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El Barcelona de balonmano, contra una maldición

El equipo azulgrana, que la temporada pasada logró su décima Champions, busca lo que nadie ha conseguido desde que el torneo se resuelve con una Final Four: revalidar el título. En semifinales, ante el Kiel. El otro cruce, Veszprem-Kielce

Lorenzo Calonge
Barcelona Balonmano
Ben Ali, ante el portero del Flensburg Benjamin Buric, durante los cuartos de final de la Champions.FOCKE STRANGMANN (EFE)

En Renania del Norte-Westfalia, Centroeuropa, una de las regiones más prósperas de Alemania, también aprieta el calor tórrido. Allí, a orillas del río Rin, este fin de semana se combate con deseos de balonmano (y varios litros de cerveza por cabeza). Miles de aficionados, sobre todo del Veszprem (camisetas rojas) y Kielce (amarillas), consumían las últimas horas previas a la Final Four de la Champions. En ese paisaje busca el Barcelona lo que nadie ha logrado hasta ahora desde que el torneo se decide con el formato de final a cuatro: mantener la corona de la Liga de Campeones. Es más, ningún campeón ha vuelto al año siguiente a la final y solo tres repitieron en la F4 del próximo año (Kiel 2012-13, Vardar 2017-18 y este curso el conjunto azulgrana).

Es el reto que se le presenta en el mastodóntico Lanxess Arena (18.000 espectadores) a un equipo que alzó la corona la temporada pasada con una autoridad abrumadora, tras ganar todos los partidos, pero que ha cambiado bastante en esta. A Xavi Pascual lo sustituyó (terremoto mediante) Carlos Ortega, y en la plantilla ya no están, entre otros, Raúl Entrerríos, Kevin Moller, Aron Palmarsson o Casper Mortensen.

Esta campaña, su recorrido europeo no ha sido tan impoluto, ni mucho menos. En la fase de grupos perdió tres encuentros y empató dos; sin embargo, el modelo de competición no atiende a pleitos del pasado. Es aquí y ahora. Dos partidos, una Champions. Varias veces se presentó en la cita como el máximo favorito y derrapó a las primeras de cambio. Esta vez no llega tan gallo y la distancia a la cima sigue siendo la misma.

Kiel, Veszprem y Kielce cierran una nómina de aspirantes muy pareja, aunque, si se miran las últimas semanas, el único que no ha recibido malas noticias es el Barça. El Kiel, rival de los culés este sábado en semifinales (18.00, todos los duelos por Dazn), sufrió dos golpes de consideración: las bajas por lesión de Sander Sagosen, su jugador bandera, y Hendrik Pekeler, nombrado el mejor defensor del curso y MVP en la Final Four de 2020, la que el cuadro alemán le ganó al Barcelona.

Estas dos ausencias conceden de forma inevitable un favoritismo a los muchachos de Carlos Ortega para alcanzar la final. No obstante, en el cuadro que dirige el exbarcelonista Filip Jicha (solo 40 años), se mantienen en pie el meta Niklas Landin (elegido en el mejor siete del año), Harald Reinkind o Domagoj Duvnjak. Material de primer orden. “Al tener a Sagosen y Pekeler fuera, ellos jugarán con un nuevo estilo. Es un partido peligroso para nosotros”, advirtió Aitor Ariño, que persigue su cuarta Champions, igual que Gonzalo Pérez de Vargas.

Un millón para el campeón

En la otra semifinal (15.15), Veszprem y Kielce aterrizan en Colonia tras unos días de disgusto, sobre todo el primero, que perdió la Liga húngara en casa y en el último segundo ante su archienemigo Pick Szeged. Uno de sus referentes, Rasmus Lauge, prefiere tirar la vista más atrás para elevar el ánimo. “La temporada pasada, el equipo estaba en un estado de caos. Le dimos la vuelta completamente. Jugamos una temporada sobresaliente hasta ahora”, aseguró en la previa. El Kielce, cocinado por los Dujshebaev, cayó con rotundidad en la final de Copa polaca contra el Wisla Plock.

El campeón se llevará un millón de euros después de una temporada zarandeada también en la máxima competición del balonmano por el ataque de Rusia a Ucrania. El Motor Zaporiyia, ubicado a 250 kilómetros de la región en conflicto del Donbás, dejó de competir por motivos obvios las dos últimas jornadas de la fase de grupos y el patrocinio de una de las principales marcas, Nord Stream 2, constructora del gasoducto entre Rusia y Alemania, y subsidiaria de la energética rusa Gazprom, se retiró.

Este viernes por la noche, antes de que los cuatro equipos resuelvan sus cuitas deportivas en el Lanxess Arena (de nuevo con público tras dos ediciones en burbuja), todos los jugadores dormirán el mismo hotel.

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