España evita un cante mayor ante la República Checa
Un gol terminal de Iñigo Martínez alivia al equipo de Luis Enrique, que dio vida a una llana selección con una destartalada línea defensiva
Un gol de Iñigo Martínez en el crepúsculo del partido alivió a una España que dio el cante en Praga. La República Checa, selección muy llana, la tuvo a un paso de la cuneta. Un par de pelotazos lejanos hicieron tiritar a la destartalada defensa de la Roja, tan poco sinfónica toda la jornada. De traca. Por fortuna para España, no hay alarmas encendidas. Qatar queda a casi seis meses, pero será necesario una mesa redonda para evitar otro desbarajuste similar.
Inglaterra, Francia, Croacia... España. Hay clásicos que no chutan en esta Liga de las Naciones, nuevo formato de la UEFA para inyectar combustión a los amistosos de teloneros. No sirven las coartadas, pero es junio y muchos llegan colmados de fútbol. Para las selecciones de menor cartel es su momento. Así que Chequia fue Chequia. España fue una versión birriosa de España hasta el empate terminal de Iñigo Martínez.
Hasta el brinco del central vasco, una selección morosa de entrada, sin tino después y siempre mal expuesta ante el simple ataque local. A pelotazos la tuvo su rival contra las cuerdas hasta que un cabezazo del brigada del Athletic se coló por una falange tras la pertinente revisión del VAR. Un mal menor para España, que ya se veía a cinco puntos de los checos.
La formalidad del toque no basta. Pura retórica. En el primer acto, con la República Checa aún con todo el depósito, solo Gavi sacó a España del peñazo general. El jovenzuelo volante azulgrana va sobrado de descaro. Solo él se aventuró contra la maciza zaga checa hasta que rescató el empate cuando llegaba el intermedio. El andaluz recibió un pase filtrado de Rodri en medio del safari local, no se abatió por los cocodrilos y ajustó la pelota en la red con un delicado disparo con la zurda. Un emboque histórico. A sus 17 años, por siete días de diferencia, ya es el goleador español más precoz por delante de su camarada barcelonista Ansu Fati.
Gavi y nada más. Bueno, sí, un desajuste de Carvajal que provocó el gol checo antes de los cinco minutos. España puso el cepo del fuera de juego, pero el lateral madridista no estaba sincronizado. Kutcha enfiló hacia el rancho español y asistió a Pesek con la puerta de Unai abierta de par en par. Con qué poco se vio azotada la Roja. Con qué poco intentó remediarlo hasta el periodo final.
Atrás, una Siberia futbolística
No serán pocos los rivales con los que se cruce el equipo de Luis Enrique que calquen a la República Checa. Cuánta añoranza. Ni rastro de Viktor, Masopust, Nehoda, Panenka, Nedved... El gran semillero checo se marchitó hace tiempo. Hoy queda un equipo vivificante —más al calor de su hoguera—, directos y muy abrigado. La pelota, para España. Pero casi nadie fue su benefactor. Es más, el balón sufrió numerosos esguinces inopinados. No es la Roja una selección de pies retorcidos, pero en Praga abundaron los chascos y las jeremiadas. Malos controles, pases con el juanete... No era el día para los visitantes, con ocho cambios respecto al reto con Portugal del pasado jueves. Solo tuvieron hilo Unai Simón, Gavi y Sarabia.
Le costó a los de Luis Enrique coger vuelo por las orillas como le gusta. Laterales y extremos se bloqueaban y el recurso de Raúl de Tomás —casi siempre de espaldas a la portería— era una ganga para los tres centrales checos. Hasta que Luis Enrique no alteró toda la línea ofensiva no hubo migas atacantes de los suyos. Ferran y Asensio tuvieron más picante. Al primero le frustró un taconazo el portero exsevillista Vaclik y un cabezazo se le fue por un dedo. Asensio, sin focos en la Roja desde noviembre de 2020 (6-0 a Alemania), remató al poste izquierdo de Vaclik en su primera intervención.
Ya avisaba España, pero atrás era una Siberia futbolística. Cada pelotazo checo desde su campo suponía un escarnio para los centinelas de Luis Enrique. Antes de la hora, Marcos Alonso reprodujo el error de Carvajal en el 1-0, pero a Kutcha se le extravió el remate tras una asistencia desde Marte con España fuera de lugar. Más parvulario aún fue el 2-1. Otro servicio desde campo propio retrató de nuevo a la retaguardia visitante, sobre todo a Eric García, anudado ante Kutcha, certero esta vez al picar el balón con un cucharazo sobre el flequillo de Unai. El arreón final encontró el premio en el salto de Iñigo Martínez. Pudo ser peor. Antes del reto con Suiza, España al cuarto de pensar. Es lo que toca tras el mal peritaje en Praga.
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