Lucía Jiménez, una atleta con ‘stick’
La jugadora de la selección española, un todoterreno sobre la moqueta azul del Mundial de hockey hierba, es hija del mediofondista y doble medallista Anacleto Jiménez
Salió a la zona mixta con una sonrisa de oreja a oreja, todavía vestida de corto y con un gran ramo de flores que le habían regalado por alcanzar las 150 internacionalidades, precisamente en el estreno de España en el Mundial, en un duelo en el que descosieron a Canadá (4-1). “¡Ponte aquí conmigo!”, le pidió su compañera Alejandra Torres-Quevedo, que posaba para un fotógrafo de la Federación. “Ah, ¿quieres que te robe el protagonismo, no?”, replicó ella, Lucía Jiménez (Madrid; 25 años), al tiempo que se situaba a su lado y se tocaba la perilla y los labios al estilo Martini. Le sobra gracia y hockey a Lulu, como le llaman cariñosamente en el vestuario, jugadora que tiene la competitividad en los genes porque su padre, Anacleto Jiménez, fue doble medallista en la modalidad de 3.000 metros en pista cubierta; de plata en el Europeo de 1995 y de oro en el Mundial de 1996.
La competición es algo que le viene de cuna a Lucía. Así se lo inculcó su padre, que de vez en cuando la llamaba junto a sus hermanos -Sergio y Paula- al cuarto de la tele de casa. “Fijaos en qué posición estoy, ahí último, y mirad cómo acabo”, soltaba Anacleto con una sonrisa pícara, sabedor de que la carrera acabaría en medalla. “Nos contagió esa ambición por luchar, por dar siempre todo hasta el final”, recuerda Lucía, que, sin embargo, no siguió sus pasos en el tartán; “sí que hice carreras y gané alguna, pero es que prefiero correr detrás de una pelota. Y me gusta más el deporte de equipo; soy muy feliz jugando a hockey, me llena”. Un deporte que descubrió de casualidad cuando era niña, pues veraneaba en Castro-Urdiales (Cantabria) junto con sus primos, que jugaban al hockey patines. Y no se le daba mal eso de manejar el stick, por lo que cuando cumplió ocho años, Anacleto le inscribió en el colegio Valdeluz que tenían enfrente de casa, lugar que siempre cuidó el hockey hierba. “Es un deporte olímpico y con proyección, te podemos apuntar”, resolvió el exatleta. No se equivocó.
Con toda su carrera en el club de Valdeluz -pasó a ser SPL Complutense y después Sanse Complutense-, también en la selección española tras pasar por un programa de detección de talento, ahora ha aceptado una oferta del Mannheim alemán para vivir la experiencia, ganar más dinero y también poder seguir cursando Ingeniería en Diseño Industrial. “Cuando el entrenador del club me dijo que Adrian Lock me había citado pensaba que me estaba vacilando. Tenía 17 años y no daba crédito”, cuenta Lucía, que después pasó un par de meses comiéndose las uñas porque no sabía si la llamarían para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (2016). Tampoco faltó a los siguientes, en Tokio. “A mi padre le hago la broma de que como no vaya a los siguientes ya no me podrá atrapar, de que yo tengo diplomas… Pero es mi fan número uno y siempre me da buenos consejos”, apostilla. También sobre deportividad. “Eso de perder nunca me ha gustado. Lo acepto porque sé que es lo normal. Además, que soy del Atlético y sé lo que es sufrir”, relata al tiempo que revela la frase de cabecera de la familia: “Hay que dar el cien por cien para poder ganar y, si no lo consigue, al menos te quedas con que lo has dado todo”.
Frente a Canadá y delante de toda su familia, también de su pareja, logró las dos metas. “Tenerla en el campo es un lujo porque es excepcional, impresionante. Además, tiene mucha conexión con las jugadoras ofensivas y en el uno contra uno en defensa es brutal”, le elogia su compañera Marta Segú. “Aunque es joven, tiene mucha experiencia y aporta tanta calidad como verticalidad. Y en defensa corre por todas”, añade la capitana María López. “Cuando ella está en el campo, eres mejor porque es juega para el equipo. Es muy generosa”, interviene Alejandra Torres-Quevedo. “Tiene mil recursos, es habilidosa y la cabeza fría para defender y posicionarse. No se le puede pedir más”, remata Xantal Giné. Otra cosa, sin embargo, es fuera del campo porque ya se sabe que si alguien se ha olvidado algo, incluso el stick, o se ha quedado dormida, es Lucía. “Es muy despistada, sí”, confirma Alejandra; “pero muy positiva, alegre y nunca tiene una mala cara para nadie”. Eso creen las demás. “Es súper transparente, no tiene maldad”, dice Marta. “Aporta siempre buen humor y risas”, le secunda María. “Siempre está de broma”, cierra Xantal.
Pero cuando juega, compite como pocas. Aunque por el momento no quiere hablar de posibles medallas en el Mundial. “Ya he dicho que soy del Atleti. Así que filosofía Cholo, partido a partido”, remarca. Y eso, de momento es Argentina (este domingo a las 21.30 por Teledeporte), la gran rival en la fase de grupos, la selección que hizo plata en Tokio. Lucía, que como en cada partido y por superstición se pondrá toda la ropa y las protecciones primero en la parte izquierda y luego en la derecha, tiene claro que, como le enseñó su padre, lo dará todo.
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