

Un Alavés sin recursos se hunde en la clasificación
Un gol de Budimir en el descuento le da el triunfo a un Osasuna que jugó a medio gas


Sentado en la silla eléctrica que es el banquillo del Alavés, donde más temprano que tarde, los entrenadores terminan achicharrados, Julio Velázquez asistió en El Sadar a su primera desilusión. Ante un Osasuna que no se jugaba nada, y a partir de ahora todavía menos, su equipo completó otro ejercicio de impotencia.


El problema no era Calleja, ni lo ha sido Mendilibar, ni lo será Velázquez en su momento. El problema es estructural, el de un equipo con pocos recursos. En otros momentos, a Querejeta le ha servido, como en el baloncesto, con el revulsivo del banquillo. Parece que esta vez no. El gol de Budimir, que le daba la victoria a un equipo a medio gas en el minuto 92, certifica el fracaso.
El croata aprovechó un error colectivo de la defensa, personificado en Ximo Navarro, pero pudo sentenciar antes frente a la versión más paupérrima del Alavés. Salieron los futbolistas que alineó Arrasate con el ánimo de competir, pero, con todo hecho ya en la Liga, no se les vio ánimo de hacer sangre ante un rival herido y deprimido, que ya desde el principio dio muestras de que todo le sale mal.
No había pasado ni un minuto cuando Joselu falló un remate de cabeza de los que siempre entran, y esa fue la mejor oportunidad alavesista para acabar con un buen resultado, porque tras un comienzo esperanzador, y a pesar de que tenía que ganar imperiosamente, pasó a jugar a no perder. Pero es tal la fatalidad, que nunca llega de casualidad, que casi sin quererlo, Osasuna dispuso de un penalti por mano de Ximo Navarro. Lo lanzó Rubén García y Pacheco hizo el paradón de la tarde para desviarlo a córner.
Si estaba temeroso el Alavés hasta ese momento, desde la gran ocasión perdida por los navarros, la cautela vitoriana fue todavía mayor. No era capaz el equipo que dirige Velázquez, de organizarse medianamente para jugar la pelota e inquietar a Herrera. Así todo el partido. Sólo dos carreras de Rioja en la segunda parte, con Osasuna en campo contrario, pusieron en un brete al guardameta local, pero para un equipo que se juega el descenso no parece suficiente.
Y menos si, además, le persigue la mala fortuna, porque encajar un gol en el descuento no se puede calificar de otra manera. Ya pensaban los dos equipos en el empate, un punto para Osasuna, que le servía para consolidar su trabajado perfil de clase media, y otro para el Alavés, insuficiente, pero que podía cementar en parte su moral. Pero un error, y todo al traste.
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