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CRUCE DE CAMINOS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En el epicentro del deporte

Si las niñas necesitan referentes, la celebración de este torneo puede ser una semilla excelente en el crecimiento futuro del deporte

Final Eurocopa femenina
Mapi León, jugadora de la selección femenina de fútbol, durante la Eurocopa femenina 2022.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

Hay momentos que pueden crear un antes y un después. La Eurocopa femenina de fútbol en 2022, que culminará este domingo, ha supuesto un ejemplo evidente de progreso en el deporte. La competición, que ha visibilizado como nunca antes el balompié femenino, pone de manifiesto una tendencia cada vez más marcada: aunque las distancias siguen siendo enormes, la brecha de género en el fútbol da pasos hacia una mayor igualdad a todos los niveles.

En una época donde las pantallas marcan el ritmo de nuestras vidas, en la que los hechos suceden en la medida que somos capacidad de verlos, la facilidad para acceder a la competición ha sido fantástica. Los grandes medios de comunicación han pisado fuerte para traernos el torneo, ofreciendo una cobertura rara vez vista en una competición continental de fútbol femenino. Esta es una puerta de entrada fundamental para que el deporte entre en el interés de la sociedad.

Si las niñas necesitan referentes, poder conocer sus historias, ser capaces de seguir sus gestas es un estímulo prioritario. La celebración de este torneo, con la Copa Mundial Femenina en el horizonte inmediato de 2023, puede ser una semilla excelente en el crecimiento futuro del deporte. Si los medios de comunicación dan continuidad en su atención, buscando que la competición llegue a una mayoría, no me cabe duda del potencial que habrá por delante.

Las cifras del campeonato han mostrado un progreso enorme en un espacio corto de tiempo. Cerca de medio millón de aficionados (más de 487.000 según cifras oficiales) han acudido a los estadios a animar a las jugadoras, unos números que duplican los registrados en 2017 en el Europeo celebrado en Holanda (240.000). En apenas cinco años, un período pequeño para un deporte tan veterano como el fútbol, la eclosión ha sido más que evidente.

Lo más importante es el aroma a futuro que se desprenden de estos números. Más de 100.000 niños forman parte de ese total de aficionados presentes en los estadios, demostrando el interés de las nuevas generaciones por el deporte, sin importar el género de sus protagonistas. En ese sentido, es fundamental la educación y los valores que nos transmitan desde pequeños, dando valor por igual al esfuerzo de los deportistas. Además, más del 47% de los aficionados eran mujeres, dotando de un valor especial a la capacidad de inspiración que pueda generar el campeonato.

Este domingo en Wembley esas cifras seguirán ascendiendo. Se espera que las 89.000 butacas que componen el mítico estadio inglés estén ocupadas para asistir a la gran final entre las selecciones nacionales de Inglaterra y Alemania. Será el colofón a un mes de fiesta del fútbol femenino, donde la exposición del fútbol femenino puede llegar a su punto álgido. Un evento que ya será historia del deporte, independientemente del resultado en el terreno de juego.

El protagonismo femenino no quedará reducido al césped o las gradas. Ambas selecciones finalistas están dirigidas por entrenadoras, exhibiendo ese talento también desde los banquillos. Sarina Wiegman, seleccionadora de Inglaterra, y Martina Voss-Tecklenburg, guía del cuadro alemán, dirigirán a sus equipos en busca de la gloria continental, demostrando que el área técnica también camina por una senda de progreso al primer nivel.

El título espera en un desenlace inmejorable. La selección anfitriona competirá ante la gran dominadora histórica, en un encuentro por el dominio europeo. Inglaterra tratará de hacerse fuerte como local, siguiendo los pasos de Holanda, coronada en casa en la última Eurocopa en 2017. Por su parte, Alemania, campeona en ocho de los 12 campeonatos celebrados, querrá recuperar una hegemonía aplastante en el Viejo Continente. Suceda lo que suceda, el fútbol femenino habrá logrado algo impensable tiempo atrás: ocupar el epicentro del deporte. Un paso más cerca del objetivo

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