel y Rafa Mir. En otro fútbol, en otro tiempo, eso no hubiera ocurrido en el Sevilla.
“Nianzou es un jugador que tiene experiencia en dos clubes grandes. Es un jugador muy seguido por la dirección deportiva y siempre ha sido nuestro primer objetivo”, aclaraba Monchi en la previa del encuentro a DAZN. Al jugador también le sorprendió que Monchi hablara francés cuando fue a ficharlo a Alemania. En su primer entrenamiento, fue bautizado por sus compañeros con unas cuantas collejas. Nianzou, un chico tímido, las supo encajar, así como el recuerdo de Marcao. Su estreno en la Champions con el PSG fue ante el Galatasaray, donde jugaba su compañero. El PSG ganó por 5-0.
“Koundé es un ejemplo para mí”, señalaba Nianzou a los medios oficiales del club en su primera entrevista como jugador del equipo andaluz. El debutante mostró muy buenas maneras, como el colegiado canario Juan Luis Pulido Santana. A sus 38 años se estrenaba también este colegiado de amplia trayectoria y con un silbato en las manos desde muy pequeño. Su padre, que tiene una fábrica de patatas en Canarias y exporta el producto a media Europa, no pudo asistir al debut de su hijo, al que acompañó siempre a lo largo de su carrera. A Nianzou se le vio con ganas, algo inseguro con el balón en los pies, bien en el juego aéreo y al límite en una acción con Guardiola en el área que rozó el penalti en el minuto 51.
Historias que emergían de un partido que el Sevilla jugó con rabia, escocido por la derrota ante Osasuna. Un equipo, sin embargo, que se diluyó de manera tremenda. Incluso después del estreno de Isco, que le dio cierto toque de calidad a un equipo sin llegada, sumido en su desconcierto. El mismo de una grada que se marchó del Pizjuán con un enorme cabreo ante la mirada atónita de Nianzou. La maldición de las botas verdes, imaginaron algunos ante el segundo pinchazo del Sevilla en este curso.
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